Autenticidad y emoci¨®n de un 'ballet' concentrado
Hab¨ªa considerable expectaci¨®n, el martes por la noche en el Centro Cultural de la Villa, ante el nuevo estreno -El minotauro, coreograf¨ªa de Jos¨¦ Granero, sobre m¨²sica del compositor catal¨¢n Xavier Montsalvatge- del Ballet Espa?ol de Madrid, el grupo que en menos de dos a?os se ha convertido en la compa?¨ªa de danza espa?ola m¨¢s interesante de cuantas funcionan hoy en el pa¨ªs y que recientemente ha conseguido una significativa subvenci¨®n del Ministerio de Cultura.Sin embargo, la primera parte del programa hizo temer lo peor. Diversos bailes sobre versiones orquestales de la Suite Iberia demostraron, una vez m¨¢s, la urgente necesidad de pedir una moratoria general sobre la m¨²sica de Isaac Alb¨¦niz.
Ballet Espa?ol de Madrid
El mundo de Alb¨¦niz, coreograf¨ªa de Jos¨¦ Antonio, Jos¨¦ Granero y Nana Lorca, sobre m¨²sica de Isaac Alb¨¦niz. El minotauro, coreograf¨ªa de Jos¨¦ Granero, sobre m¨²sica de Xavier Montsalvatge. Variaciones flamencas, coreograf¨ªa de Jos¨¦ Antonio, sobre montaje musical de Emilio de Diego. Director art¨ªstico: Jos¨¦ Granero. Codirector art¨ªstico: Jos¨¦ Antonio.Centro Cultural de la Villa de Madrid. Martes 28 de junio de 1983.
Debi¨® haber, en su d¨ªa, core¨®grafos y bailarines capaces de traducir algo de la gracia de este compositor a la danza espa?ola.
Hoy la empresa parece imposible y, desde los primeros compases de la Triana, se puede comprobar que esta m¨²sica, sometida a seis d¨¦cadas de inmoderado manoseo, es ahora como el vino malo de los core¨®grafos espa?oles: un trago, y ya no hay nadie capaz de evitar que salga lo peor de lo que cada uno lleva dentro.
Equivocarse de teatro
Los bailarines, m¨¢s aburridos que un portero en el mes de agosto, parecen engordar mientras dan vueltas por el escenario; los figurinistas, dando muestras de los primeros s¨ªntomas de delirium tremens, pueden llegar hasta poner polis¨®n a la bailaora, y el p¨²blico, que ven¨ªa a ver a la ¨²nica compa?¨ªa espa?ola que pretende, a la vez, autenticidad y renovaci¨®n, cree haberse equivocado de teatro.Felizmente, en la segunda parte, El minotauro, lejos de defraudar a la afici¨®n, confirm¨® lo bien fundado del prestigio de este grupo de profesionales de la danza y revel¨®, adem¨¢s, la soltura y el oficio que ha ido adquiriendo Jos¨¦ Granero como core¨®grafo, cuyas creaciones anteriores -incluida su versi¨®n del Bolero de Ravel, repuesta la semana pasada en el mismo teatro- quedan por debajo de lo logrado en El minotauro.
El recuerdo del mito cretense sirve a Granero para montar un ballet concentrado y corto, con tres bailarines y dos bailarinas, sobre un repertorio de movimientos en que se funden, con sorprendente naturalidad y soltura, matices espa?oles (incluido un uso moderado y oportuno del zapateado) y t¨¦cnica cl¨¢sica con alg¨²n recuerdo de expresi¨®n moderna. La amplitud y fluidez del movimiento cl¨¢sico, bien casadas y a su vez ayudadas por la excelente m¨²sica de Montsalvatge, dominan la coreografia, que se deja colorear por los dem¨¢s elementos de forma a la vez original y leg¨ªtima.
Excepto en el caso de Elvira Andr¨¦s, que est¨¢ perfecta en su papel de Sue?o Rojo, la interpretaci¨®n adoleci¨® de cierta falta de brillantez, lo que da?¨® un poco la expresi¨®n dram¨¢tica, pero cabe suponer que se trata de un problema de nervios de noche de estreno que mejorar¨¢ con el rodaje, porque otra de las virtudes de la coreograf¨ªa es su adaptaci¨®n al nivel t¨¦cnico y expresivo de los int¨¦rpretes.
De todas f¨®rmas, los cinco fueron entusi¨¢sticamente aplaudidos, empezando por Jos¨¦ Antonio -que es sin duda uno de los bailarines m¨¢s completos que hay hoy en Espa?a-, la veterana Luisa Aranda, el minotauro Candy Rom¨¢n y Enrique Fr¨ªas.
Al final de la representaci¨®n, que concluy¨® con las ya conocidas Variaciones flamencas, de Jos¨¦ Antonio, Granero y todo el grupo recibieron una calurosa ovaci¨®n del p¨²blico.
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