Los desnudos muertos
No s¨¦ si tuvimos o no suerte aquellos adolescentes de los sesenta al leer con fervor clandestino la novela er¨®tica Fanny Hill: con ese m¨¦todo indirecto fuimos inici¨¢ndonos al sexo. Puede que seamos as¨ª de raros por culpa de tanto ocultismo, pero la imaginaci¨®n que volcamos en aquellas lecturas, que confund¨ªan el placer con el secreto, era m¨¢s f¨¦rtil que la que ahora permite la pel¨ªcula de Gerry O'Hara. Al descaro, la iron¨ªa y ciertas florituras verbales de la novela de Cleland se a?ad¨ªa el mito de su prohibici¨®n, que hab¨ªa comenzado en el siglo XVIII y que s¨®lo se anul¨® oficialmente en nuestra ¨¦poca, cuando los censores entendieron que la picaresca de Cleland apuntaba un ingenioso retrato hist¨®rico que coartaba el erotismo desenfrenado del texto.Ahora, en las im¨¢genes de esta pel¨ªcula, la gracia se ha reemplazado por el chiste malo y la provocaci¨®n del original ha dado paso a una vulgaridad de v¨ªdeo "X". Es tan obvio que s¨®lo las secuencias de cama han motivado el filme para que cierto p¨²blico pueda ver lo que no vio, que hasta se han rodado con un patr¨®n de pel¨ªcula barata, sin distinguir los distintos pasajes de la historia y las consecuentes reacciones de su protagonista, y, por supuesto, sin aportar aut¨¦ntica imaginaci¨®n er¨®tica. Baste citar los cuadros de las prostitutas y sus clientes en el teatrito del burdel para no esperar mucho de los sue?os pecaminosos de los autores del filme. Ignoro la raz¨®n de que quienes comercian habitualmente con el cine er¨®tico sean m¨¢s timoratos que los propios espectadores, pero lo cierto es que quieren sorprender con vulgaridades de manual autorizado.
Fanny Hill
Director: Gerry O'Hara. Gui¨®n: Stephen Chesley, seg¨²n la novela de John Cleland. Fotograf¨ªa: Tony Spratling. M¨²sica: Haendel. Int¨¦rpretes: Lisa Raines, Alfred Marks, Maria Happer, Oliver Reed, Shelley Winters, Wilfred Hyde-White. Comedia. Inglesa, 1983. Locales de estreno: Roxy A, Vergara, Windsor B. Madrid
Esta Fanny Hill tiene ambiciones de comedia, quiz¨¢ en el recuerdo de la obra de Tony Richardson Tom Jones, pero ni el leve humor de aquel cineasta est¨¢ presente. La narraci¨®n es lineal y sosa, sin un punto de vista de doble fondo. La aparici¨®n en el reparto de algunos nobles actores (Shelley Winters, Wilfred Hyde-White y Oliver Reed) s¨®lo marcan su lamentable decadencia profesional. Viajan por la pel¨ªcula con la dignidad de costumbre, aplicando su sabio oficio, pero sin que todo aquello les convenza ni les importe demasiado: est¨¢n de parte del espectador.
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