Vida y muerte de un intento 'desesperado' por crear un foco guerrillero en Honduras
Versiones contradictorias corren sobre la suerte del comandante en jefe del grupo guerrillero hondure?o FAR, Jos¨¦ Mar¨ªa Reyes Matta. Medios pr¨®ximos a la izquierda, que citan a familiares de oficiales destacados en Olancho, aseguran que el m¨¢ximo dirigente de las Fuerzas Armadas del Pueblo fue capturado el s¨¢bado ¨²ltimo cerca de Juticalpa, despu¨¦s de intensos combates, y que desde entonces se encuentra confinado en el destacamento de El Aguacate.El portavoz del Ej¨¦rcito las Fuerzas Armadas, coronel C¨¦sar Elvir, ha desmentido esta informaci¨®n. Algunos mandos militares aseguran que Reyes Matta habr¨ªa regresado a Nicaragua tras las deserciones ocurridas en sus filas.
La denuncia de la izquierda obedecer¨ªa, seg¨²n fuentes bien, informadas, al temor de que el dirigente guerrillero pueda ser desaparecido tras su captura, raz¨®n por la que ¨¦sta se habr¨ªa dado a conocer aun antes de ser comprobada. En estos ambientes pocos creen que Reyes Matta pueda aparecer vivo en Honduras.
Reyes Matta se gradu¨® en Medicina en La Habana a finales de los a?os sesenta y estuvo en Bolivia junto a los supervivientes de la guerrilla del Che Guevara, intentando reactivar el Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional. Capturado y condenado, a los seis meses se fug¨® de la c¨¢rcel y viaj¨® al Chile de Allende. Al producirse el golpe militar, Reyes Matta se refugia en la embajada hondure?a y vuelve a su pa¨ªs. Uno de los fundadores del Partido Revolucionario de los Trabajadores Centro americanos (PRTC), una de las cinco siglas que combaten en El Salvador, particip¨® en 1981 en el secuestro del gerente de la compa?¨ªa Texaco en Tegucigalpa. Tras ser detenido, sale nuevamente en libertad gracias a una amnist¨ªa.
Aun los que muestran preocupaci¨®n por su vida, califican de desesperado este intento de crear un frente guerrillero hondure?o. A su juicio, no existen condiciones para un proyecto de esta naturaleza, que se habr¨ªa instrumentado para crearle al Ej¨¦rcito un enemigo interno que le obligue a desviar el punto de mira de Nicaragua. Contra lo que pudiera pensarse, nadie ha puesto en duda la versi¨®n oficial de que los 300 guerrilleros proced¨ªan de este pa¨ªs vecino.
Las deserciones ocurridas en las FAR desde el inicio mismo de su actividad han sido la puntilla de este movimiento que, bajo el patrocinio directo del PRTC, se inscribe de lleno en el conflicto regional. Esto pone en evidencia, una vez m¨¢s, que en Centroam¨¦rica no caben soluciones parciales y que cualquier arreglo debe ser suscrito por todos los Gobiernos.
Cuatro de los desertores han explicado a este peri¨®dico sus peripecias personales desde que salieron de Honduras el 16 de agosto de 1981 hasta que el pasado 19 de julio volvieron a su pa¨ªs con un fusil M16 al hombro y 500 cartuchos en la mochila. Seg¨²n sus testimonios, en ese intervalo recibieron entrenamiento militar en Cuba, por espacio de 12 meses, y adoctrinamiento pol¨ªtico en un piso franco de Managua.
Etapa en Nicaragua
Ram¨®n Arturo Colima, de 25 a?os, que con rango de teniente estaba al frente de un pelot¨®n, dice que fue reclutado bajo la promesa de que ser¨ªa instruido en cuestiones de reforma agraria y que despu¨¦s de esto tendr¨ªa trabajo asegurado en su pa¨ªs. Tanto a ¨¦l como a sus tres compa?eros se les asegur¨® que mientras permaneciesen fuera de Honduras sus familias recibir¨ªan 100 lempiras mensuales (7.500 pesetas). Sorprendentemente, ninguno inform¨® a sus familiares sobre sus proyectos.Los cuatro fueron conducidos a Managua, donde permanecieron por espacio de 45 d¨ªas. "Durante ese tiempo nos dieron instrucci¨®n pol¨ªtica, estudiamos los estatutos del PRTC y aprendimos a desmontar un Galil. Yo me di cuenta de que lo que ¨ªbamos a hacer no ten¨ªa nada que ver con lo que nos hab¨ªan dicho cuando nos trasladaron al aeropuerto y nos subieron a un avi¨®n de Cubana. En ese mismo momento decid¨ª desertar".
