El Gobierno
LA HABITUAL paralizaci¨®n producida en Espa?a por las vacaciones veraniegas crea la apariencia de una ruptura en la continuidad de la vida p¨²blica y empareja la reanudaci¨®n del curso pol¨ªtico con el comienzo del curso escolar. Sin embargo, la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la LOAPA, la guerra de las banderas en el Pa¨ªs Vasco, las catastr¨®ficas inundaciones en el Norte y el afloramiento de las tensiones entre UGT y el poder ejecutivo en torno a la pol¨ªtica econ¨®mica han dejado escasa paz a los responsables del Estado en el mes de agosto. La preparaci¨®n del debate parlamentario sobre el estado de la naci¨®n, fijado para el 20 de septiembre, acelera, por lo dem¨¢s, la reanudaci¨®n de las discusiones pol¨ªticas.El Gobierno socialista se enfrenta con un nuevo tramo de ejercicio del poder con un disminuido entusiasmo social, como consecuencia de la deteriorada situaci¨®n econ¨®mica y de los incumplimientos de algunos renglones de su programa electoral. Cabe conjeturar que ese inevitable desgaste es hoy notablemente inferior al que los profetas derechistas del catastrofismo hab¨ªan vaticinado, pero mayor de lo que las autocomplacencias de algunos socialistas est¨¢n dispuestos a conceder. El PSOE sigue teniendo como baza decisiva de su popularidad y prestigio la figura de Felipe Gonz¨¢lez, que ha mostrado en la presidencia del Gobierno la misma notable capacidad pol¨ªtica que hab¨ªa probado durante su etapa de l¨ªder de la oposici¨®n.
Tal vez el rasgo m¨¢s desagradable de los primeros 10 meses de Gobierno socialista haya sido su vacilante pol¨ªtica en el ¨¢mbito de las libertades. Es cierto que el ministro Ledesma ha iniciado con buen ritmo la realizaci¨®n de parte de las reformas contenidas, en el programa electoral del PSOE, Si bien las restricciones de la ley de Asistencia Letrada al Detenido, el retraso en enviar a las Cortes el proyecto de la ley de h¨¢beas corpus y la desnaturalizaci¨®n de la ley de Asilo Pol¨ªtico denuncian las huellas de las presiones limitativas del Ministerio del Interior y de otros sectores del Gobierno sobre la normativa de amparo y desarrollo de las libertades. La pol¨ªtica pr¨¢ctica de orden p¨²blico, sin embargo, ha estado atenazada por el temor a que un desbordamiento de situaciones conflictivas colocara al Gobierno socialista en la posici¨®n de ser acusado de debilidad por la derecha conservadora. Pero esa prevenci¨®n, en s¨ª misma razonable, ha llevado al ministro del Interior a una sorprendente mimetizaci¨®n con los procedimientos de sus predecesores, de forma tal que Jos¨¦ Barrionuevo ha podido ser ovacionado y adulado, contra su voluntad, por la derecha autoritaria. La toma del Ayuntamiento de Bilbao fue una estampa casi digna de los tiempos previos a. la reforma pol¨ªtica y una decisi¨®n que los ministros centristas del Interior dif¨ªcilmente hubieran adoptado.
Tampoco el Gobierno socialista ha mostrado entusiasmo a la hora de materializar sus promesas de establecer una metaf¨®rica l¨ªnea caliente con la sociedad. Ni siquiera, el presidente Gonz¨¢lez se ha librado del aislamiento del poder, como muestran su escasa participaci¨®n en la vida parlamentaria o aquellas desgraciadas declaraciones en las que manifest¨® que no estaba dispuesto a negociar bajo la presi¨®n, de la calle, como si no hubiese sido la calle precisamente quien le envi¨® en su d¨ªa al palacio de la Moncloa. La euforia de algunos altos cargos al instalarse en el aparato del Estado y descubrir las gratificaciones materiales y psicol¨®gicas inherentes a la funci¨®n p¨²blica ha tenido como correlato la falta de encaje para las cr¨ªticas y una creciente desconfianza hacia las iniciativas y opiniones ciudadanas. La desastrosa pol¨ªtica informativa del Gobierno y el fracaso del equipo directivo de Televisi¨®n (ser¨ªa injusto atribuir las reponsabilidades solo a Calvi?o y Balb¨ªn) son ejemplos altamente significativos de esa enfermedad de las alturas que el ejercicio del poder propicia. Pero m¨¢s preocupante son las resistencias de algunos sectores gubernamentales a reconocer los errores y a rectificar las equivocaciones. Dentro de ese mismo cuadro de arrogancia, que suele expresarse ret¨®ricamente con las f¨®rmulas un Gobierno que gobierna o el Gobierno no tolera pulsos, puede inscribirse el ocasional descuido para respetar las normas jur¨ªdicas que limitan el ejercicio del poder (recu¨¦rdese el decreto-ley de expropiaci¨®n de Rumasa o la reacci¨®n del ministro de Administraci¨®n Territorial frente a la sentencia de la LOAPA) y la torpeza en las relaciones con otros ¨®rganos del Estado (por ejemplo, la renovaci¨®n del Tribunal Constitucional).
