El mito de la etapa mexicana
Durante muchos a?os, la etapa mexicana de Luis Bu?uel ha sido objeto de una absurda mitificaci¨®n. Tuvo que ser el propio cineasta, en sus emocionantes memorias, quien acotara el inter¨¦s cinematogr¨¢fico de la misma, de manera que su exilio latinoamericano aparezca desde un prisma alimenticio, por m¨¢s que todas sus pel¨ªculas est¨¦n atravesadas por el humor caracter¨ªstico y por la crueldad con que trataba los proyectos que no eran enteramente de su agrado. La actitud bu?ueliana ante Una mujer sin amor, Abismos de pasi¨®n, Subida al cielo, El gran calavera, Susana o El gran casino, es id¨¦ntica a la que expres¨® como productor de Film¨®fono, requiriendo de actores y director que "le echaran m¨¢s mierda, m¨¢s mamarrachada sentimental" a las pel¨ªculas que hac¨ªan. No hay duda de que Los olvidados, La vida criminal de Archibaldo de la Cruz, ?l o The young one merecen otra consideraci¨®n y pueden figurar entre lo mejor de su filmograf¨ªa. En cualquier caso, los proyectos realmente personales del director de Calanda eran muy distintos de las pel¨ªculas que tuvo que dirigir. Por si no bastara como prueba el tipo de cine que durante los a?os sesenta y setenta dirigi¨®, tenemos tambi¨¦n el entusiasmo con que Bu?uel habla del gui¨®n escrito conjuntamente con Juan Larrea Ilegible hijo flauta, del que deb¨ªa surgir "una pel¨ªcula de car¨¢cter surrealista".Pero vayamos al principio. ?Por qu¨¦ M¨¦xico? Ah¨ª el azar y la pol¨¦mica desempe?an su papel. El azar quiso que Bu?uel se encontrara a Denise Tual -uno de los personajes de El perro andaluz- en Los ?ngeles. Ella le propuso dirigir, en Par¨ªs, la versi¨®n cinematogr¨¢fica de La casa de Bernarda Alba. El viaje a la capital francesa obligaba a una escala mexicana, momento en el que entraron en contacto con Paquito Garc¨ªa Lorca que les hizo saber que estaba en tratos con unos brit¨¢nicos para la venta de los derechos de la obra se hermano.
El viaje parisiense se interrumpe y es la aparici¨®n del productor, Oscar Dancigers, la responsable de que Bu?uel troque la provisionalidad de una habitaci¨®n de hotel por una residencia definitiva.
La pol¨ªtica intervino v¨ªa Dal¨ª. En 1939, Luis Bu?uel, despu¨¦s de unas pocas semanas dedicadas a enviar, como encargado de propaganda, unos peque?os globos repletos de octavillas por encima de los Pirineos -"actividad que se me antojaba un tanto rid¨ªcula"-, decide marchar a los Estados Unidos. All¨ª espera trabajar como asesor hist¨®rico de filmes prorrepublicanos que nunca se rodaron. El Museo de Arte Moderno de Nueva York le contrata como jefe de montaje para que cuide de la selecci¨®n de pel¨ªculas de propaganda antinazi que hay que distribuir en Am¨¦rica. Su traba o se estabiliza y su carrera como cineasta parece acabada hasta que se publica la autobiograf¨ªa Vida secreta de Salvador Dal¨ª. En ella, Bu?uel es tachado de ateo, acusaci¨®n daliniana que los eternos partidarios de cazar brujas aprovechan para arremeter contra el aragon¨¦s. Se ve forzado a dimitir, a dejar el museo y a buscar trabajo de nuevo. Indignado, Bu?uel cita a Dal¨ª en un bar. Est¨¢ furioso, dispuesto a pegarle, lo insulta, hasta que el pintor le responde: "Escucha, he escrito este libro para hacerme un pedestal a m¨ª mismo. No para hac¨¦rtelo a ti". Es el definitivo final de una amistad.
Rodar a la contra
De la etapa mexicana de Luis Bu?uel queda el ejemplo de su talento para superar las limitaciones que impon¨ªa la producci¨®n. Es una sistem¨¢tica lucha a la contra, en la que el director opta por llevar al extremo los elementos m¨¢s melodram¨¢ticos, hasta conseguir verdaderas apolog¨ªas del amor fou, la necrofil¨ªa o el humor negro. Pero rodar siempre a la contra no es el iedal de nadie y por eso hay que valorar la inflexi¨®n que supone en su carrera el poder dirigir Los olvidados -aqu¨ª a¨²n se caer¨¢ en el confusionismo de vincular Bu?uel al neorrealismo-, El ¨¢ngel exterminador o las adaptaciones de Gald¨®s. A Luis Bu?uel, que en 1949 obtuvo la nacionalidad mexigana, su pa¨ªs de adopci¨®n siempre le pareci¨® extraordinario, un poco porque era capaz de mirarlo desde fuera, desde su radical declaraci¨®n de apoliticismo. La corrupci¨®n, el culto a la muerte, el machismo, todo lo que hay de fan¨¢tico y primitivo en M¨¦xico, aparece- en su pel¨ªculas relatado con un sentido ambivalente, con esa misma ambivalencia por la que se manifestaba como anarquista te¨®rico, al mismo tiempo que declaraba que la guerra civil se perdi¨® por culpa de los anarquistas. Y, complementariamente, se irritaba ante la disciplina y ortodoxia comunista, aunque ve¨ªa en ella la ¨²nica salvaci¨®n para que la Rep¨²blica obtuviese una victoria militar.
En ¨²ltimo t¨¦rmino, Luis Bu?uel lo ¨²nico que ha querido desarrollar a lo largo de su obra, mexicana o no, es la defensa de la imaginaci¨®n en tanto que libertad total del hombre. Detestaba la obsesi¨®n por comprender, por mediocrizar, por encontrar explicaciones a todo. Uno de los personajes de su V¨ªa l¨¢ctea habla de ese mundo que ignora los sue?os, los sentimientos y las contradicciones y dice: "Mi odio a la ciencia y mi desprecio a la tecnolog¨ªa me acabar¨¢n conduciendo a esta absurda creencia en Dios".
Babelia
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