La 'batalla de la polic¨ªa', un reto para Barrionuevo
Hay polic¨ªas que investigan a otros polic¨ªas, comisarios que no se dirigen la palabra e inspectores que est¨¢n en prisi¨®n o expedientados
La polic¨ªa espa?ola atraviesa una de sus peores crisis, motivada principalmente por un ministerio que ya naci¨® dividido. El Cuerpo Superior de Polic¨ªa est¨¢ crujiendo por varios frentes. El ministro del Interior y los sindicatos han sido protagonistas de un esc¨¢ndalo en el que salieron a relucir frases insultantes. Hay polic¨ªas que investigan a otros polic¨ªas, comisarios que no se dirigen la palabra e inspectores que est¨¢n en prisi¨®n, como es el caso de Juan Jos¨¦ Medina. Son frecuentes las luchas por el poder, los expedientes y las aperturas de informaci¨®n, y recientemente ha salido a relucir el robo de casi 2.000 documentos, con dos funcionarios, de momento, presuntamente implicados.
En la polic¨ªa est¨¢ pasando casi todo, e incluso ha habido funcionarios que han vigilado a un alto cargo del ministerio que estaba reunido en un restaurante madrile?o con un industrial vasco. La falta de control es latente. Mientras tanto, el ministro Barrionuevo se vuelca con la Guardia Civil, el ¨²nico cuerpo de seguridad dedicado a la investigaci¨®n que, al menos, mantiene la disciplina.La historia ya es vieja y se remonta a la llegada del Partido Socialista Obrero Espa?ol (PSOE) al Gobierno. Los observadores pol¨ªticos apostaban en aquellas fechas por un hombre al frente del ministerio, Carlos Sanju¨¢n, uno de los pocos socialistas que conoc¨ªan a la polic¨ªa en la oposici¨®n. Sin embargo, Sanju¨¢n se qued¨® en subsecretario y le pas¨® por delante Jos¨¦ Barrionuevo, un hombre duro para un ministerio duro, con la experiencia que le daba el haber sido el m¨¢ximo responsable de Polic¨ªa Municipal de Madrid durante cuatro a?os, aunque se limitaba fundamentalmente a los mandos policialei de la capital.
Entre los responsables de la seguridad p¨²blica son muchos los que afirman que la pol¨ªtica de nombramientos que se sigui¨®, ya con Barrionuevo al frente del ministerio, no result¨® acertada. La idea de que no existe una pol¨ªtica policial ni un equipo que la pueda poner en pr¨¢ctica est¨¢ hoy bastante extendida. Sectores de polic¨ªas culpan de la situaci¨®n a algunos sindicatos policiales, que supieron imponerse en su d¨ªa y lograron colocar a varios de sus hombres en puestos de responsabilidad. Otros acusan al director general de la Polic¨ªa, Rafael del R¨ªo, un hombre que entr¨® apoy¨¢ndose en el sector de Carlos Sanju¨¢n y que hoy mantiene estrechas relaciones con Rafael Vera, director general de la Seguridad del Estado, colaborador de Barrionuevo en el ayuntamiento madrile?o.
El nombramiento de Rafael Del R¨ªo se efectu¨® casi al mismo tiempo que el de los principales cargos del ministerio, pero ya hab¨ªa personas que ten¨ªan asegurados otros puestos. Eran, los polic¨ªas que colaboraron con el PSOE durante la oposici¨®n. Mariano Baniandr¨¦s, llamado por sus propios compa?eros el comisario pol¨ªtico, dadas sus afinidades con algunos de los nuevos gobernantes, fue quien comunic¨® de forma oficiosa a Del R¨ªo que ¨¦ste hab¨ªa sido nombrado director general de la Polic¨ªa.
Baniandr¨¦s, con categor¨ªa de subcomisario, fue nombrado jefe de tres brigadas (Interior, Antigolpe y Relaciones Informativas, esta ¨²ltima enclavada en el CESID), y se puso r¨¢pidamente a trabajar, consiguiendo algunos logros (descubrimiento de la desaparici¨®n de 2.000 expedientes y de numerosos documentos del caso Rumasa), aunque pronto comenz¨® a incrementar su n¨²mero de enemigos. Adem¨¢s de llevar servicios extremadamente delicados, era de los pocos polic¨ªas que pod¨ªan moverse con libertad por los despachos ministeriales, lo que creaba importantes recelos, sobre todo entre aquellos otros altos cargos que no ten¨ªan nada que ver con los nombramientos pol¨ªticos.