El debate del 20 de septiembre dar¨¢ ocasi¨®n para analizar el grado de cumplimiento del programa de reformas anunciado por el PSOE en las distintas ¨¢reas. La actividad legislativa desplegada por los Ministerios de Educaci¨®n -la LRU y el proyecto de la LODE- y de Justicia, y el sentido de la responsabilidad de los ministros de Hacienda e Industria contrastan con la ineficacia mostrada por los titulares de Sanidad o de Transportes, el confusionismo desplegado por el ministro de Asuntos Exteriores el aplazamiento de las cuestiones sustanciales de la reforma de la Administraci¨®n, dependiente del ministro de la Presidencia, y la pr¨¢ctica desaparici¨®n del mapa de los ministros de Agricultura y Obras P¨²blicas.
Cabe se?alar cu¨¢les pueden ser los motivos que ocasionen los mayores quebraderos de cabeza al poder ejecutivo durante los pr¨®ximos meses. La doble amenaza del terrorismo y del golpismo, que mantendr¨¢ en vilo la estabilidad democr¨¢tica espa?ola durante largo tiempo, ser¨¢ sin duda el tel¨®n de fondo de las restantes preocupaciones, y conceder¨¢ una atenci¨®n prioritaria a la pol¨ªtica para erradicar a las bandas armadas y a los anunciados proyectos del ministro de Defensa. Algunos nombramientos de este, y el mantenimiento de la Junta de Jefes de Estado Mayor nombrada por Calvo Sotelo-ponen de relieve una pol¨ªtica m¨¢s que cautelosa cara al poder militar. En un segundo plano, la pol¨ªtica econ¨®mica, la clarificaci¨®n de posiciones respecto a la salida o permanencia dentro de la OTAN y el trazado de la pol¨ªtica auton¨®mica pondr¨¢n a prueba la inteligencia pol¨ªtica y la capacidad ejecutiva del Gobierno.
Tal vez la nota com¨²n a esos tres ¨²ltimos ¨¢mbitos de problemas sea la paradoja de que el Gobierno monocolor socialista, necesaria consecuencia de la abrumadora victoria electoral del 28 de octubre, se ve obligado por la fuerza de las circunstancias y por los tres millones de votos prestados a llevar a cabo pol¨ªticas sectoriales propias de un gobierno de coalici¨®n. La coherencia del Consejo de Ministros y de la mayor¨ªa parlamentaria ofrece la ventaja de no tener que negociar las leyes o las decisiones con fuerzas pol¨ªticas de otro signo. Sin embargo, el Gobierno tropieza a la vez con la dificultad de no poder esgrimir la necesidad de llegar a acuerdos con otros grupos como coartada para justificar la adopci¨®n de medidas que se apartan del programa del PSOE. La pol¨ªtica auton¨®mica de los socialistas, gravemente quebrantada por la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la LOAPA, no admite ya como excusa la existencia de los pactos entre Felipe Gonz¨¢lez y Leopoldo Calvo Sotelo, dado que UCD ha dejado de existir y que los nacionalismos catal¨¢n y vasco mantienen sus posiciones. En el debate sobre la OTAN, el Gobierno tendr¨¢ que aguantar a cuerpo limpio sus decisiones y que asumir plenamente sus responsabilidades, puesto que su desahogada mayor¨ªa parlamentaria har¨ªa innecesaria cualquier concesi¨®n a las posturas atlantistas de otros partidos. Todav¨ªa m¨¢s importantes pueden ser las tensiones derivadas de la aplicaci¨®n por el Gobierno de la pol¨ªtica econ¨®mica y de la aprobaci¨®n del plan cuatrienal, terreno en el que las exigencias derivadas de la lucha contra la inflaci¨®n, el saneamiento del sector p¨²blico y la reducci¨®n del d¨¦ficit tropezar¨¢n con las demandas sociales de los desempleados, con la estrategia corporativista de los sindicatos que representan a la poblaci¨®n ocupada, con los dram¨¢ticos problemas del campo andaluz y con el recuerdo de las promesas de creaci¨®n de puestos de trabajo incluidas en el programa electoral del PSOE. No es f¨¢cil, en verdad, realizar una pol¨ªtica que satisfaga simult¨¢neamente a 10 millones de electores, que haga compatibles las necesidades objetivas de funcionamiento de una sociedad compleja con las demandas de los ciudadanos y que mantenga el inestable equilibrio entre lo posible y lo deseable, entre las promesas y las realidades. Ese es el reto con que se enfrentar¨¢ el Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez a lo largo de toda la legislatura.
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