Defensa de la poes¨ªa
Vivimos en un mundo de transformaciones t¨¦cnicas. ?Cu¨¢l ha de ser el comportamiento del poeta?, se pregunta ¨¦ste. ?Cu¨¢l es el lugar de la poes¨ªa? Le han sido dados al hombre medios industriales nuevos cuyo desarrollo y consecuencias le abren perspectivas desmesuradas. Se puede prever -no sin angustia- que tales medios quieren trastornar el r¨¦gimen humano y, consecuentemente, la concepci¨®n que los hombres se han formado del universo, su situaci¨®n en este universo, sus sentimientos, sus aspiraciones y sus funciones propias. Mas hay que tener confianza: el hombre ha reagrupado siempre sus fuerzas para asegurar una nueva organizaci¨®n, una nueva distribuci¨®n, seg¨²n los cambios impuestos por las revelaciones t¨¦cnicas, econ¨®micas y sociales. El genio del hombre se ejerce en un perpetuo esfuerzo de adaptaci¨®n. Este esfuerzo no ha cesado jam¨¢s. De aqu¨ª la perpetua novedad de las civilizaciones. De aqu¨ª tambi¨¦n su diversidad. En la civilizaci¨®n que se dibuja en este momento hist¨®rico parece dif¨ªcil esta adaptaci¨®n y parece amenazar a lo que los fil¨®sofos llaman alma: esa parte nuestra que reservamos a nuestra propia determinaci¨®n, a nuestra iniciativa creadora, a la conciencia personal, a nuestra, facultad de sentir, imaginar, so?ar y amar. Algunos tratan de rebelarse contra la m¨¢quina o la acusan como una de las fuerzas destructoras que asedian a la humanidad. Sin embargo, no hay que culpar a la m¨¢quina de los peligros que parecen amenazarnos, sino a los hombres que la emplean con fines no humanos. No son las m¨¢quinas las que son peligrosas para el hombre. Es un hecho que la ciencia y la industria nos han provisto de medios de informaci¨®n y de comunicaci¨®n extraordinarios. Pero es un hecho tambi¨¦n que nunca las fronteras entre las naciones han sido m¨¢s inexpugnables y que estos medios de comunicaci¨®n transmiten con demasiada frecuencia informaciones falsas, mal¨¦volas o tendenciosas y sir ven a malignas intenciones de propaganda. En esto es menester acusar nuevamente a la malicia de los hombres y no a las m¨¢quinas ni a la ciencia que las produjo. El destino del hombre no es servir a la m¨¢quina, sino dominarla para conquistar una m¨¢s vasta y pujante libertad en beneficio de la especie humana. El papel de la poes¨ªa -so?amos- es absolutamente necesario en el mundo de la era tecnol¨®gica. Una de las m¨¢s secretas virtudes de la poes¨ªa es -en palabras de Jean Cassou- su virtud de exorcismo. La poes¨ªa no s¨®lo debe aceptar este mundo en que vivimos hoy, con todos sus prodigiosos instrumentos, sino adoptarlo, integrarlo a la naturaleza humana y apropiarse al hombre para hacerle producir todas las posibles formas de humanismo. La invenci¨®n del cine, de la radio, de la televisi¨®n -o de tantas maravillas futuras- no es menos susceptible de asegurar la empresa de la poes¨ªa que la invenci¨®n de la siringa. Los poetas confiamos -?so?amos?- en que en esta era tecnol¨®gica el mundo seguir¨¢ produciendo poes¨ªa, que a veces ser¨¢ tan pura como la de san Juan de la Cruz o la de algunos poetas del 27. Enriquecer¨¢ su vocabulario, s¨ª, y sus im¨¢genes, como ¨²ltimo resultado de nuevas realidades objetivas e ¨ªntimas vivencias. Porque s¨®lo el fin de la naturaleza y el fin de la imaginaci¨®n pueden ser el fin de la poes¨ªa. Recordemos que los cambios alarman siempre al hombre: la palanca, la rueda, el volante, la conmutadora... Pero a¨²n hay poetas que siguen, volviendo las espaldas al mundo y se refugian en su intimidad. Mas hay otros que no ocultan sus temores y disgusto ante el maquinismo deshumanizado, execr¨¢ndolo cuando es debido. Algunos se preguntan qu¨¦ puede hacer la tecnolog¨ªa acerca del amor, de la soledad, de la muerte.
?Progresa la poes¨ªa? S¨®lo admite cambios. Los grandes temas son los mismos siempre. Ning¨²n peligro, pues, amenaza hoy a la poes¨ªa ni la amenazar¨¢ ma?ana. Puede ser indiferente por completo -si quiere- al mundo exterior: t¨¦cnica, pol¨ªtica, guerra. Pero tambi¨¦n puede suniirse en ellas, en nombre de la salud, del amor, de la fraternidad y de la paz.