Otros dos polic¨ªas que tambi¨¦n ten¨ªan m¨¢s o menos asegurados puestos dentro del esquema policial eran el ex dirigente de la Uni¨®n Sindical de Polic¨ªas (USP) Jes¨²s Merino de la Hoz, hoy secretario general de la Polic¨ªa y en aquellas fechas nombrado comisario general de Seguridad Ciudadana, y el comisario Francisco Mata, jefe de la Divisi¨®n de Personal.
Las primeras rencillas
La mayor parte del esquema policial la reconstruy¨® el propio Del R¨ªo, que mantuvo a algunos jefes policiales nombrados por su antecesor y amigo Jos¨¦ Luis Fern¨¢ndez Dopico (ambos son de la misma promoci¨®n) y destituy¨® al resto, lo que origin¨® las primeras rencillas y brotes de enfrentamiento.?ste fue el caso de Manuel Ballesteros, comisario general de Informaci¨®n con Juan Jos¨¦ Ros¨®n, que fue sustituido por Jes¨²s Mart¨ªnez Torres, un hombre al que precisamente Ballesteros hab¨ªa destituido meses antes como comisario jefe de San Sebasti¨¢n.
Del R¨ªo mand¨® a una comisar¨ªa de distrito, como segundo jefe, a Joaqu¨ªn de Domingo Martorell, anterior jefe de la Brigada Central de Informaci¨®n y hombre de m¨¢xima confianza de Ballesteros. El comisario Domingo Martorell fue sustituido por Jos¨¦ Mar¨ªa Escudero, antiguo miembro del equipo del comisario, Roberto Conesa y subordinado de Del R¨ªo cuando ¨¦ste se encontraba al frente de la Jefatura Superior de Polic¨ªa de Barcelona. La limpieza en las unidades antiterroristas fue total, de ah¨ª que los principales jefes de grupos operativos se marcharan a otros destinos o pidieran excedencia.
?ste pudo ser el caso del inspector Juan Carretero, que en los ¨²ltimos 10 d¨ªas ha recibido, aun estando excedente, dos importantes condecoraciones, una de la polic¨ªa y otra de la Guardia Civil. Carretero fue requerido para los servicios de seguridad de la Casa Real, dada su experiencia en la lucha antiterrorista, pero sus nuevos superiores desaconsejaron este posible destino, dada su procedencia. Entonces fue enviado a una comisar¨ªa de distrito, donde dur¨® poco tiempo, ya que pidi¨® la excedencia y se integr¨® como jefe de seguridad en unos grandes almacenes.
Una caja vac¨ªa
Mart¨ªnez Torres se quejaba de que Ballesteros, a quien no parece perdonar que le destituyera, no le hubiese dejado ni una fuente, y repet¨ªa sin cesar a todo aquel que le visitaba que lo ¨²nico que se hab¨ªa encontrado en la Comisar¨ªa General de Informaci¨®n era una caja de caudales vac¨ªa. Ballesteros, mientras tanto, figuraba como asesor del equipo ministerial (luego ser¨ªa desplazado a un puesto burocr¨¢tico dentro la Comisar¨ªa General de Documentaci¨®n) y se le encomendaban algunos servicios espor¨¢dicos, caso del informe sobre la presencia de miembros de ETA Militar en Am¨¦rica Latina.Pero el mayor punto de crispaci¨®n surge con la operaci¨®n del barrio del Pilar de Madrid, en la que un fallo, hecho reconocido por todos los sectores policiales, impide detener al comando que ETA Militar tiene destacado en Madrid y liberar a Diego de Prado Col¨®n de Carvajal. El error consisti¨® en que la polic¨ªa se precipit¨® en la detenci¨®n de los ocupantes de un piso franco de Madrid. All¨ª fueron arrestadas tres personas, pero otras dos, las m¨¢s destacadas del comando, lograron huir. Seg¨²n informaciones policiales, precisamente a ese piso iba a ser trasladado el entonces secuestrado. La precipitaci¨®n impidi¨® detener a todos los etarras y quiz¨¢s tambi¨¦n liberar a Diego Prado.
