?Qu¨¦ hacer contra la tortura?
s.
Apoy¨¢ndose en la reciente sentencia sobre el caso Arregui, el autor de este trabajo, que ha participado en las tareas del Consejo de Europa sobre la tortura, cree que es preciso declarar a la tortura crimen de derecho intemacional, para que los responsables de la misma puedan ser juzgados y perseguidos en todos los pa¨ªses. A su juicio, la, seguridad y la eficacia, no son incompatibles con el respeto de los derechos humanos.
El caso Arregui: la brutalidad impune y la impunidad brutal. Un error. Un esc¨¢ndalo. Un semillero de errores y de esc¨¢ndalos. Una amenazadora sospecha.Guardo de mis tres af¨ªos como presidente de la Comisi¨®n de Derechos Humanos del Parlamento de Navarra y de mis cuatro como presidente de ese Parlamento bien tristes recuerdos sobre la tortura y los malos tratos. Los gobernadores civiles se enfadaban siempre que abr¨ªamos la boca sobre estas cosas tan delicadas. Los fiscales sol¨ªan echar al cesto de los papeles nuestras denuncias, que repet¨ªan casi siempre otras denuncias anteriores. Unos nos exig¨ªan a cada paso prudencia y discreci¨®n. Otros nos acusaban de cobardes y de c¨®mplices.
El crimen m¨¢s inhumano
Dict¨¢menes, avisos, recomendaciones, resoluciones. Visitas, notas, telefonazos, por lo general a la chita callando, para no hacer m¨¢s mal que bien en una situaci¨®n de guerrilla terrorista.
Al menos dejamos clara nuestra opini¨®n. Dimos unos toques de alarma. Alguna vez acaso evitamos alguna mala acci¨®n. Casi siempre me qued¨¦ con el alma en pena y la conciencia intranquila.
Que no nos hablen, por favor, quienes hace mucho tiempo perdieron todo rastro de moral en sus conciencias, y lo suyo es mentir, torturar y matar con tal de que favorezca sus caprichos, sus insensateces y sus locuras. Lo que dicen refuerza s¨®lo la causa de los torturadores.
La tortura en nuestros d¨ªas no pretende s¨®lo disuadir u obtener confesiones e informaci¨®n, sino aniquilar al adversario mejor a¨²n que con la muerte. "Dej¨¢dimelos unos cuantos d¨ªas", dec¨ªa un torturador, "y podr¨¦is liberarlos en seguida. No ser¨¢n ya peligrosos". As¨ª, la tortura se convierte en el crimen tal vez m¨¢s inhumano porque obliga a traicionar lo m¨¢s querido, a humillarse delante del verdugo, a perder toda esperanza.
Instrumento esencial de todo poder totalitario, la tortura reviste hoy formas nuevas. Cuando se trataba de disuadir -tortura de criminales y de herejes-, se buscaban suplicios espectaculares: la hoguera, la rueda, la cruz... Pero cuando se busca destruir a la persona y, a trav¨¦s de ella, al grupo al que pertenece, se utiliza la electricidad, que dosifica cient¨ªficamente el dolor; la qu¨ªmica; el aislamiento, y toda clase de procedimientos psicol¨®gicos, m¨¢s terribles a¨²n que la tortura f¨ªsica. Es bien sabido, desde los campos de concentraci¨®n de Hitler hasta la Argentina de los generales, que los m¨¦dicos asisten a la cabecera de los torturados no para servirles de consuelo y de ayuda, sino para asegurar la eficacia del tratamiento, que los destruya sin quitarles la vida. Con mucha frecuencia el torturador hace una cosa y otra.
Frente a tales atrocidades, todos parecemos y aparecemos impotentes. Parece hasta cosa de mal gusto hablar de la tortura. Resulta tan evidente que es algo abominable que no parece bien entretenerse en condenarla una vez m¨¢s.
A veces puede parecer tan necesaria que hablar de ella nos pondr¨ªa en el duro trance de tener que elegir entre la ¨¦tica abstracta y la complicidad concreta.
Muchos Gobiernos no tienen inconveniente alguno en ratificar todos los textos jur¨ªdicos internacionales que condenan la tortura mientras dejan que se desarrolle, si es que no la organizan ellos mismos, en su propio pa¨ªs.
