Terrorismo e informaci¨®n
CON LA frustraci¨®n que acompa?a irremediablemente a la cesi¨®n ante un chantaje y con las dudas que siempre arrastra cualquier decisi¨®n moral en situaciones complejas, EL PA?S inserta hoy en sus p¨¢ginas un comunicado de ETA-VIII Asamblea ya difundido en peri¨®dicos vascos y emisoras de radio y a cuya publicidad informativa condiciona la organizaci¨®n terrorista la devoluci¨®n con vida de? capit¨¢n Alberto Mart¨ªn, secuestrado hace m¨¢s de una semana. Televisi¨®n Espa?ola inform¨® ayer de la existencia, de ese mensaje, resumi¨® los puntos esenciales de su contenido y se comprometi¨® a transmitirlo ¨ªntegro, "por razones exclusivamente humanitarias", una vez que el secuestrado sea puesto en libertad. Sorprende, en cualquier caso, que haya sido el Consejo de Administraci¨®n del Ente P¨²blico, y no su director general, quien haya refrendado ese acuerdo.La aceptaci¨®n de un chantaje de ese tipo, que viola los principios b¨¢sicos de la libertad de expresi¨®n, contradice los criterios del Gobierno, apoyado en este punto por la casi totalidad de las fuerzas democr¨¢ticas, sobre la publicaci¨®n de comunicados de los terroristas. La teor¨ªa de que, a la larga, la erradicaci¨®n del terrorismo exige, como una condici¨®n necesaria, el rechazo de cualquier tipo de extorsi¨®n realizado por esas bandas criminales posee serios argumentos a su favor y no puede ser despachada a la ligera. Ni siquiera es seguro que ETA-VIII Asamblea considere suficiente la publicaci¨®n del comunicado para respetar la vida del secuestrado, dado que tambi¨¦n exige otras condiciones relacionadas con el juicio de Berga -"posicionamiento claro y concreto" de las instituciones y fuerzas pol¨ªticas vascas- de irrealizable cumplimiento. A la inversa, pudiera igualmente darse el caso de que los terroristas, suceda lo que suceda, no se atrevieran a cumplir su siniestra amenaza. No creemos, por lo dem¨¢s, que la publicaci¨®n del comunicado en las actuales circunstancias pudiera dar lugar a que se exigieran responsabilidades penales a los difusores, amparados por la figura t¨¦cnico-jur¨ªdica de una clara eximente.
La decisi¨®n de publicar o no el comunicado se enfrenta, as¨ª pues, con un dilema real cuyos t¨¦rminos compiten en carga negativa. Cualquier elecci¨®n, por lo dem¨¢s, tiene que partir del hecho de que los argumentos favorables, aunque sean m¨¢s numerosos o resulten cualitativamente m¨¢s importantes- que los adversos no hacen desaparecer las razones en contra, que contin¨²an pesando sobre las conciencias. El rechazo de cualquier forma de extorsi¨®n terrorista, la defensa de la libertad de expresi¨®n, las dudas razonables sobre la eficacia de la cesi¨®n ante el chantaje, el respeto por la legalidad del Estado democr¨¢tico (algo muy distinto del arrogante principio de autoridad ret¨®ricamente enarbolado por ciertos portavoces), la repugnancia ante el contenido del comunicado y la sensaci¨®n de regalar una victoria psicol¨®gica a los secuestradores son factores que mueven a la negativa. Pero en el otro platillo de la balanza se halla, nada m¨¢s y nada menos, una vida humana en peligro. Nuestra decisi¨®n de publicar el comunicado de ETA-VIII Asamblea, por muy criticable que pudiera resultar desde otros puntos de vista, procede exclusivamente de la valoraci¨®n del drama del secuestrado, de la solicitud realizada por su familia y del deseo de contribuir -aunque sea con moderado escepticismo- a la posibilidad de salvar una vida. Porque mientras los terroristas de distinto signo han convertido el desprecio por la existencia humana en dogma te¨®rico y en gu¨ªa pr¨¢ctica de acci¨®n, para los dem¨®cratas, la vida de todas las personas, incluidos los violentos, constituye un bien sagrado.
