Perros abandonados

De sobra conocido es el socorrido aserto que otorga al perro el t¨ªtulo de mejor amigo del hombre. Si la fidelidad es condici¨®n indispensable para el mantenimiento de una verdadera amistad, nadie mejor que los canes como ejemplo de incondicional afecto hacia sus amos. M¨¢s dif¨ªcil es que el humano corresponda a dicha amistad, traicionada a menudo con escandaloso desprecio.Y si no, comprob¨¦moslo cualquier d¨ªa de verano con nuestros propios ojos.

Cierto es que los perros vagabundos pululan por nuestras calles durante todo el a?o, pero ocurre que esta invasi¨®n adquiere caracteres dantescos no bien llegadas las calendas julianas y agostinas. Resulta lamentable presenciar el paso de esos cuerpos fam¨¦licos deambulando de un lado a otro, desorientados en medio de tanto barullo y de tanta acechanza. La calle suele significar el tr¨¢gico fin de sus despreciadas vidas.

Quienes a¨²n sentimos por nuestros compa?eros de vida un respeto que nos hace incapaces de causarles mal alguno, tenemos el deber ¨¦tico de defenderlos y exigir de las autoridades correspondientes la dr¨¢stica sanci¨®n de aquellos que, haciendo fel¨®n uso de su capacidad de raciocinio, abandonan por comodidad o simple desidia a sus otros mimados cachorros, ahora crecidos y molestos para sus desnaturalizados due?os.

Con premeditaci¨®n, alevos¨ªa y nocturnidad se les arroja de los coches en plena carretera, camino del estiaval descanso, a merced del hambre o de la muerte violenta /