La pol¨ªtica empresarial en los ochenta: la concertaci¨®n
El an¨¢lisis econ¨®mico tradicional de la empresa manifiesta una notoria incapacidad para explicar y pronosticar su comportamiento. Frente a las demandas de la realidad responde con un cuerpo te¨®rico de pretensiones normativas que no puede dar cuenta de fen¨®menos como el crecimiento, los procesos de concentraci¨®n empresarial ni menos a¨²n puede proporcionar pol¨ªticas viables para superar problemas de reconversi¨®n t¨¦cnica-organizacional como los que hoy est¨¢n planteados.
La empresa, en su configuraci¨®n tradicional, se caracteriza como un agente atomizado que no posee capacidad de influir sobre el mercado: existe una identificaci¨®n total entre empresa y empresario, al punto que los objetivos y restricciones de una lo son del otro; la empresa se visualiza como una entidad est¨¢tica en el sentido de que no se intenta explicar c¨®mo cambia; el medio en el que se ubica no emite ninguna otra se?al m¨¢s que el precio, siendo ¨¦ste el ¨²nico est¨ªmulo externo para la empresa. Con un est¨ªmulo, el precio, y una restricci¨®n, su funci¨®n de producci¨®n, la empresa logra un equilibrio compatible con el equilibrio general de los mercados de bienes y de factores.La cr¨ªtica a la teor¨ªa tradicional de la empresa se puede centrar en dos elementos:
1. La conceptualizaci¨®n del proceso de decisi¨®n.
2. Los contextos empresariales y sus relaciones con la empresa.
El proceso de decisi¨®n en la empresa se presupone conforme al paradigma del actor racional, decisor unitario que optimiza, aun con restricciones. No se valora adecuadamente el papel de las rutinas organizativas, los fen¨®menos de poder en la empresa y el comportamiento empresarial en busca de soluciones satisfactorias m¨¢s que de posiciones ¨®ptimas.
En lo que se refiere al entorno en el que se desenvuelve la empresa, fue la teor¨ªa del oligopolio -revitalizada- la que cuestion¨® el car¨¢cter ¨²nico de la serial de precio. La forma apolog¨¦tica de ver el mercado -mecanismo para el logro de un presunto ¨®ptimo social- ha sido objeto de cr¨ªticas cada vez m¨¢s incisivas. Y la realidad actual es conforme con una empresa que act¨²a en unos mercados con diferentes grados de monopolio, con limitaciones en la fijaci¨®n de cantidad y precios de algunos factores (empleo, salarios), y con una libertad condicionada por el grado de monopolio y la intervenci¨®n estatal. Hoy ya no se concibe a la empresa como un ente pasivo que reacciona en forma casi autom¨¢tica ante un est¨ªmulo del mercado (el precio). La empresa busca su ¨®ptima ubicaci¨®n en contextos extremadamente din¨¢micos o intenta modelar los entornos para poder lograr sus objetivos organizativos. Las grandes empresas tienen, por lo general, mayor y mejor informaci¨®n y recursos materiales que sus contrarias, sean ellas las peque?as empresas, los consumidores o los oferentes de fuerza de trabajo (por ejemplo, Arrow habla de la "ignorancia del consumidor", en lugar de su presunta "soberan¨ªa"). De hecho, los ¨²nicos agentes sociales con poder para negociar con las grandes empresas en la actualidad son los sindicatos y, sobre todo, el Estado.
La concertaci¨®n empresarial
La anterior situaci¨®n tiende a desarrollar un nuevo tipo de relaci¨®n entre las grandes unidades. Se dejan de lado, al menos en t¨¦rminos habituales, estrategias de eliminaci¨®n de unas por parte de otras, y se tiende a formalizar una matriz organizativa en la que los diferentes participantes ven su destino estrechamente vinculado al de los dem¨¢s, incluso al Estado; el juego econ¨®mico deja de ser de suma cero para volverse positivo o negativo.
En esa matriz organizativa se deben ubicar no s¨®lo a las grandes empresas, sino a otras organizaciones relevantes, como son los sindicatos y el Estado. As¨ª, tiende a diluirse la separaci¨®n entre actividades pol¨ªticas y econ¨®micas, habiendo una evoluci¨®n hacia la politizaci¨®n de las relaciones econ¨®micas y la introducci¨®n de la econom¨ªa en las relaciones pol¨ªticas.
Los modernos pa¨ªses industrializados se encuentran, en el presente, enfrentados a problemas para reconvertir su estructura industrial frente al cambio tecnol¨®gico, y la creciente lucha competitiva internacional, que puede cuestionar el futuro de su desarrollo industrial y aun la sobrevivencia de sus actuales plantas productivas. Los mecanismos de mercado no han previsto ni una capacidad de liderazgo para llevar adelante la reconversi¨®n industrial ni una direcci¨®n de las inversiones productivas capaz de generar un desarrollo acelerado y autosostenido, es decir, ha fracasado la concertaci¨®n impl¨ªcita en los mecanismos de mercado.
