El olvido de Bernacer (1883-1965)
Sobre Bernacer se empieza a hablar en Espa?a, muy poco y con sordina, a partir de 1940, con motivo de un art¨ªculo de Denis Robertson -amigo de Keynes y sucesor de Pigou en la c¨¢tedra- sobre Una aportaci¨®n espa?ola a la teor¨ªa de las fluctuaciones econ¨®micas, publicada en 1922. Salvador Almenar reivindica en este art¨ªculo la vigencia del pensamiento de este eformista radical espa?ol y lamenta el desconocimiento actual sobre su vida y su obra.
En realidad, el esfuerzo intelectual de Bernacer hab¨ªa germinado a principio de siglo. Era entonces catedr¨¢tico de Tecnolog¨ªa Industrial en la escuela de Comercio de Alicante y, despu¨¦s de un viaje de estudios por Europa, hab¨ªa publicado un libro cuyo expresivo t¨ªtulo indica las nuevas inquietudes del autor: Sociedad y felicidad. Ensayo de mec¨¢nica social (1916). El art¨ªculo de 1922, m¨¢s t¨¦cnico y elaborado, lo env¨ªa a 150 economistas extranjeros: Keynes, Robertson, Hawtrey, Gide, Supino y otros muchos. Robertson admite, 17 a?os despu¨¦s, la posibilidad de que Bernacer haya ejercido sobre ¨¦l una influencia subconsciente. Adem¨¢s, deliza entre l¨ªneas la vengativa insinuaci¨®n de que algo parecido pudo sucederle a Keynes.?En qu¨¦ consisti¨®, en ¨²ltima instancia, la originalidad de su aportaci¨®n? Creo que la principal novedad consiste en haber subrayado el car¨¢cter no sim¨¦trico de las expansiones y depresiones en el desarrollo c¨ªclico del capitalismo, indicando que en las crisis -al reducirse la masa salarial y los precios- no existir¨ªan incentivos autom¨¢ticos para la recuperaci¨®n. A menos que una causa fortuita, el progreso t¨¦cnico o el gasto en obras p¨²blicas y armamento, redujera los costes o incrementara la demanda efectiva. El capitalismo tend¨ªa a generar casi permanentemente paro cr¨®nico, y con frecuencia no se saldr¨ªa del c¨ªrculo vicioso de las depresiones, sino por medio de guerras y otras carnicer¨ªas colectivas.
En los primeros a?os treinta, cuando Keynes ha publicado el Treatise on money, existen entre ambos amplias coincidencias te¨®ricas y pol¨ªticas. Y Bemacer, entre sorprendido y airado, lo reconoce en las p¨¢ginas de Economia i finances y Econom¨ªa espa?ola. Pero los dos tienen serias dificultades para explicar la generalizaci¨®n del paro y los medios para reducirlo.
Keynes y el Cambridge Circus edifican, entre 1932 y 1935, una teor¨ªa din¨¢mica de la actividad econ¨®mica cuando las inversiones se adoptan para un futuro incierto, casi desconocido. Es La teor¨ªa general del empleo, el inter¨¦s y el dinero. Y para compensar la inestabilidad de la inversi¨®n privada recomiendan una combinaci¨®n flexible de obras p¨²blicas, dinero barato y moderado proteccionismo.
Un reformista radical
Mientras tanto, en Espa?a la crisis erosiona la fr¨¢gil democracia republicana. Bernacer no deja de publicar, y su activ¨ªdad en el servicio de estudios del Banco de Espa?la refleja nuevas coincidencias con Keynes al desconfiar de la terapia monetarista para salir de la depresi¨®n. Tambi¨¦n admite, con reservas, los d¨¦ficit presupuestarios propuestos por Roosevelt. Pero no aporta un modelo que pueda compararse holgadamente al de la Teor¨ªa general. Como sugiere la oiptimista interpretaci¨®n de H. Savall en G. Bernacer, l`heterodoxie en science economique (Par¨ªs, 1975).
Que Bernacer no lo cite o critique pr¨¢cticamente nadie en Espa?a, antes y despu¨¦s de la guerra, es de por s¨ª un suceso alarmante, casi sospechoso. M¨¢xime teniendo en cuenta sus numerosas colaboraciones en prestigiosas publicaciones europeas a partir de 1940. La paradoja del caso Bernacer estriba en que, si a nivel te¨®rico se queda a mitad de camino de la teor¨ªa general, como Robertson, en el plano pol¨ªtico fue mucho m¨¢s all¨¢. Tal vez esta paradoja, junto a mezquindades de diverso calibre, nos ayudar¨¢n a esclarecer el misterioso silencio sobre sus ideas.
En efecto, este conomista -que se consideraba un aut¨¦ntico liberal- cre¨ªa que el origen de la inestabilidad econ¨®mica reside en el car¨¢cter especulativo del mercado financiero. La propiedad privada de la tierra y otros recursos naturales limitados permiten la obtenci¨®n de rentas sin esfuerzo alguno. El inter¨¦s es una forma derivada de estas rentas. .
La existencia del inter¨¦s, junto a la libertad de especulaci¨®n burs¨¢til, hace posibles violentas alteraciones de la demanda efectiva, de la producci¨®n y empleo. Por ello, Bernacer sugiri¨® desde el principio la necesidad de socializar la tierra y prohibir la permutabilidad de los valores mobiliarios. Tambi¨¦n Keynes en la teor¨ªa general consider¨® la oportunidad de abolir el libre divorcio entre el inversionista y sus acciones, pero cre¨ªa que era una medida demasiado radical. Conflo en la lenta eutanasia rentista con, el crecimiento econ¨®mico a largo plazo.
Amnesia inquietante
Lo que hasta 1956 no eran m¨¢s que sugerencias dispersas, en el volumen, una econom¨ªa libre, sin crisis y sin paro, deviene un plan sistem¨¢tico de reformas. Socializaci¨®n de los recursos naturales, desaparici¨®n de la bolsa, creciente participaci¨®n obrera en la prop¨ªedad industrial, socializaci¨®n del exceso de ahorro para financiar bienes y servicios colectivos. Todo ello, con el criterio de aunar libertad, eficiencia y equidad frente a las diferentes formas estatalistas: "Puesto que la verdadera libertad no ha existido nunca, ni puede existir en ausencia de la equidad. ..".
Aunque Bernacer fuera un proyectista social, lo que no creo, la entidad de su obra merece mejor fortuna. Una sociedad se define no s¨®lo por su actitud ante el futuro, sino frente al pasado -dice Octavio Paz-, y sus recuerdos no son menos reveladores que sus proyectos. La amnesia que desde hace tantos a?os condena el pensamiento de Bernacer es, cuanto menos, inquietante.
es profesor de Historia de las Doctrinas Econ¨®micas en la universidad de Valencia.
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