Por primera vez, un presidente norteamericano visita sus tropas entre las dos Coreas
Ronald Reagan, primer presidente norteamericano en visitar la zona desmilitarizada que separa las dos Coreas, pas¨® 10 minutos observando desde un fort¨ªn, con ayuda de unos prism¨¢ticos y la protecci¨®n de soldados estadounidenses camuflados, la parte norcoerana de la frontera mientras sonaban marchas marciales comunistas desde la ciudad de Pack Chong-Ni, denominada ciudad propaganda por las autoridades y la Prensa de Corea del Sur. La visi¨®n de Corea del Norte desde la zona desmilitarizada dio al presidente una impresi¨®n de decorado de Hollywood.
ENVIADO ESPECIAL
En realidad, las tres horas de visita del presidente de Estados Unidos a la zona fronteriza tuvieron un aire un tanto cinematogr¨¢fico para el ex actor de Hollywood, quien durante ese tiempo estuvo te¨®ricamente al alcance de las armas norcoreanas. Reagan lleg¨® a Camp Liberty Bell -base del primer batall¨®n del 9? de Infanter¨ªa, cuyo emblema es una estrella blanca sobre la que figura una cabeza de jefe indio- con un gran despliegue de helic¨®pteros que le trasladaron y escoltaron desde Se¨²l al frente militar que divide la pen¨ªnsula de Corea desde julio de 1953.Con un altar improvisado, bajo la protecci¨®n de una gran red de camuflaje, dos tanquetas con ametralladoras apuntando hacia el Norte y camiones militares que serv¨ªan de plataforma a decenas de c¨¢maras de televisi¨®n, el presidente Reagan particip¨® en un acto religioso junto al comandante en jefe, general Robert Sennewald, y unos 200 soldados de las fuerzas mixtas norteamericano-coreanas. El capell¨¢n castrense cit¨® varias veces los Evangelios y el nombre de. Cristo, "en defensa de la libertad", mientras un coro de ni?os hu¨¦rfanos surcoreanos cantaban aleluyas; figur¨® tambi¨¦n la asamblea militar norte americano-coreana, cantando Am¨¦rica, Am¨¦rica, bonita por los cielos espaciosos.
A bordo de la limousine negra, presidencial -el autom¨®vil superblindado sobre cuyas tres toneladas se desplaza Reagan- se traslad¨® al primer puesto de observaci¨®n de la l¨ªnea fronteriza, abrigado, en la fr¨ªa ma?ana, con gabardina militar caqui con capucha ribeteada de blanco. La Iimousine y otros autom¨®viles y jeeps del cortejo llevaban banderas blancas en su incursi¨®n, de alto significado pol¨ªtico, ante las narices del enemigo comunista.
"Os queremos, segundo regimiento de infanter¨ªa, porque est¨¢is en primera l¨ªnea de la libertad", dijo el presidente, tras observar la ciudad propaganda ubicada al otro lado de la zona desmilitarizada. El mensaje fue dirigido a unos 2.000 soldados norteamericanos, formados ante el presidente de EE UU, protegido por do s morteros e innumerables fusiles de asalto M-16 sin balas, "no por razones de seguridad presidencial, sino porque los soldados no van con munici¨®n dentro del campo", seg¨²n un oficial estadounidense.
Reagan almorz¨® una hamburguesa en el comedor de oficiales antes de recorrer otra vez por v¨ªa a¨¦rea los 55 kil¨®metros que separan Camp Liberty de Se¨²l, con lo que se ahorr¨® los estrechos controles militares que separan la capital de la frontera de una guerra olvidada, frontera protegida por muros de pilones antitanque, triples filas de enormes alambradas y patrullas permanentes que vigilan y controlan toda posible infiltraci¨®n norcoreana.
No habr¨¢ sorpresas
Aunque el ambiente, a un lado y otro de la frontera, ten¨ªa bastante de hollywoodiano, la realidad corre el peligro ele superar la ficci¨®n de las viejas pel¨ªculas sobre la guerra de Corea. La tensi¨®n es viva entre Se¨²l y Pyongyang. Unos 600.000 soldados en estado de alerta en el Sur, frente a unos 750.000 en el Norte, capaces "de acciones imprevisibles y sin respeto a la vida humana", seg¨²n di¨¹o Reagan, recordando el atentado de Rang¨²n (Birmania) contra dirigentes de Corea del Sur. Ambos pueden reanudar las hostilidades despu¨¦s de 30 a?os de una paz precaria, marcada por m¨²ltiples incidentes.Reagan dej¨® claro en un comunicado final conjunto que Estados Unidos no se dejar¨¢ sorprender. En la actualidad mantiene permanentemente 40.000 soldados en Corea del Sur m¨¢s la VII Flota del Pac¨ªfico (con portaviones nucleares) y el apoyo de las fuerzas de EE UU estacionadas en Jap¨®n y Filipinas, que participan peri¨®dicamente en maniobras conjuntas. Reagan confirm¨® tambi¨¦n con su visita el apoyo al r¨¦gimen dictatorial del presidente de Corea del Sur, Chun Doo Hwan, como el mejor medio para defender el pa¨ªs contra el "el peligro comunista".
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