La poblaci¨®n granadina apoya al invasor y espera ayuda econ¨®mica
ENVIADO ESPECIALEn Beausejour, al oeste de la isla y al norte de la capital, Saint George, el d¨ªa de la invasi¨®n, marines y paracaidistas hab¨ªan desembarcado y atacado una gran antena de onda media y sus servicios de apoyo. Los destrozos eran patentes y los impactos de bala mostraban que all¨ª se hab¨ªa producido una lucha encarnizada. El olor era espantoso. Al abrir una puerta, pod¨ªa verse como un soldado granadino yac¨ªa muerto, quiz¨¢s desde hac¨ªa una semana, rodeado de moscas y otros insectos. En una habitaci¨®n trasera, a la que seguramente se hab¨ªa arrastrado sangrando tras ser herido, otro soldado regular granadino estaba muerto, de bruces. Les hab¨ªan quitado las armas, eso s¨ª, pero les hab¨ªan dejado all¨ª para que se pudrieran.
En la capital, los aviones estadounidenses hab¨ªan bombardeado el hospital psiqui¨¢trico. Estaba destruido. Seg¨²n testigos, "se hab¨ªan sacado ya de los escombros 12 cad¨¢veres. Pudimos ver c¨®mo sacaban otro a trozos, pues hab¨ªa quedado destrozado cuando dorm¨ªa en su litera". Y el olor a muerto se repet¨ªa en diversos lugares de la batalla, como en la antigua residencia del primer ministro, machacada por la fuerza a¨¦rea norteamericana.
El lunes, por -vez primera, se hab¨ªan abierto algunas escuelas, pero, seg¨²n un maestro canadiense, "los chicos estaban m¨¢s interesados en discutir los acontecimientos que en recibir lecciones". El gobernador de la isla, sir Paul Scoon, hab¨ªa solicitado a la poblaci¨®n que volviera a su vida normal.
Las patrullas y los puntos de control se multiplicaban, pero desaparec¨ªan de la misma forma que aparec¨ªan, en un constante movimiento. En alguno de estos puntos se hab¨ªa detenido a un par de resistentes.
Los norteamericanos se lanzaron el lunes a una amplia operaci¨®n por tierra y por aire para peinar la isla y eliminar a los guerrilleros cubanos y granadinos que pudiesen quedar despu¨¦s de haberse echado al monte tras la invasi¨®n. Cada jeep que se adentraba en las malas carreteras y caminos de la isla -cuyo control no est¨¢ totalmente asegurado, seg¨²n un portavoz norteamericano- iba escoltado desde el aire por un helic¨®ptero. Se trata, en una primera fase, de asegurar los pueblos principales y las peque?as pistas de aterrizaje existentes. Seg¨²n el citado portavoz, hay todav¨ªa bolsas de resistencia formadas por grupos de dos o cuatro personas. Los norteamericanos intentan minimizar sus propias bajas.
En el centro de la isla, sobre uno de sus montes m¨¢s altos, el Grand Etang, se pudo ver c¨®mo un gran ca?¨®n de 105 mil¨ªmetros de calibre disparaba de cuando en cuando. ?Contra qui¨¦n? Es un misterio, pues se desconoce el n¨²mero de resistentes que pueda haber todav¨ªa. Las opiniones Var¨ªan entre menos de una docena y dos centenares. Los norteamericanos disponen de aviones radares, el C-130 Spector, con visores infrarrojos y computadora para intentar localizar a las guerrillas.
No hay duda de que, al menos seg¨²n todas las apariencias, la poblaci¨®n granadina apoya al invasor y prefiere no utilizar este calificativo. Los chivatazos y las denuncias son constantes. Pudimos presenciar c¨®mo una joven fue a ver a un oficial norteamericano con supuesta "informaci¨®n vital".
Los granadinos, esperan ahora mucho de EE UU, especialmente en el campo econ¨®mico, mientras se han sentido abandonados por su potencia colonial, el Reino Unido, y, muy particularmente, por Margaret Thatcher.
La clave Bishop
Todo gira siempre en tomo a la muerte de Bishop, pues, como indic¨® un granadino, "si hubiera estado vivo yo habr¨ªa ido a luchar contra cualquier invasi¨®n. EE UU hubiera tenido muchas dificultades en hacer lo que ha hecho".Pudimos comprobar las armas que hab¨ªa en unos grandes dep¨®sitos y, efectivamente, hab¨ªa muchas, desde lanzagranadas a fusiles y ametralladoras o morteros. "Suficiente para equipar a dos brigadas, 6.000 hombres", estim¨® un militar norteamericano. Las armas eran de fabricaci¨®n sovi¨¦tica, china y hasta norteamericana. Las instrucciones estaban en algunos casos en ruso. Y hab¨ªa cajas y cajas de municiones, algunas de ellas marcadas como paquete de arroz, despachadas por la oficina econ¨®mica cubana.
Pudimos asimismo ver el campamento de los prisioneros de guerra cubanos, donde se encuentran unos 650 bajo una fuerte escolta militar. Los prisioneros viven en los barracones que usaban cuando estaban construyendo el aeropuerto. No nos dejaron hablar con ellos, ni acercarnos a m¨¢s de un metro por miedo a que saltasen. Algunos de los cubanos podr¨ªan haber sido soldados, pero tambi¨¦n se ve¨ªa mucho barrigudo ajeno a lo estrictamente militar. Los representantes de la Cruz Roja Internacional visitaron ayer el campamento y comenzaron a tomar las disposiciones para llevar las estad¨ªsticas y evacuar a los heridos y muertos cubanos, en n¨²mero a¨²n indeterminado estos ¨²ltimos.
En la ciudad no se pasa hambre. El lunes, ante las sospechas de la inminente invasi¨®n, el Consejo Militar que dirig¨ªa esos d¨ªas Granada levant¨® el toque de queda de 24 horas impuesto una semana antes. La gente se tir¨® sobre los supermercados "como si hubiera sido Navidad", declar¨® un granadino.
En un primer intento de buscar una salida para los prisioneros cubanos, el embajador especial de EE UU, John Gilespi, se entrevist¨® ayer, lunes, en Saint George con el embajador cubano local, Juli¨¢n Torres Risu. Seg¨²n declar¨® a EL PA?S el primer secretario de la Embajada cubana, Gast¨®n D¨ªaz, "se trat¨® el tema de la mediaci¨®n ofrecida por Espa?a y Colombia para sacar a los cubanos".
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