El rechazo de la C¨¢mara norteamericana a la ayuda encubierta a los antisandinistas, un duro rev¨¦s para los planes de Reagan

Despu¨¦s de varios d¨ªas de debates apasionados, la C¨¢mara de Representantes de Estados Unidos rechaz¨® la solicitud formulada por el presidente Ronald Reagan de continuar la ayuda secreta a la guerrilla antisandinista. El resultado de la votaci¨®n (228 votos contra 195) supone un serio rev¨¦s para la pol¨ªtica del presidente de Estados Unidos hacia la regi¨®n centroamericana. Entre tanto, la Prensa norteamericana se hace eco de posibles diferencias en el seno de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) sobre la necesidad de incrementar las operaciones en Am¨¦rica Central.

La Casa Blanca conf¨ªa, no obstante, que el Senado aprobar¨¢ la continuidad de una ayuda operacional, desde hace ya 19 meses, gracias a la mayor¨ªa republicana que domina el Senado. De lo contrario, Reagan, incluso en contra de la voluntad del Congreso, podr¨ªa utilizar los derechos presidenciales de veto y seguir mandando millones de d¨®lares en armas y material para los antisandinistas que, en un n¨²mero que oscila entre 10.000 y 12.000, intentan derrocar al Gobierno de Nicaragua.El voto de la C¨¢mara de Representantes es, en realidad, un voto para la buena conciencia de los pol¨ªticos liberales norteamericanos. No queda totalmente aclarado cu¨¢ndo cesar¨¢ exactamente la ayuda actual. Por otra parte, los 80 millones de d¨®lares en juego (casi 12.000 millones de pesetas) se transformar¨¢n de ayuda encubierta en ayuda abierta, siendo, en cualquier caso, destinados al apoyo militar de los pa¨ªses aliados de EE UU en Centroam¨¦rica (Honduras, El Salvador, Guatemala, Costa Rica y Panam¨¢).

El voto fue calificado por el l¨ªder de la mayor¨ªa dem¨®crata, Thomas O'Neill, como "una respuesta a los deseos del pueblo norteamericano". Votaron contra la continuidad de la ayuda a los antisandinistas 210 dem¨®cratas y 18 republicanos, mientras 145 republicanos y 50 dem¨®cratas votaron para continuarla. Reagan utiliz¨® todo su poder de persuasi¨®n personal, con llamadas telef¨®nicas a varios congresistas, a fin de que el voto fuera favorable a los intereses de la Casa Blanca.

Los acontecimientos de los ¨²ltimos d¨ªas, y en particular el anuncio de importantes maniobras militares en el Caribe y Centroam¨¦rica, contribuyeron a que muchos legisladores reafirmaran una postura de cr¨ªtica hacia la Administraci¨®n Reagan. Varios congresistas y senadores temen que las maniobras en Centroam¨¦rica -con presencia de dos portaviones, una docena de nav¨ªos de guerra, unos 14.000 soldados y otros 4.000 que realizar¨¢n ejercicios en el territorio de Honduras- sean el preludio de una intervenci¨®n militar.

Por su parte, los defensores de la estrategia militarista de Reagan -simult¨¢nea a un esfuerzo para una salida negociada con apoyo de Washington al grupo de Contadora y las misiones de mediaci¨®n de Richard Stone y Henry Kissingerconsideran que EE UU est¨¢ en peligro al sur de sus fronteras. Temen por la eventual p¨¦rdida del control del canal de Panam¨¢ y por el flujo de refugiados que podr¨ªan acudir hacia EE UU si, despu¨¦s de Cuba y Nicaragua, otros pa¨ªses del ¨¢rea "caen bajo control de Gobiernos marxistas".

El apasionado debate ilustr¨® la tensi¨®n que origina en el seno de los partidos norteamericanos la doctrina Reagan hacia Centroam¨¦rica. Varios congresistas lo compararon al debate celebrado en 1964, cuando la C¨¢mara decidi¨® adoptar la resoluci¨®n del golfo de Torikin que dio paso a la escalada militar en Vietnam.