El s¨ªndrome de inmunodeficiencia adquirida
Desde el descubrimiento, en 1979, de un padecimiento inmunitario desconocido hasta entonces, el s¨ªndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) ha ido tomando, por una serie compleja de circunstancias, una gran notoriedad, desproporcionada, en opini¨®n del autor, respecto de la importancia que tiene para la sociedad.
El s¨ªndrome de inmunodeficiencia adquirida (AIDS para los anglosajones) ha encontrado amplio eco en los medios de comunicaci¨®n social. La proyecci¨®n que ha merecido, en nuestra opini¨®n desproporcionada a la importancia que tiene para la comunidad, se basa, entre otras razones, en el tratamiento que se le ha dado en ambientes sanitarios y tambi¨¦n en el miedo que suscita la informaci¨®n sobre la enfermedad y la muerte.La primera sospecha documentada de la existencia del s¨ªndrome se remonta a 1979. Unos m¨¦dicos estadounidenses detectaron un padecimiento inmunitario desconocido hasta entonces. Los pacientes desarrollaban infecciones por g¨¦rmenes oportunistas (microbios que, la mayor parte de las veces, al entrar en contacto con las personas no provocan enfermedad) o presentaba un tipo de c¨¢ncer extraordinariamente raro en el hemisferio norte: el sarcoma de Kaposi. Unos y otros eran hombres j¨®venes, con antecedentes de homosexualidad o de consumo endovenoso de drogas. La evoluci¨®n de estos casos era muy grave y un alto porcentaje mor¨ªa a resultas de la infecci¨®n o del c¨¢ncer. Las primeras comunicaciones a las revistas, especializadas despertaron el inter¨¦s de la comunidad m¨¦dica, la notificaci¨®n de nuevos casos fue increment¨¢ndose paulatinamente.
En 1981, el organismo encargado de la vigilancia epidemiol¨®gica en los Estados Unidos de Am¨¦rica (EUA), los Centros para el Control de las Enfermedades (CDCs) establecieron una definici¨®n del s¨ªndrome seg¨²n la cual un caso de AIDS consiste en la presentaci¨®n de una infecci¨®n grave por g¨¦rmenes oportunistas y/o un Sarcoma de Kaposi, sin que exista una causa conocida de deficiencia inmunitaria. Este criterio tiene una implicaci¨®n decisiva sobre las posibilidades de conocer el s¨ªndrome ya que, por ejemplo, la letalidad del AIDS (el porcentaje de enfermos que mueren por esta causa respecto del total de afectados) es muy alto, como consecuencia inevitable de la misma. definici¨®n, al aceptar como AIDS s¨®lo aquellos casos que padecen una infecci¨®n grave o un c¨¢ncer. En efecto, podr¨ªamos estar analizando exclusivamente la fracci¨®n m¨¢s grave de una enfermedad de la que sabemos muy poco.
Homosexuales y drogadictos
De ah¨ª que, con fines, epidemiol¨®gicos -para poder averiguar mejor de qu¨¦ se trata- se haya ampliado la definici¨®n a todas las personas que presenten una enfermedad, fiablemente diagnosticada, que indique la presencia de una alteraci¨®n moderada o grave de la inmunidad celular, sin causa conocida.
Ya hemos se?alado que los primeros casos correspond¨ªan a varones homosexuales o drogadictos. Tambi¨¦n se vieron en j¨®venes haitianos residentes en Estados Unidos y en hemof¨ªlicos. Se populariz¨® entonces el AIDS como la enfermedad de las cuatro haches (homosexual, heroin¨®mano, haitiano y hemof¨ªlico) y se sugiri¨® que el origen del s¨ªndrome pudiera ser un virus transmitido por contacto sexual o a trav¨¦s de agujas, jeringas o productos hem¨¢ticos contaminados, de forma similar a la transmisi¨®n de la hepatitis B. Esta hip¨®tesis, que no ha sido desmentida por la informaci¨®n disponible, goza de una amplia aceptaci¨®n y configura el n¨²cleo de las medidas preventivas propuestas, por el momento, frente al AIDS. De otro lado no se ha conseguido todav¨ªa un tratamiento espec¨ªfico.
