Casi 80 millones de pesetas pag¨® la familia del industrial Larra?aga por su liberaci¨®n
El precio del rescate que ETA Pol¨ªtico-militar VIII Asamblea ha cobrado a cambio de la liberaci¨®n de Jos¨¦ Cruz Larra?aga Mendiz¨¢bal, presidente del Consejo de Administraci¨®n de INDAR, SA, se sit¨²a cerca de los 80 millones de pesetas, seg¨²n manifestaron ayer a EL PAIS dos fuentes de la mayor solvencia en el caso. La organizaci¨®n secuestradora advirti¨® anoche a su v¨ªctima, en un comunicado, que el liberado no se encuentra m¨¢s que en libertad provisional, y que debe continuar la pol¨ªtica empresarial que realizaba y no dejar de hacer inversiones en la sociedad que preside.
Los contactos entre los secuestradores y los familiares del industrial se iniciaron a los dos d¨ªas del secuestro en un hotel cercano a San Sebasti¨¢n, en el que representantes de la familia Larra?aga estuvieron permanentemente a la espera de las llamadas telef¨®nicas de los secuestradores. La elecci¨®n de este hotel posibilit¨® que ETA Pol¨ªtico-militar VIII Asamblea y la familia Larra?aga mantuvieran contactos telef¨®nicos fuera del alcance de la polic¨ªa, que controlaba tel¨¦fonos y viviendas de los familiares directos del industrial.Seg¨²n las fuentes citadas, el pago no fue efectuado en Par¨ªs ni en poblaciones holandesas, como se ha especulado, y las personas que llevaron el peso de la negociaci¨®n son Vicente Fern¨¢ndez de Muni¨¢in, jefe de personal y abogado de la empresa INDAR, SA; Santiago D¨ªez Bernal, gerente de la misma empresa, y Jos¨¦ Arrese, portavoz de la familia y cu?ado del industrial. Un familiar de los Larra?aga, cuyo portavoz reconoci¨® ayer p¨²blicamente que la familia ha pagado un rescate, cuya cifra no determin¨®, se?al¨® que la negociaci¨®n discurri¨® simult¨¢neamente por varias v¨ªas y que hubo momen tos dif¨ªciles, superados siempre por la firme decisi¨®n de recuperar con vida a Jos¨¦ Cruz Larra?aga, al precio que fuera.
Fuentes policiales manifestaron, por otra parte, que el r¨¢pido desenlace del secuestro es consecuencia directa del af¨¢n de la familia, que dispon¨ªa del dinero y de los avales bancarios precisos, y a la presiones de ETApm-VIII Asamblea, interesada en acelerar la negociaci¨®n y en evitar que se prolongara un secuestro, siempre comprometido, dada la debilidad de esta organizaci¨®n terrorista.
El caso Barrios
El asesinato del capit¨¢n Alberto Mart¨ªn Barrios, denostado hasta la n¨¢usea por la amplia mayor¨ªa de la sociedad vasca, constituye ahora para ETApm- Vlll Asamblea un capital coercitivo de primera magnitud. Los polimilis han demostrado que no les importa matar a sus rehenes, y esta prueba ejerce un efecto brutal en todas las personas amenazadas por esta organizaci¨®n terrorista. Algunos medios sostienen que parte del dinero entregado a ETApm, unos 50 millones de pesetas, fue obtenida por medio de un cr¨¦dito ofrecido por una entidad bancaria guipuzcoana, cuyos ejecutivos adoptaron esta decisi¨®n, al parecer, en una reuni¨®n celebrada el pasado domingo.En la conferencia de prensa celebrada en la noche de ayer en San Sebasti¨¢n, el reci¨¦n liberado se mostr¨® tranquilo, a veces sonriente, sin que su rostro reflejara los 10 d¨ªas de cautiverio. Manifest¨® que ha permanecido todos estos d¨ªas en una habitaci¨®n de dos metros de largo, uno y medio de alto y uno de ancho. Las reducidas dimensiones de su c¨¢rcel le obligaron a permanecer siempre tumbado o sentado sobre un saco de dormir. Estuvo casi siempre a oscuras, salvo en las horas de desayunar, comer o cenar, en las que sus custodios, una joven de peque?a, estatura y un chico, le permit¨ªan encender una vela o le facilitaban una peque?a linterna. La habitaci¨®n ten¨ªa el suelo de cemento, y las paredes estaban pintadas de blanco, y el acceso a ella se efectuaba bajando unas escaleras.
El secuestrado afirm¨® desconocer m¨¢s detalles del lugar de su cautiverio y de la fisonom¨ªa de sus guardianes, que permanecieron siempre encapuchados a su vista. En los primeros d¨ªas se neg¨® a comer, y sus vigilantes le ofrecieron leche mezclada con yemas y un platillo de caramelos, cacahuetes y chocolatinas. Algunos d¨ªas comi¨® menestra u otras comidas calientes. Seg¨²n ha declardo a sus familiares directos, hubo momentos en que se sinti¨® profundamente abatido, temiendo la muerte, y sus vigilantes -al parecer, los mismos que le hab¨ªan secuestrado- intentaron animarle diciendo que su libertad estaba pr¨®xima y que dentro de pocos d¨ªas podr¨ªa tomarse unas vacaciones con su mujer e ir a esquiar, deporte que practica Jos¨¦ Cruz Larra?aga.
Le ofrecieron revistas para que matara el tiempo, pero no pudo leerlas por falta de luz. Jos¨¦ Cruz Larra?aga dijo que los secuestradores, que le daban los buenos d¨ªas y las buenas noches en, euskera, le hab¨ªan tratado bien y que no les guarda rencor. "Odio los actos violentos, pero no a las personas".
De sus declaraciones se desprende que fue trasladado hasta el alto de Elgueta en el portamaletas de dos veh¨ªculos distintos. En el primer coche, m¨¢s peque?o, realiz¨® un recorrido de cinco o seis minutos por una carretera en mal estado, hasta ser trasladado a un coche de portamaletas m¨¢s amplio, que circul¨® durante un tiempo indeterminado a trav¨¦s de una carretera bien asfaltada. Fue abandonado en un pinar, maniatado a un ¨¢rbol. El reci¨¦n liberado logr¨® desatarse poco despu¨¦s y permaneci¨® hora y media hasta ser localizado por una de las ambulancias de la Cruz Roja que hab¨ªan salido en su b¨²squeda.
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