Respuesta de Mitterrand a la carta de Felipe Gonz¨¢lez
Los 10 jefes de Estado o de Gobierno de los pa¨ªses miembros de la Comunidad Econ¨®mica Europea (CEE) se han mostrado favorables a la adhesi¨®n de Espa?a en fecha pr¨®xima y definida, aunque alguno de ellos ha explicitido la necesidad de solucionar los problemas comunitarios de car¨¢cter interno. Los responsables de los pa¨ªses de la CEE contestaban as¨ª a la carta que el presidente del Gobierno espa?ol Felipe Gonz¨¢lez, les hab¨ªa remitido el pasado 18 de noviembre solicitando una clarificaci¨®n de posturas respecto al ingreso espa?ol en la Comunidad. Una de las respuestas m¨¢s esperadas, debido a la postura inflexible que Francia ha venido manteniendo en el tema espa?ol, era la del presidente Fran?ois Mitterrand, de la cual ofrecemos a continuaci¨®n el texto ¨ªntegro.
"Se?or presidente del Gobierno: Le agradezco su carta. No s¨®lo expone sus puntos de vista con la mayor franqueza, sino que tambi¨¦n me da la oportunidad de precisar, en los momentos decisivos, y por tanto dif¨ªciles, que atraviesa la construcci¨®n europea, la actitud del Gobierno franc¨¦s sobre la cuesti¨®n que leg¨ªtimamente le preocupa: la ampliaci¨®n de la Comunidad.Emplear¨¦, como usted lo hizo, el lenguaje de la verdad. No puede ni debe quedar ninguna duda sobre la vocaci¨®n europea de Espa?a. Ya he dicho las poderosas razones por las cuales una Europa sin Espa?a es una Europa mutilada. Necesitamos a Espa?a por lo que representa en el mundo de hoy y para ma?ana. Sabe mos que, una vez dentro de la Comu nidad, Espa?a actuar¨¢, al igual que nosotros, para que Europa afirme su identidad y desempe?e, en los asun tos del planeta, un papel a su medida. Desde este punto de vista, pues, que es el principal, nos parece conforme al proceso hist¨®rico en el cual esta mos nosotros mismos comprometidos.
Pero su adhesi¨®n, usted lo recuerda con raz¨®n, debe efectuarse en condiciones claras. Es el inter¨¦s de la Comunidad y de todos sus Estados miembros. Es, por tanto, el inter¨¦s de Espa?a y tambi¨¦n el de Francia. La Comunidad no es y no queremos que se convierta en una simple zona de libre cambio, un espacio econ¨®mico donde cabr¨ªa entrar para que jueguen la competencia y el mercado. Tiene sus reglas, sus disciplinas, sus pol¨ªticas com¨²nes, e impone a los Estados as¨ª asociados tanto deberes como derechos.
Hay que negociar, pues, todos los aspectos de la adhesi¨®n, y hemos visto, especialmente desde 1979, que la voluntad pol¨ªtica no es suficiente. Tratemos seriamente estos aspectos. Es su deseo; es tambi¨¦n el de Francia.
Hablemos primero de la negociaci¨®n misma. Espa?a es un gran pa¨ªs, dotado de una industria poderosa y de una agricultura din¨¢mica. Su entrada en el Mercado Com¨²n debe permitirle seguir su desarrollo sin amenazar por ello los intereses leg¨ªtimos de los productore y trabajadores de los,Estados vecinos miembros de la actual Comunidad. Esta doble perspectiva, y Francia est¨¢ por su parte decidida a ello, nos obliga a mostrar el necesario realismo simplemente para conseguir el ¨¦xito. En el momento en que estamos avanzando en la negociaci¨®n de expedientes complejos, como los de la agricultura y la pesca, esta preocupaci¨®n se impone tanto m¨¢s cuanto que la crisis econ¨®mica con la que se enfrenta Europa nos impide recurrir a soluciones f¨¢ciles.
Conviene tambi¨¦n, como usted sabe, solucionar los problemas existentes en el seno de la misma Comunidad.
Si desde hace m¨¢s de dos a?os he insistido cerca de mis socios para que los diez reconociesen la existencia de sus propios problemas y para que les buscasen, por fin, una soluci¨®n, es, en particular, porque me parec¨ªa absurdo que la Comunidad, presa de dificultades crecientes de todo orden, amenazada por el bloqueo d¨¦ sus actividades, paralizada por sus contradicciones, se ampliase a nuevos Estados miembros sin ofrecerles nada s¨®lido, apenas una semipertenencia a una Europa en declive.
En el Consejo Europeo de Stuttgart, los Estados miembros han reconocido, por fin, que era necesario solucionar los problemas presentes de la Comunidad para poder acoger, en buenas condiciones, a nuevos miembros. En este marco, hemos aprobado en Stuttgart el texto sobre el desarrollo de las negociaciones de adhesi¨®n con Espa?a y Portugal, 'para que sean concluidas de tal manera que el tratado de adhesi¨®n pueda ser sometido a ratificaci¨®n en el momento en que sean presentados los resultados de la negociaci¨®n sobre la futura financiaci¨®n de la Comunidad'.
Usted comprende, pues, que para m¨ª tiene tanta importancia como para usted la pr¨®xima reuni¨®n del Consejo Europeo en Atenas, y usted no puede ignorar la esperanza que tengo de ver a Europa rehacerse de nuevo en esta ocasi¨®n y definir las formas y los medios de un nuevo impulso.
Deseamos que sean tomadas en Atenas las decisiones que permitan cumplir, sin ninguna duda, la cl¨¢usula del mandato de Stuttgart. Francia har¨¢ todo lo posible para conseguirlo. Ello facilitar¨ªa ampliamente la negociaci¨®n de adhesi¨®n de Espa?a, que se desarrollar¨ªa entonces en un marco mejor conocido y no buscar¨ªa m¨¢s que un ajuste mutuamente satisfactorio de los intereses en juego.
En cuanto a las perspectivas pr¨®ximas, le recordar¨¦ lo que dije la semana pasada en Bonn: 'Espa?a tiene derecho a esperar que se conteste claramente a su petici¨®n de adhesi¨®n en un plazo relativamente cort¨®, sin prejuzgar el contenido de la respuesta, pues depende del examen que se har¨¢ con Espa?a de las cuestiones determinantes, como el mercado de frutas y verduras, la viticultura y la pesca, as¨ª como las disposiciones internas tomadas por la Comunidad de los diez en vista a la ampliaci¨®n eventual del Mercado Com¨²n. Francia se pronunciar¨¢ para que este plazo sea fijado en Atenas'.
En cualquier caso, y despu¨¦s de afirmar de nuevo el derecho de Espa?a a participar plenamente en la construcci¨®n de Europa, con el respeto de los justos intereses de los socios de la Comunidad, quiero reiterar, para concluir, la expresi¨®n de mi fe personal en la amistad entre nuestros dos pa¨ªses, dato fundamental a mis ojos de la Europa de ma?ana.
Crea, se?or presidente del Gobierno, a mi alta consideraci¨®n y reciba mis sentimientos fieles y cordiales.
Firmado: Fran?ois Mitterrand".
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