Relevo en Guatemala

UNO DE los militares guatemaltecos que han producido el cambio de presidente dec¨ªa, d¨ªas atr¨¢s, que el golpe de Estado est¨¢ institucionalizado en su pa¨ªs y, en general, en Am¨¦rica Latina, de manera que esta forma de sustituci¨®n pol¨ªtica es menos dolorosa que en otras partes, e incluso tambi¨¦n menos que otras formas de cambio. Curiosa legalizaci¨®n y perpetuaci¨®n de una forma de delincuencia. Efectivamente, el relevo de mando en Guatemala se ha producido de una forma Pr¨¢cticamente institucionalizada: ven¨ªa advirti¨¦ndose desde hac¨ªa tiempo y la dificultad principal radicaba ' m¨¢s que en apartar a R¨ªos Montt, en buscar un punto de equilibrio entre los mandos militares. Se ha conseguido provisionalmente en el personaje de ?scar Humberto Mej¨ªa Victores, hombre macizo de cuerpo y de ideas, no muy dado a la expresi¨®n verbal, pero s¨ª a la acci¨®n violenta. El tiempo que vaya a durar en este cargo depender¨¢ de las peculiares leyes de la institucionalizaci¨®n.R¨ªos Montt ha ca¨ªdo por su pr opio peso. Dentro del pintoresquismo que suele acompa?ar a estos tiranuelos hay muchas medidas, y R¨ªos Montt les hab¨ªa sobrepasado con su extravagancia, de la cual no era el menor rasgo el de su credo protestante de la Iglesia del Verbo Divino, rareza considerable dentro de un pa¨ªs cat¨®lico en un continente cat¨®lico. Pero, no una rareza descontrolada en la medida en que, contando con apoyos en los propios Estados Unidos, lugar de origen de la secta, supon¨ªa una seria advertencia a la Iglesia cat¨®lica, tan inclinada a la defensa de los intereses populares en los ¨²ltimos a?os y hasta a formas tan reprendidas por la jerarqu¨ªa como la Iglesia popular de Nicaragua. La direcci¨®n vaticana y la reciente visita del Papa a Centroam¨¦rica han corregido en parte el desviacionismo cat¨®lico minando, a la vez, la extravagancia de R¨ªos Montt, que, por otra parte, no parec¨ªa tener el futuro que ¨¦l crey¨®. Los protagonistas de las grandes fuerzas represoras del continente pueden no atender la insistencia de la Iglesia cat¨®lica en que abandonen la utilizaci¨®n para sus fines de la violencia de Estado, pero est¨¢n seguros de que si se pasan a alguna forma de protestantismo eso si que ser¨ªa un factor decisivo para su condenaci¨®n eterna.

A R¨ªos Montt no se le ha depuesto s¨®lo por eso, sino porque tem¨ªan sus cong¨¦neres que fuera m¨¢s all¨¢ de lo debido en ciertas ofertas de normalizaci¨®n, como la fijaci¨®n de fechas electorales y la supresi¨®n de los tribunales especiales para juzgar y castigar a los rebeldes. Cierto que en su breve prograf¨ªa quienes le sustituyen anuncian que continuar¨¢n adelante con esos planes. Lo que les debi¨® parecer malo de R¨ªos Montt era la posibilidad de que efectivamente los cumpliera, tentaci¨®n en la que no tiene por qu¨¦ caer el general Mej¨ªa Victores; y si por alguna raz¨®n cayese en esa tentaci¨®n o sufriera el efecto de determinadas presiones exteriores, la institucionalizaci¨®n del golpe de Estado le sustituir¨ªa cuando llegara el momento.

De una manera m¨¢s global puede considerarse que la nueva direcci¨®n de Guatemala coincide exactamente con la llegada a Honduras -cuyo Gobierno ha sido el primero en felicitar inmediatamente a Mej¨ªa Victores- de los aviones del puente a¨¦reo con Estados Unidos cargados de armas y de especialistas, y con el refuerzo posible a la Junta de El Salvador, pa¨ªses con los que forma un tr¨ªo decisivo frente a Nicaragua. La rectificaci¨®n o el relevo de mando militar en Guatemala parece indicar, por tanto, el final de alguna aventura ideol¨®gica, de alguna debilidad por exceso de preocupaciones mentales, para entrar de lleno en la pol¨ªtica de acci¨®n de todo el grupo centroamericano. Es un dato m¨¢s.

El grupo de Contadora, animado por las primeras declaraciones del general Mej¨ªa a favor de la democratizaci¨®n del pa¨ªs, cree ver en la ca¨ªda de R¨ªos Montt una expectativa para la paz en Centroam¨¦rica. En Washington, las dudas de los senadores moderados sobre las intenciones reales del general golpista no han impedido una reacci¨®n inicial favorable del Departamento de Estado. Dentro de la misma Guatemala no ha sorprendido a nadie ni ha disgustado profundamente a nadie la ca¨ªda de R¨ªos Montt, excepto, naturalmente, a ¨¦l mismo, que estaba seguro de que era portador de unos valores divinos y, por tanto, de una protecci¨®n ultraterrena, lo que le hab¨ªa valido la apelaci¨®n burlona de Jomeini de Am¨¦rica. Los ocho muertos del conato de asalto y defensa del palacio presidencial no resultan m¨¢s que comparsas tr¨¢gicos para dar verosimilitud a esta peculiar forma de institucionalizaci¨®n del golpe de Estado.

M¨¢s que la ca¨ªda del iluminado, lo que molesta en los c¨ªrculos interiores de poder es la personalidad de Mej¨ªa, pasado as¨ª del Ministerio de Defensa a la Presidencia. Es un outsider, un hombre de repuesto utilizado para resolver otras disputas internas por el poder; esta simple condici¨®n de hombre-bloque, no dado con exceso al pensamiento, fue la que le elev¨® al Ministerio de Defensa. Pero no se sabe si una vez izado a la Presidencia querr¨¢ actuar por su cuenta, m¨¢s all¨¢ de su propia capacidad y de la gu¨ªa del perfecto presidente.