Los generales m¨¢s j¨®venes aparecen como los principales inspiradores de la toma del poder
El golpe de Estado que acab¨® el pasado s¨¢bado con la segunda rep¨²blica nigeriana ha sido, probablemente, obra de los generales m¨¢s j¨®venes del Ej¨¦rcito, comandantes de la diversas brigadas mecanizadas y de infanter¨ªa, seg¨²n las primeras y escasas noticias de que se dispone. De hecho, estos mandos militares han sustituido provisionalmente a los gobernadores estatales. Las altas jerarqu¨ªas militares han presentado voluntariamente la dimisi¨®n y, siguiendo una tradici¨®n en la historia del golpismo africano, han pasado autom¨¢ticamente al retiro.
Los dos ¨²nicos nombres de golpistas que han sido citados son los de los generales Saleh Abacha y Mohamed Buhari. El primero, que hasta el s¨¢bado era jefe de la brigada mecanizada de Lagos, se encarg¨® de difundir el primer comunicado del nuevo r¨¦gimen, quiz¨¢ por su presencia en la capital efectiva del pa¨ªs.El papel principal en el golpe parece haberlo jugado Mohamed Buhari, de 42 a?os, nuevo jefe de Estado, que ya fue gobernador de un estado con el r¨¦gimen militar de Gowon, siendo s¨®lo teniente coronel. Aun sin participar en el golpe radical de Murtala Mohamed en julio de 1975, cont¨® con la confianza de ¨¦ste y especialmente de su sucesor Olesegun Obasanjo, quien le nombr¨® gobernador en febrero de 1976, comisario (ministro) de Petr¨®leo y Energ¨ªa en marzo y miembro del consejo militar supremo en abril. En 1978 dej¨® la cartera ministerial, siendo nombrado presidente de la corporaci¨®n nigeriana de petr¨®leos.
Con la llegada del r¨¦gimen civil, en 1979, Buhari se reincorpor¨® al Ej¨¦rcito y ascendi¨® al generalato, aunque sin aceptar ning¨²n nombramiento significativo. Se le hab¨ªa considerado como uno de los j¨®venes turcos del r¨¦gimen militar, descontentos con la entrega del poder a los civiles. A¨²n as¨ª, obtuvo la jefatura de la brigada acorazada estacionada en Jos, donde, precisamente, est¨¢ el coraz¨®n de la intelectualidad del Ej¨¦rcito, agrupada en Instituto Nigeriano de Estudios Pol¨ªticos y Estrat¨¦gicos, y considerada como progresista.
Mohamed Buhari pertenece sin duda a esa l¨ªnea, y muy probablemente ha contado en la preparaci¨®n del golpe con la colaboraci¨®n de jefes y oficiales del Ej¨¦rcito que, en la terminolog¨ªa pol¨ªtica nigeriana son radicales progresistas. Sin embargo, el radicalismo progresista no significa en aquel pa¨ªs, de ning¨²n modo, alineamiento con la Uni¨®n Sovi¨¦tica o Libia, sino mano dura en la lucha contra la corrupci¨®n y una defensa efectiva de las causas africanas, ensalzando el papel de potencia regional de Nigeria. La econom¨ªa de mercado y los intereses econ¨®micos occidentales en el pa¨ªs no han de sufrir, por tanto, ning¨²n da?o.
Pol¨ªtica africana
El golpe, no obstante, s¨ª puede tener consecuencias en la pol¨ªtica occidental con respecto al conjunto del continente, y especialmente en algunas crisis como las de Angola, Chad, Mozambique o incluso el Sahara. Una de las actuaciones m¨¢s criticadas al r¨¦gimen civil fue el perfil m¨ªnimo de su pol¨ªtica africana, que contrastaba con el papel jugado por el r¨¦gimen de Murtala-Obasanjo entre 1975 y 1979. Nigeria defendi¨® entonces con gran firmeza todas las causas africanas, obtuvo el reconocimiento generalizado del MPLA de Angola, aprob¨® la llegada de los cubanos, defendi¨® al prosovi¨¦tico r¨¦gimen et¨ªope y presion¨® al Reino Unido hasta que obtuvo la independencia de Zimbabue.
Reagan obtuvo de Shagari una actitud m¨¢s moderada, y casi de no participaci¨®n en las cuestiones africanas, lo que a los ojos de muchos nigerianos ha facilitado el acoso surafricano contra Angola, Mozambique y Lesotho, la intervenci¨®n extranjera en Chad y el debilitamiento de la OUA. El nuevo Gobierno ya ha anunciado un presupuesto extraordinariamente austero. Adem¨¢s de subidas de precios, esto significa despidos masivos en el sector p¨²blico, que emplea a una buena parte de la poblaci¨®n. Como compensaci¨®n, el nuevo Gobierno s¨®lo puede ofrecer el revivir la grandeza de la ¨¦poca de Murtala-Obasanjo, centrada esencialmente en su activa pol¨ªtica exterior.
Un mayor activismo en pol¨ªtica exterior del nuevo r¨¦gimen no ser¨ªa bien visto en Washington, que puede intentar moderarlo por presiones indirectas v¨ªa Fondo Monetario Internacional. Sin embargo, parece que Nigeria tiene suficiente fuerza para resistir esas presiones aun obteniendo una refinanciaci¨®n adecuada de su deuda externa. El volumen de inversiones occidentales -y especialmente norteamericanas en aquel pa¨ªs es extraordinariamente grande, demasiado como para arriesgarse a un enfrentamiento.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.