Serrat es Gardel
Cenaba de tres a cinco de la madrugada en la cantina de Pepe Fechor¨ªa, un gallego de Orense que se vino en 1949 y que hoy dirige el mejor restaurante de Buenos Aires. Com¨ªa con hambre, pero sin fuerzas: en 20 d¨ªas perdi¨® tres kilos. A esa hora todav¨ªa ten¨ªa que firmar, aut¨®grafos, recibir abrazos y tomarse fotograf¨ªas antes de sentarse a la mesa.Ninguna de las 50 llamadas telef¨®nicas que recib¨ªa por d¨ªa le llegaba directamente a su habitaci¨®n del hotel, ni siquiera a la de su representante: las llamadas se atend¨ªan en otra habitaci¨®n que ocupaban dos empleados puestos por la producci¨®n.
Despu¨¦s de una conferencia de prensa en la que respondi¨® a las preguntas de casi 150 periodistas, no concedi¨® m¨¢s que unas pocas entrevistas privadas, entre ellas una a EL PA?S, despu¨¦s de que fuera sobornado con un peri¨®dico atrasado que defendi¨® de sus m¨²sicos con u?as y dientes.
Fin todas las conferencias de prensa dijo: "No esperaba tanto. Despu¨¦s de ocho a?os y medio, ven¨ªa con temor por ver que cosas siguen igual y qu¨¦ ha cambiado. Casi todo es distinto, pero esto es demasiado, tanto cari?o con que me han recibido".
Su compromiso pol¨ªtico qued¨® siempre claramente expuesto arriba y abajo del escenario Arriba cantando, mucho m¨¢s de lo que se esperaba, con ganas, y obligando a sus m¨²sicos a volver a escena para devolver con un tremendo esfuerzo todo el afecto que recib¨ªa. Y abajo diciendo, por ejemplo: "Noto que hay una gran esperanza, pero le tengo miedo a las trampas que todav¨ªa quieren poner en el camino; por eso insisto en que no se debe perder la memoria. Ahora m¨¢s que nunca este pueblo debe recordar lo que vivi¨®. Yo noto un hueco generacional que ahora se est¨¢ pagando muy caro. Espero que pronto puedan volver los dos millones de argentinos que hay en el exterior y que no se tengan que ir nunca m¨¢s". Hasta se manej¨® con iron¨ªa para desmentir p¨²blicamente a Bernardo Neustadt, el periodista argentino m¨¢s famoso del r¨¦gimen, que hab¨ªa asistido a uno de sus recitales siendo insultado a coro por todo el p¨²blico.
Al d¨ªa siguiente, en su programa de radio, Neustadt dijo que hab¨ªa sido hostigado por un grupo de 40 o 50 personas, y por la noche en un reportaje Serrat le record¨® que hab¨ªan sido 12.000.
Pas¨® los d¨ªas con los ojos h¨²medos, recibiendo a viejos amigos, palabras, flores, cartas, abrazos, l¨¢grimas de agradecimiento, y se hizo tiempo para visitar a don Claudio S¨¢nchez Albornoz y tambi¨¦n al premio Nobel de la Paz, Adolfo P¨¦rez Esquivel, a quien se ofreci¨® para cantar en un festival a beneficio de los inundados.
Empezaba a cantar sin pedir silencio y lo lograba. Sobre el final, antes de que se sucedieran las peticiones de "?otra, otra!", cantaba un tanto que presentaba as¨ª: "De Enrique Santos Discepolo, Cambalache". Y entonces no faltaba quien dijera: "Serrat es Gardel". Imaginen entonces ustedes hasta qu¨¦ punto se quiere a Serrat en Argentina.
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