Seg¨²n esta clasificaci¨®n de los casos, de los 2.259 registrados por los CDCs en EUA y Puerto Rico hasta el d¨ªa 2 de septiembre de este a?o, el 71% son varones homosexuales o bisexuales; el 17% drogadictos que consumen drogas Sor v¨ªa endovenosa; el 5% haitianos.residentes en EUA; el 1% hemofilicos, y el 6% restante se reparte entre otros supuestos. Sin embargo, lo que puede significar un procedimiento ¨²til para elaborar hip¨®tesis ha confundido a la opini¨®n p¨²blica e incluso a la profesional, acerca de cu¨¢les son los factores de riesgo involucrados, es decir aquellas caracter¨ªsticas que comportan una probabilidad m¨¢s elevada de desarrollar el s¨ªndrome. Y de este modo se ha extendido la denominaci¨®n de enfermedad de las cuatro haches o la todav¨ªa m¨¢s desafortunada de c¨¢ncer gay, sin que la informaci¨®n existente permita tales interpretaciones.
El porcentaje de casos observados no tiene por qu¨¦ guardar relaci¨®n con el riesgo de padecer el AIDS para cada una de estas categar¨ªas de la poblaci¨®n. El que el 17% sean varones con h¨¢bitos bisexuales o homosexuales no significa que todos ellos tengan mayor peligro de desarrollar la enfermedad que los hemof¨ªlicos, por ejemplo. Todo depende del n¨²mero de personas que constituyan cada grupo. As¨ª, si los 1.580 varones enfermos de AIDS con las conductas sexuales mecionadas forman parte de una comunidad, supongamos, de 16 millones de personas con esos h¨¢bitos, se puede estimar una probabilidad de presentar el s¨ªndrome en unos 10 casos por cada 100.000, mientras que si los 23 casos de AIDS registrados en hemofilicos corresponden a una poblaci¨®n total de, pongamos, 50.000 hemof¨ªlicos, el riesgo para ¨¦stos ser¨ªa de 46 AIDS por cada 100.000 hemof¨ªlicos, es decir, que la probabilidad de desarrollar el s¨ªndrome ser¨ªa casi cinco veces superior para los hemof¨ªlicos que para los homosexuales y bisexuales varones.
Adem¨¢s de estas inexactitudes la ignorancia sobre el s¨ªndrome es muy grande. Pero, contrariamente a lo que podr¨ªa parecer, ¨¦sta es una situaci¨®n muy com¨²n en medicina, y desde el punto de vista epistemol¨®gico de la teor¨ªa del conocimiento cient¨ªfico, no tiene nada de raro, porque el progreso de la ciencia comporta aumentar el n¨²mero de interrogantes m¨¢s que disminuirlo.
Enfermedad y muerte
A menudo, la enfermedad y la muerte se contemplan como si fueran simples an¨¦cdotas de la vida, cuando, por ahora al menos, est¨¢n indisociablemente ligadas a ella. Admitir esta realidad no supone nihilismo, puesto que a partir de una visi¨®n realista podemos aproximarnos en mejores condiciones al problema del AIDS o a cualquier otro y ver de plantear acciones efectivas si es posible, como lo ha sido frente a otras enfermedades. En definitiva, el problema del AIDS no ocupa, el lugar que le corresponde. Unos 2.300 casos en EUA y Puerto Rico, 153 en Europa (algunos procedentes de ?frica y Centroam¨¦rica) y parece que 4 en Espa?a, a¨²n a pesar de que de cada 100 enfermos mueran unos 40, no justifica ning¨²n alboroto. Sobre todo si tenemos en cuenta los millones de personas que mueren a causa de las enfermedades del c¨¢ncer o de los accidentes de tr¨¢fico y, desde luego, aquellas que enfermair o fallecen de hambre, de desnutrici¨®n, de infecciones evitables m¨¦dicamente o de las diversas formas de contaminaci¨®n ambiental.
es epidemi¨®logo. Coordina el grupo de trabajo de la Generalitat de Catalu?a sobre el SIDA, y es presidente de la Sociedad Catalana de Salud P¨²blica.
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