Con un poco de iniciativa y siguiendo siempre las instrucciones que recib¨ªa, Ram¨®n Arturo Colima dice que consigui¨® ganarse la confianza de sus jefes hasta el punto de nombrarle jefe del pelot¨®n. De los otros tres desertores que participan en la entrevista, Te¨®filo Ochoa, que s¨®lo estudi¨® un curso de primaria, tambi¨¦n declara rango de teniente, mientras que Reinaldo Cruz Z¨²?iga y Santos S¨¢nchez s¨®lo llegaron a subtenientes. Esta escala militar es poco frecuente en las guerrillas centroamericanas.
Entrenamiento en Cuba
"Cuando llegamos a Cuba nos trasladaron a un campamento situado entre las poblaciones de Pinar del R¨ªo y San Crist¨®bal. All¨ª fue donde nos dijeron por primera vez que ¨ªbamos a ser guerrilleros porque hab¨ªa que hacer la revoluci¨®n en Honduras". A lo largo de 12 meses, dicen que se combinaron las clases te¨®ricas (t¨¢ctica de guerrillas, comunicaciones, ingenier¨ªa militar, topograf¨ªa, primeros auxilios) con las pr¨¢cticas de tiro. Como una lecci¨®n bien aprendida, repiten sin una sola vacilaci¨®n una quincena de nombres de fusiles carabinas, metralletas y pistolas.En el mismo avi¨®n de Cuba viajaron 12 hondure?os, aunque luego se reunir¨ªan 62 en el campo de entrenamiento, todos de la misma nacionalidad. Tras permanecer un a?o en la isla, fueron llevados nuevamente a Managua, donde se agruparon 80 en una sola casa de dos plantas. Aparte de se?alar que se encontraban en la carretera sur, a unos 15 kil¨®metros de la capital, no pueden a?adir m¨¢s detalles porque s¨®lo se les permit¨ªa salir al m¨¦dico, siempre acompa?ados.
En dos ocasiones aseguran haber realizado, durante su permanencia en Nicaragua, ejercicios de combate. "El 19 de noviembre de 1982 nos llevaron a Zanaya norte para combatir a los contras. Anduvimos 45 d¨ªas y no llegamos a pelear porque cuando los descubrimos huyeron". Siempre les dijeron que, a m¨¢s tardar en septiembre de este a?o, regresar¨ªan a Honduras: "Cruzamos la frontera el 19 de julio por el r¨ªo Coco. Ven¨ªamos 96 hombres y atr¨¢s quedaban otros 176. Nosotros ten¨ªamos que dividirnos en tres frentes: el oriental (Olancho), el central (Tegucigalpa) y el norte (San Pedro Sula), a raz¨®n de 30 hombres en cada uno. Nuestra misi¨®n no era combatir de inmediato, sino reclutar una base social de apoyo y nuevos combatientes, con el fin de llegar a unos 1.000 para diciembre, fecha elegida para empezar a actuar.
Resulta un tanto sorprendente que unos hombres cuya misi¨®n consist¨ªa en buscar colaboradores entre el campesinado vistieran un impecable uniforme verde oliva que a¨²n conservan. "Cuando ya nos dirig¨ªamos hacia Galta, divididos en grupos de 30, desertamos la primera noche y nos guiamos por el mapa y la br¨²jula que llev¨¢bamos para dirigirnos hacia la base militar de la nueva Palestina, adonde llegamos el 21 de agosto". Posteriormente han colaborado con el Ej¨¦rcito en el rastreo de sus antiguos compa?eros, incluso guiando a los helic¨®pteros en medio de la jungla de Olancho.
Todos ellos se?alan que su comandante en el interior era Jos¨¦ Mar¨ªa Reyes Matta, aunque no se ponen totalmente de acuerdo acerca de si formaba parte o no del directorio m¨¢ximo, que estaba integrado por Ren¨¦ Bulnes Zapata, Serapio Romero y otros comandantes que se hac¨ªan llamar Eduardo, Fidel y Ricardo.
A lo largo de su testimonio, los desertores relatan una sospechosa falta de datos sobre Cuba y Nicaragua, pa¨ªses en los que dicen haber permanecido casi un a?o y, en cambio, no olvidan ning¨²n nombre de armas o el de la marca japonesa, nada com¨²n, de la radio. Aunque la propia izquierda hondure?a no haya objetado la versi¨®n oficial de esta aventura guerrillera, la en¨¦sima en Centroam¨¦rica, hay innumerables puntos oscuros y algunas contradicciones evidentes en el relato hecho por estos cuatro desertores, a los que el Ej¨¦rcito pone sin ninguna dificultad en manos de los periodistas.
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