El otro lado de la condena
El muro.
Director: YiImaz Guney. Int¨¦rpretes: Tuncel Kurtiz, Ayse Emel Mesci, Malik Berrichi, Nicolas Hossein, Isabelle Tissander y Ahmel Ziyrek. Gui¨®n de de YiImaz Guney. Fotografia de Izzet Akay. Montaje de Sabine Mamou. M¨²sica de Ozan Garip. Producci¨®n de Marin Karmitz.
Local de Estreno: cine Luna 1, Madrid
El misterio sobre la forma en que el director turco Yilmaz Guney controlaba sus pel¨ªculas desde la c¨¢rcel mientras las filmaba su ayudante Gorin no queda resuelto con la visi¨®n de El muro, la nueva pel¨ªcula del director turco, producida en Europa y realizada por ¨¦l efectivamente. El leve desinter¨¦s que produjo en el ¨²ltimo festival de Cannes no se deb¨ªa a que la pel¨ªcula hubiera cambiado la l¨ªnea est¨¦tica de su autor, sino precisamente por el parecido entre Yol, que obtuvo el a?o anterior la Palma de Oro de dicho festival, y el nuevo filme.
En ambos se refleja, en sus aspectos duros, la violencia real de la actual Turqu¨ªa. En Yol, esa violencia era, por supuesto, institucional, pero acababa ancl¨¢ndose en or¨ªgenes antiguos, en la propia intransigencia de la cultura del pa¨ªs. En El muro, esa violencia se concreta en el ambiente de una c¨¢rcel en la que los menores son sus v¨ªctimas principales.
Preso pol¨ªtico
Yilmaz Guney ha pasado buena parte de su vida en prisi¨®n, como castigo al izquierdismo de sus preocupaciones pol¨ªticas. All¨ª ha debido conocer tales historias que su inspiraci¨®n para el cine no podr¨¢ agotarse en mucho tiempo. Yol se situaba en una esfera ins¨®lita para los presos: el breve descanso de unas vacaciones a trav¨¦s de las que se plasmaban aspectos terribles de la actualidad turca. Ahora, desde el exilio en Europa, Guney ha reconstruido el interior de esa c¨¢rcel para reproducir, con la crudeza de quien aguarda un ajuste de cuentas, las im¨¢genes de lo que supo o vio.
Los adolescentes de la pel¨ªcula son, por supuesto, seres entra?ables, pero no es en la complicidad emocional donde el autor juega con m¨¢s fuerza. El coro de personajes conforma una suma tal de deseo reprimido o injusticias intolerables que el conjunto se traduce en un alegato feroz, tenso, a veces insufrible, contra la inhumanidad del fascismo. Puede que la acumulaci¨®n de detalles sobre la carcelaria vida de esos ni?os haga previsibles las im¨¢genes siguientes y que, en consecuencia, el espectador adquiera una coraza de indiferencia durante la proyecci¨®n.
Al cabo del tiempo, sin embargo, el filme no quedar¨¢ olvidado, quiz¨¢ ciertos momentos intensos est¨¦n bloqueados por la intensidad de nuevos momentos, pero el tono siniestro de la c¨¢rcel, la boda del condenado a muerte, la fuga frustrada, el mot¨ªn frustrado y los sue?os imposibles de los ni?os mantienen vivo un calor que duele.
"No hay c¨¢rcel mejor que ¨¦sta, no hay padres que esperen; ¨¦sta es la ¨²nica realidad", dice aproximadamente aquel joven que regresa de la prisi¨®n so?ada, decepcionado de su te¨®rica bondad. No hay c¨¢rceles buenas, no hay libertad bajo las armas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.