Para la empresa actual, la concertaci¨®n con el Estado pasa a convertirse, pues, en un dato. La empresa no puede modificar a su libre arbitrio el empleo, los salarios, etc¨¦tera: pierde libertad. Las empresas modernas conciertan con el Estado financiaci¨®n, mercados, tecnolog¨ªa. De esta forma, en su funcionamiento, las empresas van conformando -como ya se vio- una matriz organizativa en la que participan las empresas l¨ªderes, el Estado y las instituciones sociales m¨¢s representativas. La p¨¦rdida de flexibilidad que este tipo de concertaci¨®n implica para la empresa se ve compensada por la reducci¨®n de los riesgos que se desprenden de ella. En la actual fase del desarrollo se puede decir que "la capacidad de concertaci¨®n" de las econom¨ªas constituye una de las principales causas que explican las diferencias en las productividades nacionales, y de ah¨ª la posici¨®n competitiva de los pa¨ªses. Un ejemplo de ello es la preocupaci¨®n que despierta en EE UU la "paz social y la armon¨ªa empresarial" japonesa. As¨ª, se han hecho gran cantidad de estudios emp¨ªricos tratando de encontrar causas t¨¦cnicas para explicar las diferencias de productividad entre estos pa¨ªses, sin resultados significativos.
Profundizar en cu¨¢les ser¨ªan las formas organizativas de la concertaci¨®n supera los objetivos de estas l¨ªneas, pero es necesario se?alar la necesidad de desarrollar reflexiones futuras sobre ellas. Parecer¨ªa necesario que la concertaci¨®n fuera promovida por organismos adecuados del Estado, cuya permanencia fuera supeditada a la realizaci¨®n y concreci¨®n de instancias de acuerdo.
Formas organizativas tales como los zaibatzus (Jap¨®n), los jaebul (Corca) o la articulaci¨®n del capital industrial con el bancario de la Alemania de principios de siglo parecen responder muy estrechamente a la historia de esas formaciones sociales y no pueden ser susceptibles de trasplante a sociedades como la espa?ola en el momento actual.
Si el Estado aparece como el ¨²nico agente capaz de liderar la concertaci¨®n, es necesario dotarle del poder necesario para hacerlo. La actual crisis mundial s¨®lo puede reforzar ese poder, como lo demuestra la experiencia de las d¨¦cadas siguientes a la gran depresi¨®n. Sin embargo, un elemento central a considerar es la capacidad operativa que tendr¨ªan los Estados en cuesti¨®n. La direccionalidad y la selectividad de los est¨ªmulos estatales ser¨ªan imprescindibles para lograr un real grado de concertaci¨®n.
Consideradones finales
Dos puntualizaciones son pecesarias a¨²n sobre el papel de las peque?as y medianas unidades y sobre la reacci¨®n de las grandes empresas transnacionales ante esta necesidad de concertaci¨®n.
El papel de las empresas peque?as y medianas no puede ser m¨¢s que subordinado, como lo demuestra la historia del capitalismo. Su integraci¨®n a la matriz puede procesarse por dos caminos: su articulaci¨®n con las grandes a trav¨¦s de la demanda de ¨¦stas o su integraci¨®n en c¨¢maras de peque?as y medianas empresas que, al igual que los sindicatos, pudieran v¨¢lidamente exigir su participaci¨®n en la concertaci¨®n.
Las empresas transnacionales es de esperar acabar¨¢n otorgando una mayor autonom¨ªa a las filiales involucradas en los diferentes pa¨ªses. Dado el fortalecimiento de las organizaciones sindicales en muchos pa¨ªses, la concertaci¨®n a escala nacional parece ser la ¨²nica salida eficiente para estas empresas. La planificaci¨®n a nivel mundial de la inversi¨®n extranjera estar¨¢, de acuerdo con estas proposiciones, cada vez m¨¢s supeditada a las estructuras productivas concertadas de los distintos pa¨ªses.
La ¨²ltima consideraci¨®n a realizar es sobre la viabilidad real de esta propuesta de concertaci¨®n. Evidentemente, la crisis de los ochenta parece cancelar las expectativas de mediados de los setenta sobre una revitalizaci¨®n del mercadp como un eficiente, asignador de recursos. Las perspectivas de estancamiento del comercio internacional, escaso o nulo crecimiento de los pa¨ªses de la OCDE y la crisis financiera de varios de los nuevos pa¨ªses industrializados, que puede, afectar a parte de la banca internacional, conducir¨¢n a un intento de reforzamiento de las pol¨ªticas proteccionistas y a una relativa desarticulaci¨®n del mercado mundial.
En qu¨¦ Medida la concertaci¨®n revitalizar¨¢ la vigencia de la econom¨ªa de mercado, y por cu¨¢nto tiempo, depender¨¢ de las diferentes realidades nacionales y de la oportunidad y eficiencia de la concertaci¨®n. Pero la necesidad de ¨¦sta, a efectos de defenderse de las fuerzas que se desatar¨¢n en los contextos empresariales de los ochenta, parece incuestionable para la gran mayor¨ªa de los pa¨ªses.
es catedr¨¢tico de Econom¨ªa de la Empresa de la universidad de Oviedo.
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