Humor moderno

La armada Brancaleone es, probablemente, una de las mejores y m¨¢s sorprendentes pel¨ªculas de entre todas las estrenadas este a?o. Es, adem¨¢s, una obra divertid¨ªsima, de un humor moderno, reflexivo, y farsesco a un tiempo, desmitificador, pero entroncado con la tradici¨®n de la picaresca, con una memoria poblada por personajes como Miles Gloriosus, El Quijote o Simplicissimus.Monicelli nos muestra una Edad Media dibujada con pocos trazos, pero muy exactos. Es una estilizaci¨®n que no camufla la barbarie, reinante, que nos presenta unos hombres pat¨¦ticos y pintorescos que intentan sobrevivir en un mundo hostil. Brancaleone de Norcia -interpretado por un extraordinario Vittorio Gassman- es un caballero arruinado que se esfuerza en convencer y convencerse de que ¨¦l es amo de su destino, de que el andar sin rumbo por toda Italia, cambiando de prop¨®sito y direcci¨®n cada vez que las circunstancias le derrotan, es algo que responde a su voluntad soberana y no a su miedo y miserias.

El amor cort¨¦s, las cruzadas, los torneos, la peste, el papel de la Iglesia, la decadencia de Bizancio, son temas o aspectos que se integran perfectamente en la laxa, pero envolvente, estructura narrativa de La armada Brancaleone. Los guionistas, Age y Scarpelli, y el director, Monicelli, han inventado un universo que escapa totalmente a la mitolog¨ªa rom¨¢ntica o a los veros¨ªmiles -de todo tipo- que ha fabricado el cine. Y esa inventiva es atractiva no s¨®lo por su novedad, sino por su capacidad para hacerse cre¨ªble, para comunicar con el espectador la sensaci¨®n de que lo que ve, adem¨¢s de aparecer en la pantalla por primera vez, es mucho m¨¢s real, m¨¢s pr¨®ximo a la aut¨¦ntica Edad Media que todo lo que antes le han ofrecido.

La armada Brancaleone es cine hist¨®rico incorporado al g¨¦nero de la comedia italiana, a esa v¨ªa que, en cine, pasa por Tot¨® y Rufufu, por Sordi y Tutti a casa, por un cine italiano de extraordinaria vitalidad, que manten¨ªa con la sociedad que lo generaba una sana relaci¨®n de hostigamiento. El filme de Monicelli es un precedente de las aproximaciones passolinianas al medievo, pero tiene la ventaja sobre ellas de no poner en primer t¨¦rmino su valor intelectual, de que su refinamiento no excluye una muy humana carga de vulgaridad y de que no desmitifica para crear otros mitos -como el de una supuesta libertad sexual y de costumbres- sino para acercarnos mejor a la historia.

Si Gassman, B¨¢rbara Steele y el maravilloso Carlo Pisacane han tardado a?os -la pel¨ªcula es de 1965- en llegar hasta nosotros, porque a los censores no les gustaba su comportamiento irreverente y desacralizador, ser¨ªa una l¨¢stima que ahora el espectador se dejase perder las correr¨ªas de esta armada harapienta porque el t¨ªtulo no le es lo bastante conocido ni se beneficia de las ventajas de una publicidad masiva.