?Qui¨¦n es te¨®logo?
Mi primer trabajo sobre teolog¨ªa, hace 30 a?os, se basaba en los datos que descubri¨® el padre Congar, que fue un pionero de los avances preconciliares y un precursor del Concilio Vaticano II. Y, por supuesto, como todos los que se adelantan a su tiempo, un perseguido por los bur¨®cratas de la teolog¨ªa.Me descubri¨® que hab¨ªa te¨®logos seglares; que para nada necesitaban estar rodeados de refrendos acad¨¦micos conseguidos en los centros oficiales controlados por la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica, que f¨¢cilmente agostan la independencia del juicio.
En la antig¨¹edad fueron m¨¢s frecuentes incluso los te¨®logos seglares que los que proced¨ªan del mundo eclesi¨¢stico, sobre todo en el mundo cristianooriental. Y en la Edad Moderna continu¨® esa tradici¨®n. Hubo abogados, fil¨®sofos y gente del pueblo -algunos llegaron a las cimas m¨¢s altas de la religiosidad en su expresi¨®n y escritos-, lo mismo que reyes o cardenales, que reflexionaron profunda y oportunamente sobre religi¨®n. Incluso Eneas Silvio Piccolomini, Contarini, Regiland Pole y Cervini fueron cardenales seglares. Y "esta colecci¨®n de te¨®logos seglares continu¨® en los siglos XVII, XVIII y XIX con De Maistre y Veuillot y (hoy) un gran n¨²mero de los que intervienen en los congresos del Centro Cat¨®lico de Intelectuales Franceses. Y su aporte a las ciencias religiosas es uno de los grandes favores de nuestro siglo". As¨ª lo entiende este famoso dominico.
Te¨®logo cat¨®lico es "el que estudia las cuestiones a trav¨¦s de los ¨²nicos criterios leg¨ªtimos de verdad: la raz¨®n y la verdadera revelaci¨®n", como dice una v¨ªctima de las fulminaciones eclesi¨¢sticas equivocadas. Pero ser¨ªa un mal te¨®logo -eclesi¨¢stico o no- quien s¨®lo se atuviese a lo que dice el magisterio oficial, porque pocas veces es infalible y muchas se equivoca. La historia lo demuestra as¨ª. No hay m¨¢s que leer los; comentarios de K. Rahner, SJ, sobre los frecuentes errores hist¨®ricos de la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica.
Torrubiano fue uno de los m¨¢s inteligentes precursores de la teolog¨ªa posconciliar. En los a?os veinte Public¨® libros que tienen m¨¢s enjundia, m¨¢s acierto y perspicacia que casi todo lo que publicaron los m¨¢s famosos eclesi¨¢sticos de la ¨¦poca. Pero el obispo de Madrid-Alcal¨¢ lo fulmin¨® con su excomuni¨®n, porque hab¨ªa tenido la osad¨ªa de estudiar -el primero en el mundo cat¨®lico y con m¨¢s abundancia de razones que los que le siguieron- el tema del divorcio, y de la moral en el matrimonio, coincidiendo con lo que cada vez piensan m¨¢s te¨®logos eclesi¨¢sticos 50 a?os despu¨¦s.
La fe la debemos por eso los seglares "manifestar p¨²blicamente", seg¨²n ense?¨® hace siete siglos santo Tom¨¢s, y hacerlo "para instruir y animar a los otros fieles, o para responder alos ataques de los adversarios".
Hay por lo mismo que "propagar la doctrina cat¨®lica, en la medida de nuestras posibilidades", seg¨²n a?ade el citado padre Congar.
Sin duda "de derecho divino, el cargo de ense?ar pertenece a los obispos..., pero hay que evitar el creer que le est¨¦ prohibido a los particulares cooperar en cierto modo a este apostolado, especialmente cuando se trata de personas a las que Dios les dio dones de inteligencia, junto con el deseo de ser ¨²tiles". ?Qui¨¦n dijo esto? El papa Le¨®n XIII.
