Un nuevo rev¨¦s para el Kremlin
Por cuarta vez el Kremlin choca contra la Fundaci¨®n Nobel. Ya en tres ocasiones anteriores otros tantos personajes del mundo comunista que no escondieron sus cr¨ªticas frente al r¨¦gimen sovi¨¦tico recibieron -o al menos fueron elegidos para ello- el m¨¢s cotizado galard¨®n internacional.Hasta anoche, los medios de comunicaci¨®n sovi¨¦ticos no se hab¨ªan hecho eco de la concesi¨®n del Nobel de la Paz de 1983 al l¨ªder sindicalista polaco Lech Walesa. Pero en Mosc¨² se recordaban los enojos del Kremlin en ocasiones anteriores.
La ¨²ltima fue precisamente tambi¨¦n con un Nobel de la Paz: el concedido en 1975 al acad¨¦mico Andrei Sajarov, uno de los padres de la bomba at¨®mica de la URSS, que se distingui¨® por sus cr¨ªticas al sistema y que sigue en el destierro, en la ciudad cerrada de Gorki, despu¨¦s de mostrar sus deseos de proseguir la lucha a favor de los derechos humanos. "Un premio al antisovietismo", seg¨²n lo calificaron los medios de informaci¨®n sovi¨¦ticos.
Los otros dos premios Nobel mal vistos por el Kremlin fueron los escritores Boris Pasternak (concedido en 1958) y Alexander Solyenitsin (en 1970). Al primero se le oblig¨® a rechazar el galard¨®n, lo que no le rest¨® -ni mucho, menos- admiradores. A¨²n hoy Pasternak sigue recibiendo homenajes en su tumba del cementerio de Peredelkino, en las cercan¨ªas de Mosc¨². Solyenitsin, en cambio, s¨ª pudo aceptar el premio, pero acab¨®, hace siete a?os, en el exilio.
Esta vez el Nobel llega a manos de una de las personas que m¨¢s apuros ha ocasionado al r¨¦gimen sovi¨¦tico en los ¨²ltimos tiempos.
Lech Walesa, a pesar de todo, tard¨® en ser criticado abiertamente por el Kremlin. Incluso despu¨¦s del autogolpe de Estado dado por el general Wojciech Jaruzelski, en diciembre de 1981, la Prensa de la URSS le sigui¨® tratando con cierto respeto, quiz¨¢ con la esperanza de poder disfrutar de la moderaci¨®n que le hab¨ªa distinguido hasta entonces.
No obstante, Mosc¨² acab¨® dirigiendo sus dardos verbales hacia Walesa cuando vio que ¨¦ste estaba poco dispuesto a colaborar. La publicaci¨®n Literaturnaya Gazeta invent¨® un neologismo para la ocasi¨®n: walesear, que, seg¨²n esa revista, significaba "hacer huelgas sin preguntarse por qu¨¦ ni para qu¨¦".
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