Terrible guerrero sin guerra
Pocas veces se ha hecho una cr¨ªtica tan despiadada del car¨¢cter de un militar que prolonga su actividad b¨¦lica en tiempos de paz, como la que ha planteado John Carlino en esta pel¨ªcula, que nos llega con cuatro a?os de retraso y un t¨ªtulo traducido sin gracia. El gran Santini fue finalista para el oscar de interpretaci¨®n masculina de 1980, y aunque no lo obtuviera Robei-t Duvall a pesar de su extraordinaria composici¨®n de ese abrupto padre de familia- que conduce su hogar como un cuartel (gan¨® Robert de Niro por Toro salvaje), la pel¨ªcula segu¨ªa conservando todo su inter¨¦s, y merec¨ªa estrenarse..Es cierto que los ¨²ltimos 10 minutos se pierden en busca de un rumbo que no acaba de cuajar o se p recipitan en una ambig¨¹edad que no se justifica. Pero hasta entonces, El don del coraje mantiene vivo el pulso de su narraci¨®n. El car¨¢cter de ese marine que vuelve a su pa¨ªs tras haber luchado en la segunda guerra mundial y haber sido destinado a una base en Espa?a, no puede dejar indiferente. Es un hombre capaz de aniquilar las ilusiones de su primog¨¦nito y de marginar las de sus hijas m¨¢s peque?as por imponer un mundo jer¨¢rquico en el que no cabe m¨¢s que la obediencia ciega, aunque las ¨®rdenes sean caprichosas o injustas. La familia le odia, el mundo le odia, pero ¨¦l parece no querer enterarse porque presume de ese don del coraje que todo le justifica.
El don del coraje
Gui¨®n y direcci¨®n: Lewis John Carlino, seg¨²n la novela de Pat Conroy.Fotografia: Ralph Woolsey. M¨²sica: Elmer Bernstein. Int¨¦rpretes. Robert DuvaU, Blythe Danner, Michael O'Keefe, Lisa Jane Persky. Drama. Norteamericana, 1979. Local de estreno. Amaya.
Pod¨ªa haber ca¨ªdo en el esquema simple una pel¨ªcula que ofrece tan abiertamente su denuncia, pero Carlino ha recreado cada situaci¨®n con matices inteligentes y con un humor que bordea la comedia. Duvall, en ese sentido, aporta su talento de actor sin sobreactuar tan odioso personaje, trat¨¢ndolo con cari?o pero sin permitir que le:, quieran. El resto del reparto y de la acci¨®n se escapa tambi¨¦n al t¨®pico. Los personajes secundarios, desde los miembros de la familia, en la que destaca la sard¨®nica hija gafuda, hasta los restantes habitantes de esa peque?a ciudad de Carolina del Sur, est¨¢n compuestos con sensibilidad y un admirable tratamiento de gui¨®n. S¨®lo en el desenlace se pierde su eficacia y, quiz¨¢ tambi¨¦n, el propio coraje del filme. Pero merece la pena.
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