Econom¨ªa y pol¨ªtica en la defensa nacional
La sociedad civil presta escasa atenci¨®n a los problemas de la defensa nacional, se?ala el autor de este trabajo, y cita como ejemplo el que no haya ni una sola c¨¢tedra en la Universidad espa?ola que trate de este gran tema. Adem¨¢s, en el terreno econ¨®mico, subraya que no se puede mantener en su integridad el antiguo postulado que relaciona ineluctablemente el desarrollo econ¨®mico con los gastos de defensa.
Se habla mucho estos d¨ªas del proyecto legal para la reforma de la ley org¨¢nica de julio de 1980 referente a la defensa nacional y la organizaci¨®n militar. Tema pol¨ªtico donde los haya, que incluso ha dado lugar a la primera aparici¨®n/ entrevista "en profundidad" del actual ministro de Defensa ante las c¨¢maras de TVE. Y es que el elemento pol¨ªtico -como efecto y como causa- penetra en todo lo militar, en consecuencia de lo cual lo militar debe estar sujeto a lo pol¨ªtico, so pena de que domine el militarismo y la autarqu¨ªa del aparato castrense. Esto no es que lo diga uno, con su voz modesta; es el planteamiento b¨¢sico del actual Estado alem¨¢n federal, seg¨²n expon¨ªa el general Von Baudissin hace un par de a?os, en una conferencia en Madrid. Y no hace sino seguir las ense?anzas de Von Clausewitz.No son extra?as, pues, las cr¨ªticas a la reforma, pese a que la misma s¨®lo busca homologar a Espa?a en este terreno con los pa¨ªses democr¨¢ticos m¨¢s avanzados. Dec¨ªa Tarradellas hace pocos d¨ªas que "los militares quieren influir". Uno no entra ni sale aqu¨ª en tal tema, pero s¨ª sabe que hay muchos civiles partidarios de dicha influencia, porque piensan que beneficia pol¨ªticamente a sus grupos e intereses. Por lo mismo que son partidarios, en m¨¢s o menos grado, de la autonom¨ªa militar y, por tanto, escasamente adictos a que el presidente del Gobierno y el ministro del ramo tomen con m¨¢s firmeza por v¨ªa legal las riendas de los asuntos militares y de defensa, de acuerdo con el art¨ªculo 97 de la Constituci¨®n y con la coherencia pol¨ªtica.
Caben muchas m¨¢s consideraciones pol¨ªticas sobre esta reforma, pero las est¨¢ haciendo todo el mundo. En cambio, se est¨¢ hablando poco de cuestiones pol¨ªtico-econ¨®micas, por lo que vamos a dar una breve ojeada a las misma. En un reciente trabajo publicado en la revista Sistema, el profesor ?ngel Vi?as subraya la escas¨ªsima atenci¨®n prestada por los cient¨ªficos sociales espa?oles a los temas de defensa y seguridad exterior. Todav¨ªa nuestra Universidad, dice, cuenta s¨®lo con dos catedr¨¢ticos de relaciones internacionales, y menor a¨²n es la atenci¨®n concedida a los problemas de defensa: "Ninguna c¨¢tedra, ninguna asignatura ( ... ) aborda las complejas cuestiones relacionadas con la defensa nacional..."
La conexi¨®n entre pol¨ªtica econ¨®mica y pol¨ªtica de defensa es, sin embargo, algo que han impuesto los hechos, a medida que la guerra requer¨ªa m¨¢s y m¨¢s medios para su previsi¨®n y alimentaci¨®n. Con diferentes palabras, el rapid¨ªsimo desarrollo de un sector de defensa en las econom¨ªas de los pa¨ªses desarrollados -sector que no cesa de crecer- ha obligado a estudiar e investigar cient¨ªficamente dicha profunda conexi¨®n entre econom¨ªa y defensa, la cual -hay que a?adir- ha conducido a que se militarizasen gran n¨²mero de pensamientos y decisiones, no s¨®lo econ¨®micas, sino pol¨ªticas. La creciente militarizaci¨®n de la pol¨ªtica internacional no es sino el aspecto m¨¢s alarmante del proceso, por el peligro de suicidio colectivo y universal.
