Perplejidad
Recuerdo con nostalgia aquellos tiempos felices en que los asuntos internacionales se entend¨ªan a la primera, sin necesidad de matizaciones, salvedades y oraciones subordinadas. Las cosas eran sencillamente maniqueas y todo el esfuerzo consist¨ªa en tomar partido por uno u otro bando, de la misma manera, que se identificaban en los western con los indios o con John Wayne. Mi ¨²nica duda en estos momentos de alta confusi¨®n internacionalista consiste en saber si es que las cosas eran antes menos complejas o si las simples eran aquellas may¨²sculas ideolog¨ªas con respuestas para todo, inoxidables al desaliento, que reinaron en el mercado de las posturas pol¨ªticas hasta principios de los, setenta.Ojeo la cartelera de conflictos internacionales que abrazan la actualidad y confieso mi desconcierto total. Me horrorizan las masacres del L¨ªbano, pero no me pregunten qu¨¦ barrio en ruinas de Beirut cuenta con mis simpat¨ªas, porque estoy hecho un verdadero l¨ªo con los drusos surgidos de la nada informativa, la fuerza multinacional, los disidentes de Arafat, las milicias confesionales, el tal Gemayel, los jud¨ªos, los falangistas, los sirios y el telegrama de felicitaci¨®n de los revolucionarios de Ir¨¢n por la masacre del domingo.
Veo en la televisi¨®n terribles secuencias de la interminable guerra entre el Irak y el Ir¨¢n, y no tengo yo opini¨®n firme, ni siquiera formada, sobre el extra?o duelo a muerte entre los hermanos musulmanes. Intento sumar y ordenar todas las informaciones sobre la violenta intervenci¨®n de los marines al sur de Granada y cambio de actitud seg¨²n las noticias soplen de una u otra agencia de Prensa. Que tampoco me interroguen con detalle sobre el galimat¨ªas peronista, el laberinto centroamericano, el embrollo polaco, el caos filipino, el avispero afgano, porque s¨®lo puedo responder con vaguedades.
Las cosas exteriores han dejado de ser simples y cada d¨ªa que descubro un nuevo volc¨¢n confuso en las p¨¢ginas internacionales, entiendo mejor lo que el se?or Mor¨¢n quiere expresar con esas ambiguas oraciones subordinadas que tanto desesperan el grosero maquineismo de Arizona que exhibe el l¨ªder de la oposici¨®n. Tambi¨¦n la perplejidad es una digna postura pol¨ªtica de la que no hay que avergonzarse.
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