La teolog¨ªa no es patrimonio exclusivo de los cl¨¦rigos, ni est¨¢ reservada a los te¨®logos". Se entiende: a los te¨®logos oficiales. Y esto lo dice el P. Aldama, SJ, que tampoco es ning¨²n avanzado. Como no lo es el dominico padre Sauras, quien, hace m¨¢s de 25 a?os, se?al¨®: "Aunque la teolog¨ªa no sea necesaria para la salvaci¨®n, es una ciencia o un conocimiento destinado a todos", ya que "todos pueden alegar un derecho a conocer teol¨®gicamente las verdades reveladas por Dios".
Aqu¨ª estamos acostumbrados a que los cl¨¦rigos que est¨¢n m¨¢s arrimados a la jerarqu¨ªa sean los detentadores de la llave de la reflexi¨®n religiosa, para que crean a pie juntillas los fieles que no hay otros que pueden razonar sobre religi¨®n. Los dem¨¢s tienenque ser solamente la voz de sus amos. Y con este criterio se mira a la persona externamente, y nunca a lo que dice, contra el antiguo consejo de santo Tom¨¢s, quien manten¨ªa que "el hombre no debe guiarse por el amor o el odio al que introduce una opini¨®n, sino m¨¢s por la certeza de la verdad", ya que "cada uno debe aspirar a juzgar las cosas tal como son". Nadie deb¨ªa -seg¨²n eso- ser un robot en la Iglesia.
San Pedro nos conmin¨® a "estar prontos a dar raz¨®n de vuestra esperanza a todo el que os la pida". Por eso el famoso y controvertido cardenal Segura se?alaba -a pesar de su conservadurismo: "La teolog¨ªa... no es patrimonio exclusivo de los cl¨¦rigos".
Y el tradicional Opus Dei recuerda, en uno de tus populares folletos, que "Frank Sheed, padre de familia, no ha cursado estudios nunca en ninguna facultad de Teolog¨ªa -todo lo sabe por reflexi¨®n, por el estudio personal y la oraci¨®n-, pero son varias las univerisidades que le han otorgado doctorados honorarios en esa ciencia". A m¨ª me ha ocurrido algo an¨¢logo: fui durante 12 a?os presidente nacional de Graduados de Acci¨®n Cat¨®lica -el grupo cat¨®lico m¨¢s intelectual-, cuatro a?os ejerc¨ª de secretario general de la Uni¨®n Nacional de Apostolado Seglar, que englobaba todos los grupos apost¨®licos del pa¨ªs, fui vocal directivo durante dos del Instituto Superior de Pastoral y profesor durante cinco a?os, pasando por mis aulas muchos sacerdotes; y ¨²ltimamente, durante nueve a?os, estoy de profesor en el Instituto Universitario de Teolog¨ªa, de Madrid. Y recientemente me han ofrecido, sin yo pedirlo, pertenecer a la Asociaci¨®n, de Teolog¨ªa Juan XXIII, cosa que he aceptado.
El concilio ¨²ltimo ha alentado todo esto, pero P¨ªo XII tambi¨¦n lo hizo, porque cuando puso en guardia contra ciertos excesos de los "te¨®logos llamados laicos", se apresur¨® a a?adir que no quer¨ªa "apartar del estudio m¨¢s profundo de la doctrina sagrada, o de su difusi¨®n entre el pueblo, a cuantos, de cualquier orden o condici¨®n que sean, se sientan a ello movidos por tan noble entusiasmo".
Podr¨ªa a?adir todav¨ªa m¨¢s testimonios, como el de Pablo VI a los graduados de Acci¨®n Cat¨®lica en Italia, invit¨¢ndoles a desarrollar m¨¢s cient¨ªficamente la moral, ya que eran m¨¢s aptos para ello por estar inmersos en la vida.
Pero entre nosotros es frecuente apelar a la increpaci¨®n, el dem¨¦rito o la duda para desautorizar a los seglares que empu?an la pluma o se expresan de palabra, en vez de esgrimir razones en la palestra de la rep¨²blica libre de las letras, como quer¨ªa el cat¨®lico Men¨¦ndez y Pelayo -tan alabado por el ateo Araquistain-, despu¨¦s de las veleidades sectarias de su juventud.
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