El primer gol de Julio Igles?as
El repertorio era pr¨¢cticamente el mismo. Un repaso a sus temas de siempre, una incursi¨®n en lo que ya es cl¨¢sico -Casablanca, Candilejas- un paseo por las viejas, entra?ables baladas latinoamericanas. Lo que s¨ª era rotundamente distinto, anoche, en el Estadio Luis Sitjar, de Palma de Mallorca, era el p¨²blico. Un p¨²blico que no me atrever¨ªa a calificar de popular en bloque, pero s¨ª en parte.Porque si en la platea improvisada en el c¨¦sped sobre moqueta roja, se pod¨ªan contar muchas familias compuestas por varias generaciones, en los grader¨ªos la gente era joven, muy joven. Y del g¨¦nero femenino en su mayor¨ªa. Especialmente en el sector situado a la izquierda del escenario, donde varios centenares de fan¨¢ticas enloquecidas lograron que sus voces se elevaran por encima de los admirativos susurros del resto del personal: alrededor de 26.000 personas.
El propio Julio Iglesias, poco antes de iniciar su recital, no se lo pod¨ªa creer y preguntaba como un poseso "?De verdad se va a llenar?" No solo se llen¨® sino que el concierto se prolong¨® durante dos horas largas, sin pausa pero con mucha interrupci¨®n: aplausos por parte de quienes hab¨ªan acudido a escucharle -la mayor¨ªa-, y exclamaciones tales como t¨ªo bueno, en boca de quienes hab¨ªan acudido a verle. Muchachas tan entregadas, que no pod¨ªan soportar que Julio se alejara de su sector, que se refiriera a "lo mayor que estoy", o a sus amores fracasados.
Julio coquete¨® descaradamente con el p¨²blico durante todo el recital, sin perder de vista, sin embargo, que all¨ª, en el monstruoso escenario, estaba cantando. Antes de continuar, hay que decir que la enorme esctructura de mecanotubo iba casi de lado a lado del estadio y que el equipo de sonido era de los que tiran de espaldas: se pod¨ªa escuchar con nitidez desde cualquier rinc¨®n del campo hasta el zumbido de las escobillas del bater¨ªa. Con un perfecto dominio de la escena -que eso no se le puede discutir, guste o no guste- Julio se dedic¨® a largar, achuchar, ensanchar, arrastrar y desmadrar -dentro de un orden, claro- esa voz de alm¨ªbar que las pone como una moto. A las fans, naturalmente.
El secreto de ese enervamiento o sofoco femenino, que se produce en cuanto Julio abre la boca, dir¨ªa yo que radica en el sadismo con que alarga las frases de sus canciones, hasta el punto de que una no sabe cu¨¢ndo ni c¨®mo va a acabar: la referencia er¨®tico-sexual es evidente. Lo que pasa es que Julio, por lo menos cantando, primero se alarga mucho y luego se corta brusco, dejando a las chicas con el alm¨ªbar a medias.
A lo largo del recital muchas referencias a su espa?olidad y hasta disculpas por cantar algunos temas en ingl¨¦s o franc¨¦s. Al final, m¨¢s de un cuarto de hora de propina, y por su puesto Hey!, que todav¨ªa calent¨® m¨¢s los ¨¢nimos. Si alg¨²n fallo hubo durante el recital fue de luces, que de vez en cuando se nos qued¨® el artista sin foco y tuvo que pedirlo cual si de un estribillo se tratara. En el delirio de bises, Julio hizo por fin lo que todos, mejor dicho todas, estaban esperando: se quit¨® la chaqueta y la arroj¨® al respetable. Luego, completamente exhausto, pero seguro de haber metido su primer gol en esta gira de crooner internacional por Espa?a, salud¨® mucho y dijo: "Dios os lo pague". Como debe ser, cuando uno es de bue na familia.
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