Estamos en verano, y la Bolsa lo sabe
Por mucho que quieran negarlo algunos estamos en verano. Es una realidad incuestionable. El asfalto en ebullici¨®n, los guardias y los p¨¢jaros entremezclados a la sombra de los escasos ¨¢rboles de las ciudades, y las largas caravanas de coches en busca de los torraderos a orillas del mar o en la sierra durante los fines de semana, representan para la mayor¨ªa de los mortales con domicilio social en cualquiera de los occidentales signos inequ¨ªvocos de esta circunstancia.La bolsa, atendiendo a su componente sociol¨®gico, se ha decidido a recoger esta situaci¨®n, y a lo largo de la pasada semana ha deparado a sus incondicionales un aut¨¦ntico recital de las virtudes y defectos que la tradici¨®n atribuye a las reuniones veraniegas. Escasa asistencia de p¨²blico, corto vol¨²men de negocio en los corros, comportamientos impre visibles en un buen n¨²mero de valores, y los especialistas centrando su atenci¨®n sobre los c¨¦lebres chicharrillos oblig¨¢ndoles a presentar perfiles positivos, que resultar¨ªan imposibles de instrumentar en circunstancias normales, fueron las caracter¨ªsticas que definieron el comportamiento de estas reuniones.
En el balance semanal hay que atribuirle una importante incidencia a la decidida actitud que manifestaron, a lo largo de toda la tenda, los cuidadores de los valores bancarios. Aparentemente, y en tanto no finalice el presente mes y con ¨¦l concluya el per¨ªodo de pago de dividendos de estas entidades, los precios de sus acciones presentan un relativo seguro frente a las bajas.
La consistencia real de este fen¨®meno se relaciona directamente con la actitud de los responsables burs¨¢tiles de las propias entidades, puesto que el propio mercado no da grandes muestras de inter¨¦s por estos t¨ªtulos.
Durante la pasada semana vinieron de alguna forma a mezclarse los problemas laborales a los que se enfrentan los trabajadores de los despachos de los Agentes de Cambio y Bolsa del Colegio madrile?o, con el propio acontecer en el mercado.
Con unos niveles de actividad tan bajos como los registrados es normal que las inquietudes laborales de los operadores adquiriesen un cierto nivel de protagonismo. Tan pronto como conclu¨ªan los per¨ªodos h¨¢biles para contratar, estos profesionales buscaban ¨¢ngulos de la sala de contrataci¨®n para comentar sus tribulaciones. El paso al desempleo temporal de estos trabajadores, en caso de jubilaci¨®n de los agentes, es algo que satisface a muy pocos, pero en cualquier caso es un hecho que de llegar a materializarse tendr¨ªa que ser objeto de un estudio minucioso. En un pa¨ªs, como Espa?a, donde el porcentaje de desempleo supera al 17% de la poblaci¨®n activa que un colectivo empresarial privilegiado, si se relaciona con la media nacional, como es el de los agentes de cambio pretenda optimizar sus importantes beneficios a costa del resto de los contribuyentes, suena un tanto chocante. Claro que igual s¨®lo se trata de una broma.
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