Los crecientes intereses de la eficacia militar, por otra parte, unidos a los no menos imperativos de las grandes industrias de armas, han llevado a una carrera de armamentos nucleares que ya asust¨® al mismo Eisenhower en su ¨²ltima etapa, al comprobar que tend¨ªan a autonomizarse m¨¢s y m¨¢s de la pol¨ªtica del propio Gobierno americano. Y aqu¨ª hay que decir -sin desconocer una serie de ambiciones de la URSS- que el negocio del armamento parece haber sido m¨¢s ¨²til y productivo para las grandes potencias de Occidente (en las que ha constituido palanca destacad¨ªsima de su boom econ¨®mico-industrial) que para los pa¨ªses socialistas, donde ha frenado el acceso a mayores niveles de consumo y bienestar (junto a los defectos evidentes de su pl¨²mbea estructura burocr¨¢tica). Seg¨²n los estudios de Rosen, el factor individual m¨¢s importante de la econom¨ªa norteamericana desde la segunda guerra mundial ha sido precisamente la dram¨¢tica expansi¨®n de los gastos militares. O sea, que estos gastos enormes son directamente con causa de su opulencia econ¨®mica.
Pero hay algo m¨¢s preocupante a¨²n: Mary Kaldor ha se?alado c¨®mo ¨²ltimamente la tecnolog¨ªa militar de punta es en gran medida inaplicable para emplear los recursos ociosos o infrautilizados, y tampoco sirve para estimular la investigaci¨®n y el desarrollo en el sentido de propulsar el crecimiento de nuevos sectores gu¨ªas en la econom¨ªa civil. Es decir, que hoy ya chocan los citados intereses de la eficacia militar con la propia racionalidad econ¨®mica.
M¨¢s precisiones
Dicho en otros t¨¦rminos, el antiguo postulado relacionado ineluctablemente al desarrollo econ¨®mico general con los gastos de defensa no puede hoy mantenerse sacrosantamente, sino que son necesarias bastantes m¨¢s precisiones. Aquello ha podido ser verdad en casos como el de Jap¨®n o Alemania Occidental, pero es bastante m¨¢s discutible, sobre todo actualmente, en los pa¨ªses en v¨ªas de. desarrollo. Y en los propios pa¨ªses industrializados, como se ha se?alado, tales gastos, elevad¨ªsimos, distorsionan ya la actividad econ¨®mica general en beneficio de sectores empresariales y militaristas con enorme capacidad de presi¨®n pol¨ªtica. En cuanto a los pa¨ªses situados en su ¨®rbita, se han visto obligados a seguir esta estela, de mejor o peor grado, como en Espa?a, donde se pas¨®, entre 1976 y 1979, de sesenta y tantos d¨®lares per c¨¢pita en gastos de defensa al doble aproximadamente.
Bastante m¨¢s se podr¨ªa decir, pero falta espacio en un comentario de prensa. Sin embargo, no desea uno terminar sin referirse a un punto pol¨ªtico de envergadura: el art¨ªculo 29 de la ley de julio de 1980, que no se toca en la actual reforma. Seg¨²n dicho art¨ªculo, la "defensa" se refiere a "cualquier forma de agresi¨®n" incorporando a la misma la totalidad de "energ¨ªas y fuerzas morales y materiales de la naci¨®n", as¨ª como a "todos los espa?oles". Esto, en nuestra opini¨®n equivale a una llave o "cheque en blanco" legal para la m¨¢s absoluta militarizaci¨®n de la sociedad, ya que da a esta totalidad de la poblaci¨®n, de sus energ¨ªas y fuerzas, las mismas misiones que el art¨ªculo 8.1 de la Constituci¨®n otorga a las Fuerzas Armadas. Y creemos que, si ya es discutible incluir en el t¨ªtulo preliminar de la Constituci¨®n el contenido de su art¨ªculo 8 (t¨ªtulo donde no se menciona, por ejemplo, al poder judicial), lo es mucho m¨¢s todav¨ªa, cuando a¨²n hay tantos tan fuertes partidarios de un poder militar aut¨®nomo, trasladar en bloque a la defensa -concepto que ni siquiera se cita expl¨ªcitamente en dicho art¨ªculo 8- lo que la Constituci¨®n dispone para las Fuerzas Armadas.
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