Pero aunque los terroristas puedan ejercer con ¨¦xito su infame extorsi¨®n en el ¨¢mbito informativo, no lograr¨¢n hacer callar las voces que condenan su crimen y que ponen en evidencia la insensatez supina, de sus sanguinarias ideas. Los comunicados de ETA-VIII Asamblea de 7 y 13 de octubre constituyen, en este sentido, un paradigma de las falacias y de las contradicciones con las que los terroristas tratan usualmente de justificar sus brutales actuaciones. El cultivo del eufemismo (el secuestro es un arresto, y el secuestrado, un reh¨¦n alternativo o un detenido) y el retorcimiento de la expresi¨®n (al servicio de una altisonante y desventurada jerga doctrinaria) no consiguen ocultar las aparatosas grietas de una ideolog¨ªa que combina la demencia a la hora de captar la realidad con el doble lenguaje a la hora de formular juicios de valor. Resulta, as¨ª, que los comunicados protestan por el car¨¢cter. militar y el significado pol¨ªtico del proceso de Berga, pero, a la vez, se jactan de la "estructura operativa" -sin¨®nimo de comando armado que secuestr¨® al capit¨¢n Alberto Mart¨ªn y de su propia "din¨¢mica armada pol¨ªtico-militar". No acaban aqu¨ª las paradojas. Los terroristas, que se asombran de la dureza de las desorbitadas penas solicitadas por el fiscal, est¨¢n dispuestos, sin embargo, a aplicar la pena capital al secuestrado en el supuesto de que instancias ajenas al caso -Televisi¨®n Eepa?ola, las instituciones y las fuerzas pol¨ªticas vascas- no cumplan las condiciones que les son dictadas con la vida de un hombre como precio. De a?adidura, las habituales denuncias contra los malos tratos que reciben los terroristas detenidos resultan conciliables con la tortura -moral o f¨ªsica- que el capit¨¢n Alberto Mart¨ªn ha padecido en "el interrogatorio al que ha sido sometido" y del que ha salido con "un fuerte derrumbe moral". De creer a los terroristas, el juicio de Berga encierra un "trasfondo revanchista y coactivo" y constituye "un ajuste de cuentas" del Ej¨¦rcito. ?Pero hay una coacci¨®n mayor que la que puede sufrir un secuestrado amenazado con la muerte? ?Pero hay un ajuste de cuentas y un revanchismo m¨¢s villano que ese secuestro? Quienes protestan contra la falta de garant¨ªas procesales en la jurisdicci¨®n militar ?no reparan siquiera en la monstruosidad de que el capit¨¢n Alberto Mart¨ªn sea, condenado a muerte por gentes que desempe?an, a la vez, el papel de raptores, legisladores, fiscales, jueces y verdugos? Los terroristas critican al Gobierno por el plan ZEN, ?son tan ciegos que no comprenden que sus criminales acciones lo justifican? ETA-VIII Asamblea que dentincia la influencia del "poder militar" sobre el poder civil, niega, sin embargo, legitimidad democr¨¢tica al Gobierno socialista y se autodesigna a s¨ª misma como organizaci¨®n "pol¨ªtico-militar".
Finalmente, el cinismo de ETA-VIII Asamblea raya en la desverg¨¹enza al anunciar en su ¨²ltimo comunicado, con mal disimulado j¨²bilo, la existencia de sectores en las Fuerzas Armadas opuestos a las peticiones de indulto de los exterroristas que han renunciado a seguir el camino de la violencia. Hasta ahora, la antigua ETA Pol¨ªtico-militar se hab¨ªa limitado a calumniar y a amenazar de muerte a los presos y exiliados que desean integrarse en la sociedad democr¨¢tica. A partir de este momento, manifiesta adem¨¢s, obscenamente, su alborozo ante la idea de que "el Ej¨¦rcito no aceptar¨¢ jam¨¢s la vuelta" de algunos implicados en el juicio de Berga que han llegado a la razoriable conclusi¨®n de que la violencia es un calle j¨®n sin salida y de que Espa?a dispone de un sistema democr¨¢tico que permite la expresi¨®n pac¨ªfica de cual quier opini¨®n discrepante. Nunca se hab¨ªan pronunciado las org anizaciones terroristas y sus afines con tan escalofriante descaro sobre sus verdaderas actitudes en tomo al drama humano de los presos y refugiados. Que da ya claro que la verdadera funci¨®n que les asignan es la de continuar de por vida en las c¨¢rceles o en el exilio para servir de bandera y de carnaza a la agitaci¨®n en favor de una amnist¨ªa constitucionalmente imposible y pol¨ªticamente inimaginable mientras los excarcelados no renuncien de manera definitiva a la violencia y las bandas terroristas no depongan para siempre las armas. Por eso la decisi¨®n adoptada ayer por TVE y la inclusi¨®n en nuestras p¨¢ginas del comunicado de los terroristas son apuestas por la vida y la libertad, frente a los chantajes de los extorsionadores.
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