La indecisi¨®n ha terminado
El largo per¨ªodo de indecisi¨®n puede considerarse como pr¨¢cticamente terminado. ?sta es la valoraci¨®n m¨¢s inmediata que puede hacerse del real decreto sobre Inversiones en la Siderurgia Integral, que aprob¨® el ¨²ltimo Consejo de Ministros. No ser¨ªa dif¨ªcil hacer la cuantificaci¨®n econ¨®mica y social del coste que han supuesto estos a?os de retraso en reordenar nuestro sector sider¨²rgico.
Es tremendamente aleccionador, para no volver a repetirlo, c¨®mo en Espa?a se han contemplado inactivamente las dr¨¢sticas medidas de restructuraci¨®n sider¨²rgica que adoptaban los pa¨ªses de nuestro entorno una vez producidos los signos m¨¢s acusados de la crisis energ¨¦tica mundial. Por contra, nosotros segu¨ªamos con un plan, el Plan Sider¨²rgico Nacional, que preve¨ªa producciones y consumos tan alejados del comportamiento inmediato y futuro del mercado. En 1978 se reacciona con medidas muy incompletas y hay que esperar a 1980 para que se manifiesten prop¨®sitos de reordenaci¨®n de todas las coordenadas que definen la siderurgia integral.Comienza entonces un largo proceso de negociaciones, en las que los objetivos est¨¢n claros, pero la instrumentaci¨®n es confusa y afectada por cambiantes condicionamientos pol¨ªticos y sociales. La din¨¢mica pol¨ªtica espa?ola en los a?os 1980, 1981 y 1982 afect¨® de forma directa al proceso de reconversi¨®n y saneamiento de nuestra siderurgia en forma especialmente grave, y prolongando innecesariamente la toma de decisiones, que si eran importantes no ten¨ªan demasiada complejidad para su estudio previo, ya que los objetivos y la forma estaban ya dise?ados en otros pa¨ªses pr¨®ximos.
El real decreto de Inversiones B¨¢sicas en la Siderurgia pone punto final a la incertidumbre y devuelve a las empresas sider¨²rgicas la posibilidad de elaborar las adecuadas estrategias empresariales para un largo per¨ªodo. Prolongar la indecisi¨®n hubiera significado la extinci¨®n de nuestra siderurgia.
El real decreto ha seguido una l¨ªnea congruente con la situaci¨®n actual de nuestras instalaciones sider¨²rgicas, las expectativas del mercado y las posibilidades econ¨®micas del pa¨ªs, al que se exige un esfuerzo de casi medio bill¨®n de pesetas. No es ocasi¨®n de repetir todos los argumentos en pro y en contra de la alternativa, pero recu¨¦rdese que de las tres cabeceras, la de Sagunto se program¨® su supresi¨®n a comienzos de la d¨¦cada de los setenta, cuando se elabor¨® el proyecto de la cuarta siderurgia. Instalar ahora un nuevo tren de bandas en caliente (TBC) hubiese supuesto gravar al pa¨ªs con 70.000 millones m¨¢s de inversi¨®n y acumular stocks cuya financiaci¨®n supondr¨ªa unos 25.000 millones de pesetas m¨¢s. La modernizaci¨®n de los actuales TBC de Ensidesa y AHV es una medida de correcta gesti¨®n adminstradora, que trata de sacar el m¨¢ximo partido de una inversi¨®n ya efectuada, y la nueva acer¨ªa de Ensidesa por s¨ª sola significa un menor coste, de 7.000 pesetas por tonelada de acero producido.
Ser¨ªa bueno haber podido llegar a reavivar los antiguos proyectos de la cuarta siderurgia, montar nueva cabecera en la factor¨ªa de Sagunto y producir cuatro millones m¨¢s de toneladas de acero. Pero en las actuales circunstancias del mercado significar¨ªa desencadenar el mayor desastre econ¨®mico para todo el pa¨ªs. ?Qu¨¦ se har¨ªa con esa producci¨®n?
Forzoso es referirse a las consecuencias sociales. La reestructuraci¨®n sider¨²rgica se hace en uno de los peores momentos para crear empleos alternativos, y m¨¢s si coincide con procesos similares de otros sectores. Pero si existen esas dificultades, tambi¨¦n es firme el prop¨®sito de llevar a cabo, de forma inmediata, aquellos proyectos industriales en los que se lleva alg¨²n tiempo trabajando. Ser¨ªa imprudente decir que no va a haber problemas, pero tampoco puede aceptarse el nihilismo desesperanzado.
es director de la Divisi¨®n de Siderurgia del INI.
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