La suerte de los desparecidos constituye el gran problema de la posdictadura argentina

Un encarte de ocho p¨¢ginas en Clar¨ªn, el diario argentino de mayor circulaci¨®n, reclamaba el martes el derecho a votar de los ciudadanos desaparecidos. Al m¨ªnimo cuerpo legible, el encarte, sufragado por las organizaciones defensoras de los derechos humanos, reproduc¨ªa los datos de empadronamiento de miles de personas junto a la fecha de su desaparici¨®n. Asimismo se insertaban los datos de extranjeros desaparecidos que hubieran tenido derecho a la elecci¨®n de autoridades municipales, de adolescentes que habr¨ªan alcanzado la edad del voto y de 124 ni?os desaparecidos cuando contaban menos de cuatro a?os.

Un alegato estremecedor que viene a recordar el gran problema de la posdictadura argentina y que est¨¢ siendo cuidadosamente eludido en la campa?a electoral excepto por los min¨²sculos partidos de la izquierda revolucionaria. Los candidatos peronistas no aluden para nada al problema de los desaparecidos, y Alfons¨ªn, aspirante a la Presidencia por la Uni¨®n C¨ªvica Radical, engloba el drama de las responsabilidades generalizadas que habr¨¢ que exigir a los militares por su gesti¨®n: deuda externa, Malvinas, corrupci¨®n, etc¨¦tera.

El caso es que decenas de millares de argentinos que acuden a comprobar sus apellidos en los censos, electorales advierten con estupor la aparici¨®n en ellos de los datos de familiares desaparecidos hace siete a?os, dados oficialmente por muertos por la actual Junta Militar, pero que el caos administrativo no ha sabido borrar del listado de votantes.Ma?ana ser¨¢ levantado el estado de sitio que rige en el pa¨ªs desde marzo de 1976, aunque la Junta Militar no ha decidido si lo reimplantair¨¢ pasados los comicios y hasta su entrega del poder. 48 horas antes de la elecci¨®n, las Fuerzas Armadas y la Polic¨ªa Federal quedar¨¢n acuarteladas en cumplimiento de dos operativos (m¨ªnimo y m¨¢ximo) para garantizar los comicios. De las elecciones se ha responsabilizado el triunviro teniente general Nicolaides, comandante en jefe del Ej¨¦rcito de Tierra, asistido por el teniente general Trimarco al frente del primer cuerpo del Ej¨¦rcito del pa¨ªs, acantonado en Campo de Mayo. Se suspender¨¢n los encuentros de f¨²tbol y el domingo no se expender¨¢n bebidas alcoh¨®licas hasta las ocho de la tarde. El s¨¢bado, el presidente, general de divisi¨®n Reynaldo Bignone, se dirigir¨¢ al pa¨ªs en lo que ser¨¢ una m¨¢s -y acaso la ¨²ltima- de sus conocidas admoniciones exigiendo calma y sensatez. El presidente electo ser¨¢ investido entre el 15 y el 20 de diciembre, seg¨²n los c¨¢lculos militares, que han intentado reducir al m¨¢ximo el interregno entre las elecciones y la jura del nuevo mandatario civil. ?ste es otro de los problemas jur¨ªdico-formales irresueltos: qui¨¦n rinde el poder. Ahora la m¨¢xima autoridad institucional argentina no es el presidente Bignone, sino la Junta Militar, y no hay candidato que quiera iniciar su mandato recibiendo el traspaso de poderes de los triunviros Nicolaides, Franco y Hughes.

Sea como fuere, ha podido confirmarse, pese a los insistentes desmentidos de los protagonistas, una reuni¨®n de 45 minutos, hace menos de 20 d¨ªas, entre los candidatos a la Presidencia peronista y radical, en un piso porte?o. En la reuni¨®n, celebrada sin testigos, se habr¨ªa sellado un acuerdo sobre los primeros nombramientos entre las Fuerzas Armadas por el poder civil y un pacto de caballeros para otorgar al ganador de las elecciones una trepa pol¨ªtica y sindical de 120 d¨ªas.