La guerra entre los antiguos y los nuevos responsables de la lucha antiterrorista es feroz, ya que el servicio parece que fue heredado por el equipo de Mart¨ªnez Torres de los anteriores responsables de la Comisar¨ªa General de Informaci¨®n. Domingo Martorell y Escudero sostuvieron d¨ªas despu¨¦s un incidente verbal.
Del R¨ªo, al margen de estos nombramientos, hab¨ªa completado ya su esquema, situando a dos ex secretarios suyos, los comisarios Jes¨²s Prol y Juan Jos¨¦ Lesmes, al frente de la Divisi¨®n de Ense?anza y de la Jefatura Superior de Polic¨ªa de Granada. Asimismo, mantuvo a dos hombres de su confianza, o a los que les deb¨ªa reconocimiento en otros puestos, en dos importantes comisar¨ªas. Es el caso de Carlos G¨®mez de Ram¨®n (que perteneci¨® a su misma promoci¨®n), en Valencia; y de Raimundo Maestro, en Sevilla. Este ¨²ltimo ser¨ªa sustituido al cabo de unos meses por un hombre al que Del R¨ªo quer¨ªa a toda costa recuperar: el ex director general de la Polic¨ªa, Jos¨¦ Manuel Blanco, destituido tras el caso Arregui, el etarra muerto tras sufrir malos tratos.
Baniandr¨¦s, que no tiene la categor¨ªa de comisario, segu¨ªa siendo un hombre fuerte dentro del ministerio, y sus servicios no gustaban al resto de los altos cargos policiales, ya que encargaba operaciones sumamente delicadas y comprometedoras. Por ello se le persigui¨® desde dentro de la polic¨ªa hasta conseguir que Barrionuevo le retirara la confianza, lo que se produjo y provoc¨® su destituci¨®n. Con su salida lleg¨® la del inspector Juan Jos¨¦ Medina, el polic¨ªa que descubri¨® la desaparici¨®n de los 2.000 expedientes y que hoy est¨¢ detenido acusado de infidelidad en la custodia de documentos, ya que en un registro le encontraron varios informes policiales en su casa. Medina hab¨ªa investigado a sus propios compa?eros.
Nuevos esc¨¢ndalos
Paralelamente a esta destituci¨®n, ocurrida a principios de julio, surgen nuevos esc¨¢ndalos policiales; el primero, relativo a la posible detecci¨®n de escuchas ilegales; el segundo, relacionado con las filtraciones, lo que provoca amenazas del mando policial a los funcionarios. Barrionuevo le quita a la polic¨ªa el control de la petici¨®n de intervenciones telef¨®nicas y se la adjudica al teniente coronel de la Guardia Civil Guillermo Ostos.Al poco tiempo, tras unas descalificaciones p¨²blicas al polic¨ªa Medina por parte del secretario general de la Uni¨®n Sindical de Polic¨ªa (USP), Modesto Garc¨ªa, surge el conflicto entre Barrionuevo y los sindicatos policiales, hasta ese momento no muy beligerantes. Los dos principales sindicatos, m¨¢s unidos ahora que nunca tras un acuerdo entre los dirigentes Modesto Garc¨ªa y Manuel Nov¨¢s, est¨¢n principalmente preocupados por dos asuntos: que se haga efectivo el concepto retributivo del grado, aprobado por el Gobierno el 13 de junio, lo que supone 1.200 millones de pesetas a repartir entre los funcionarios; y la redacci¨®n definitiva del proyecto de unificaci¨®n de los cuerpos policiales.
En ese estado de cosas, Barrionuevo, en unas declaraciones, llama "indeseable" a un sector de la polic¨ªa, y Nov¨¢s le responde que carece de lucidez. La guerra es abierta y obliga a que el presidente del Gobierno, Felipe Gonz¨¢lez, tenga que intervenir de forma conciliadora. Sin embargo, Barrionuevo, que recitific¨® p¨²blicamente, se propone expedientar a Nov¨¢s, lo que crea una nueva beligerancia.
El ¨²ltimo episodio se completa con dos nuevas incidencias: la destituci¨®n, seguida de expediente, del comisario Juan de la Carrera por el intento de negociar la entrega del ultra Ricardo S¨¢enz de Ynestrillas, y la devo!uci¨®n, por parte de dos polic¨ªas, de los 2.000 expedientes cuya desaparici¨®n de, nunciaron'Baniandr¨¦s y Medina.1 Medina est¨¢ en prisi¨®n y estos dos polic¨ªas contin¨²an en sus destinos.
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