Gobiernos que se inspiran en sistemas pol¨ªticos opuestos coinciden en rechazar cualquier intento investigador sobre la situaci¨®n de los detenidos, invocando el sacrosanto principio de la no injerencia en sus asuntos internos. Tal es el caso de Chile y de la URSS. ?Alianzas contra natura? No, alianzas que revelan la verdadera naturaleza de esos reg¨ªmenes, en expresi¨®n de Fran?ois de Vargas, secretario ejecutivo del Comit¨¦ Suizo Contra la Tortura, a quien sigo en este trabajillo.
Visitar los lugares de detenci¨®n
Si bien los 70 asistentes fueron invitados a t¨ªtulo particular, todas las grandes organizaciones internacionales no gubernamentales que se ocupan y procupan de / por los derechos humanos estuvieron representadas en el coloquio organizado en Ginebra por el citado comit¨¦ el pasado mes de marzo.
Se acord¨® un¨¢nimemente dar prioridad en todo no al establecimiento de nuevas normas, sino a la aplicaci¨®n de las mejores. El art¨ªculo 3? de la convenci¨®n de salvaguarda de los derechos del hombre y de las libertades fundamentales es tajante: "Nadie puede ser sometido a tortura ni a penas o tratos inhumanos o degradantes".
Pero a¨²n queda alg¨²n esfuerzo que hacer para que los instrumentos jur¨ªdicos sean mucho m¨¢s eficaces: que la tortura sea declarada crimen de derecho internacional, para que los responsables de la misma puedan ser juzgados en todos los pa¨ªses, y que los Estados acepten un sistema de visitas en todos los lugares de detenci¨®n, sin aviso previo, por parte de un comit¨¦ de personas independientes y libres de toda sospecha, que puedan verificar, en su caso, la existencia de torturas, penas y tratos inhumanos y degradantes.
Estas propuestas de la Comisi¨®n Internacional de Juristas y del Comit¨¦ Suizo Contra la Tortura fueron aprobadas por la asamblea parlamentaria del Consejo de Europa, en su ¨²ltima sesi¨®n plenaria de otoflo, en forma de una recomendaci¨®n al comit¨¦ de ministros y de un proyecto de convenci¨®n europea.
La asamblea no quiso tampoco esperar a que prospere un proyecto similar de protocolo facultativo a la Convenci¨®n Internacional Contra la Tortura, presentado por Costa Rica en 1980, y que estudian ahora los expertos de las Naciones Unidas. Tanto en Ginebra como en Estrasburgo se pens¨® que este proyecto de convenci¨®n, abierto ya a la firma de los 21 pa¨ªses miembros del Consejo de Europa, puede ser un modelo y un desarlo para el resto del mundo.
El arma eficaz de la informaci¨®n
Tambi¨¦n la asamblea parlamentaria recogi¨®, en uno de los considerandos de la recomendaci¨®n, otra de las ideas fuerza del coloquio de Ginebra: la necesidad de una buena y constante informaci¨®n, que Vargas llama "el arma suprema contra la tortura". Una informaci¨®n que llegue regularmente a las buenas gentes. Una informaci¨®n clara y apropiada tambi¨¦n para militares y miembros de las fuerzas de seguridad, preocupados las m¨¢s de las veces por la seguridad, el orden, la eficacia y la obediencia, valores que ellos tienen el deber de preservar y de proteger, pero no incompatibles con los valores fundamentales de los derechos humanos.
No olvidaba tampoco el coloquio de Ginebra la necesidad de una alianza de todas las fuerzas que, en unos u otros pa¨ªses, defienden al hombre contra opresores y torturadores, contra esa inmensa y terrible alianza de intereses econ¨®micos, pol¨ªticos, militares, polic¨ªacos e ideol¨®gicos en todos los reg¨ªmenes totalitarios. Y que campan por sus abusos, siempre que pueden, en los pa¨ªses democr¨¢ticos.
Ning¨²n torturador puede ocupar un puesto p¨²blico, ni siquiera cumplir una funci¨®n de orden superior. Ninguno de ellos debe quedar sin castigo ejemplar.
Es hora de que, si creemos de veras en los derechos del hombre, los pongamos, en todo lugar y tiempo, por encima de todo y de todos. Sin ellos el sistema democr¨¢tico es una palabra vana.
V¨ªctor Manuel Arbeloa es senador del PSOE por Navarra y parlamentario del Consejo de Europa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.