Ni un minuto m¨¢s de silencio
Un poeta de mi pa¨ªs cre¨® esta imagen: "Fomos ficando s¨®s / o mar o barco e m¨¢is n¨®s" (Fuimos quedando solos / el mar, el barco y nosotros), que en el mismo poema se transformaba finalmente en esta otra: "E ficamos n¨®s s¨®s / sin o mar e sin o barco / nos" (Y quedamos nosotros solos / sin el mar y sin el barco / nosotros). Su autor, Manuel Antonio, de Rianxo, marinero de profesi¨®n en barcos mercantes a vela, muerto en 1929, a los 29 a?os, de tisis, nacionalista radical de ideolog¨ªa.Me vino esa imagen a la memoria tras haber le¨ªdo -tras haber conseguido leer hasta el final- el aterrador relato y testimonio de Mario Benedetti en EL PAIS del pasado d¨ªa 5, Diez a?os de soledad. Haber conseguido leerlo hasta el final controlando en lo posible mis emociones, mi indignaci¨®n renacida, mi inhabitual impulso de agredir, de borrar de cualquier palmo de superficie de este planeta la presencia y el vestigio de quienes son capaces de semejante sadismo y ferocidad helada. Conclu¨ª que me despreciar¨ªa a m¨ª mismo si, despu¨¦s de haberlo le¨ªdo y reavivado en mi memoria, guardase silencio durante un s¨®lo minuto m¨¢s ante esos espeluznantes 10 a?os de soledad y tortura ensa?ada. Y pens¨¦, aun sabiendo la insignificancia de mi iniciativa de hablar, de escribir aqu¨ª, que si en esa iniciativa coincidi¨¦semos docenas, cientos, miles de seres humanos, si as¨ª se alzase un clamor, contribuir¨ªamos a que quienes luchan y act¨²an en la pr¨¢ctica d¨¦ todos los modos y con todos los medios a su alcance para devolver al pueblo uruguayo sus libertades y a los rehenes la luz del d¨ªa, logren sus objetivos para bien de todos nosotros, uruguayos o no. Porque si no todos nosotros seremos de alg¨²n modo responsables, compartiremos de alg¨²n modo la culpabilidad por todo lo que el pueblo uruguayo y los rehenes padecen a consecuencia de este delito tan grave y tan simple: ser coherentes con su creencia en la dignidad humana y en el derecho a ser uno mismo en su circunstancia concreta, en su propio entorno. Expreso as¨ª, insignificantemente, mi repugnancia y mi condena a los verdugos uruguayos, y mi solidaridad a quienes son hoy sus v¨ªctimas y luchan contra ellos. Incluida Amnist¨ªa Internacional, que alg¨²n cantante de tonadillas sensibleras para seres amorfas se guardar¨ªa de intentar difamar si tuviese un ¨¢pice de inteligencia, que no, ni tan siquiera, de honestidad. /
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