La magia y la memoria en musica
Thor, divinidad de los pueblos germ¨¢nicos, simbolizado por su martillo, era el dios del trueno. Thor significaba tambi¨¦n sonido del trueno: "A partir de ello, a partir de saber c¨®mo un pueblo celta adoraba a la diosa Blanca, la Poes¨ªa que hac¨ªan los magos, capaces de conjurar con sus rimas hasta el punto l¨ªmite de la vida, podr¨ªa formularse una nueva teor¨ªa de la m¨²sica: el sonido que quiere decir algo". Jordi Sabat¨¦s quisiera que, de nuevo, la m¨²sica entrara a formar parte del mundo de la magia: "Por eso, precisamente, me gusta tanto Mompou". No cree en espec¨ªficas m¨²sicas cl¨¢sicas o en distintas escuelas estil¨ªsticas supuestamente m¨¢s contempor¨¢neas. Simplemente, los estudios de Chopin se han convertido en su pan de cada d¨ªa y, seg¨²n su estado de ¨¢nimo, toca y escucha Shumman, o Bach, o Joplin...Se le considera, oficialmente, un elitista cuyo trabajo no interesa al pueblo llano y, sin embargo, ¨¦l tiene una prueba palpable de que eso no es cierto. Hace un a?o, con Fran?ois Rabbath, un contrabajista capaz de tocar las suites para violoncelo de Bach con su instrumento, mucho m¨¢s grave, dio un concierto con obras de Vivaldi en la plaza de un pueblecito ampurdan¨¦s, Ordis. El ¨¦xito fue total. Pero en televisi¨®n, en las instancias populistas de la democratizaci¨®n cultural, se considera que a¨²n no ha llegado su hora y, por el momento, se dedican a los salseros: "Lo m¨¢s terrible es que, adem¨¢s intelectualizan ese rock de poca categor¨ªa rnusical, propio para un baile de chachas y poco m¨¢s".
Tiene previsto para la temporada del Grec de Barcelona un recital de los rag¨²mes de Scott Joplin junto con un grupo de danza. Oriol Martorell le ha encargado tambi¨¦n que ponga m¨²sica al poema de M¨¢rius Torres Dolq bngel de la mort (Dulce ¨¢ngel de la muerte). Hace poco tiempo grab¨® con Maria del Mar Bonet un disco de canciones trovadorescas de los siglos XI y XII, que considera como uno de sus mejores trabajos y que, en octubre, dar¨¢ a conocer en directo en el teatro Poliorama, de Barcelona.
A los cuatro a?os, Jordi Sabat¨¦s, como un ni?o precoz de los de antes, dio su primer concierto: la Marcha turca, de Mozart. Estudi¨® con un maestro privado que, por su actitud y por su f¨ªsico, se parec¨ªa a Sherlock Holmes y guarda de ¨¦l un especial buen recuerdo. Pero est¨¢ en contra de la ense?anza. De formaci¨®n, es f¨ªsico y explica que como profesor de esta materia consigui¨® ser muy brillante, precisamente porque nosab¨ªa. "Es extraordinario lo que sucede en este pa¨ªs, encontramos a 60 maestros de contrabajo, pero ni uno solo que sea capaz de f¨®rmar un tr¨ªo. Incluso los del jazz est¨¢n integrados, forman escuelas a la manera americana y eso sirve de muy poco al final. Como se acostumbra a decir, el que sabe act¨²a, y el que no, se dedica a la ense?anza".
Recuerda a Charlie Parker, con su saxo de pl¨¢stico, produciendo uno de los mejores sonidos que jam¨¢s se hayan podido o¨ªr. Es un gran aficionado a la lectura y, sobre todo, a partir de sus 30 a?os, al igual que le sucede con la m¨²sica, lo que m¨¢s le apasiona es releer: "Es m¨¢gico porque te encuentras con otra novela, completamente distinta a la que le¨ªste a?os atr¨¢s'.
Durante la conversaci¨®n mantenida sobre Scott Joplin, las palabras mirada e invocaci¨®n surgieron como si se tratara de duendecillos que habr¨ªan de permitirle la propia existencia: "Cada obra nueva puede crearse sus antecesores. Recuerdas a partir de alguien que te habl¨® de recordar, de tu propio inter¨¦s creado para guardar viva en la memoria alguna situaci¨®n, alguna persona, alguna obra". A Sabat¨¦s le gustan los prerrafaelistas, precisamente por el rencor que siente hacia el Renacimiento, pero reconoce que sabe de su existencia precisamente porque hubo alguien, Oscar Wilde, que le habl¨® de ellos. "Son diversos saltos los que se producen hasta que consigues dar con tu propia visi¨®n, con tu interpretaci¨®n personal que, muy posiblemente, no llegue a ser tampoco nunca la definitiva'.
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