La destrucci¨®n -como tal- es siempre la misma a lo largo del tiempo. Las realidades de hoy son, sin duda, m¨¢s alarmantes que las del pasado. Y las del futuro lo ser¨¢n m¨¢s todav¨ªa. Pero muchos grandes poetas han vivido y escrito en la infelicidad. La lista de sus nombres ser¨ªa interminable. (Antonio Machado, por ejemplo, en Campos de Castilla, nos entrega su queja estoica: "Y lo que yo m¨¢s quer¨ªa / la muerte se lo llev¨®".) La materia de la poes¨ªa es estable a lo largo del
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tiempo, a pesar de robots y de misiles. La era tecnol¨®gica no cambiar¨¢ gran cosa la misi¨®n del poeta. Porque lo que importa es la calidad del sentimiento, la profundidad interior, su visi¨®n de las cosas. El poeta se?ala la permanencia y el paso del hombre por el mundo. El lenguaje interior que el hombre encuentra a lo largo del tiempo es la se?al de su permanencia en el cosmos: se?al de eternidad. Dentro de esa eternidad tambi¨¦n cabe la era tecnol¨®gica.
Si el problema t¨¦cnico est¨¢ resuelto, no ocurre lo mismo con el humano. El poeta muere si no tiene libertad. Libertad ?para qu¨¦? Libertad para llorar la miseria del hombre. "El poeta es el ¨²nico que la conoce", dec¨ªa Georges Bernanos. Despu¨¦s de haber alcanzado los hombres un para¨ªso t¨¦cnico de animales perfectos -aunque much¨ªsimos malvivan en rudimentaria prehistoria-, se morir¨ªan de sed sin el agua de la poes¨ªa y de su misterio. La t¨¦cnica es un medio, no un fin. El poeta humanizar¨¢ el nuevo mundo creado por la tecnolog¨ªa. La poes¨ªa es un acelerador de la fe humana y de la imaginaci¨®n. La poes¨ªa sublima los valores ¨¦ticos y humanos, aunque tambi¨¦n cante las invenciones y denoste la destrucci¨®n. Los pueblos, adem¨¢s, luchan por la libertad y lajusticia a trav¨¦s de la poes¨ªa. No olvidemos que Gandhi se identificaba con Tagore.
La poes¨ªa, finalmente, existe adem¨¢s para el gozo del hombre en un mundo de m¨¢quinas estridentes que muchas veces, ayudan y muchas veces matan. La poes¨ªa es tambi¨¦n alimento de la ciencia y la revelaci¨®n de lo que los hombres son. Fracasados los mitos grecolatinos, es necesaria la redefinici¨®n permanente del hombre. La poes¨ªa define sus ca¨ªdas y sus vuelos. El poeta es un polo magn¨¦tico de fuerzas, un sism¨®grafo que registra los cambios del esp¨ªritu humano. Poes¨ªa es la ampliaci¨®n del ¨¢mbito del hombre. La poes¨ªa es la fuerza humanizadora de la era tecnol¨®gica y suaviza el rigor de sus tensiones: con ella, el hombre y la mujer se apaciguan, sobreviven y contin¨²an trabajando por un ma?ana mejor.
La poes¨ªa es un acto de fe. Por serlo une a los poetas -y a quienes los leen- desde su m¨¢s profunda y esencial intimidad. Por encima y por debajo de tendencias y convicciones, los hombres y mujeres que creen en la poes¨ªa est¨¢n dispuestos a defenderla en todas sus formas v¨¢lidas, ya sean simples o complejas, accesibles o agresivas. En el mundo actual, la poes¨ªa no puede ser relegada a un lugar aparte, sino que, para cumplir su misi¨®n, debe adoptar una posici¨®n activa, uniendo y unificando a regiones y paises en una acci¨®n com¨²n. En medio de las invenciones y metamorfosis de nuestra ¨¦poca, la poes¨ªa -por ser un lenguaje universal, aunque muchos sean los idiomas en que se vierte- debe desempe?ar un papel eficaz e indispensable. Como una voz ¨ªntima, aporta un mensaje ¨²nico en el que se identifican la comuni¨®n colectiva y la soledad. Congresos, reuniones, lecturas y recitales p¨²blicos proclaman esta confianza en la asombrosa diversidad del fen¨®meno po¨¦tico a trav¨¦s del mundo: son una afirmaci¨®n de amistad y evidencian la universal necesidad de una confraternizaci¨®n militante en la poes¨ªa.
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