El conflicto entre Garaikoetxea y la direcci¨®n de su partido ha puesto de relieve los problemas de fondo del nacionalismo vasco
Parece confirmado, con nombres y apellidos, que sectores pr¨®ximos a la direcci¨®n actual del partido trataron de obstaculizar la retransmisi¨®n en directo por las c¨¢maras de la televisi¨®n vasca de la intervenci¨®n del lendakari en la conferencia de prensa celebrada el martes d¨ªa 2 en Vitoria. Hab¨ªa en ello, sin duda, un reflejo del temor a que saliera a la luz lo que, seg¨²n el instinto conservador de todo aparato -pol¨ªtico o no pol¨ªtico- debe permanecer dentro de casa. Pero ese temor estaba doblemente justificado en el caso del PNV.Fundado hace casi 90 a?os por el hijo de un combatiente carlista, el nacionalismo vasco, como todo nacionalismo, es un movimiento que aspira a representar a toda la colectividad nacional y que se basa, por tanto, en la presunci¨®n de que toda posible divergencia o conflicto de intereses entre los componentes de la naci¨®n se pliega ante los intereses superiores de esta ¨²ltima, cuya existencia se afirma en relaci¨®n a un enemigo exterior. Pero, naturalmente, tal pretensi¨®n ideol¨®gica no impide que los conflictos reales de intereses existentes en la sociedad se manifiesten en la pr¨¢ctica pol¨ªtica del partido, y que peri¨®dicamente afloren como conflictos internos de ¨¦ste.
Concretamente, la historia del PNV Cal menos desde el ingreso, hacia 1898, en el primitivo grupo fundado por Arana del sector de la burgues¨ªa fuerista y l¨ªberal-moderada, representado por el naviero Sota) es la historia del permanente intento de hacer compatibles los intereses y sentimientos de un sector burgu¨¦s, moderadamente conservador, modernista, industrialista, con los sentimientos e intereses de amplias capas de la poblaci¨®n, radicalizadas por a marginaci¨®n a que las condena esa misma industrializaci¨®n. En las fases agudas del conflicto -bien por la coyuntura pol¨ªtica, bien por la situaci¨®n econ¨®mica-, este segundo sector se identifica por un, mayor radicalismo en la reivindicaci¨®n independentista, nunca definitivamente abandonada como horizonte ideol¨®gico del movimiento.
Diversos historiadores (Corcuera, Elorza, Fusi, Payne, entre otros) han estudiado las sucesivas crisis que han puesto de relieve la existencia, otras veces soterrada, de ese conflicto b¨¢sico.
Los historiadores que se han ocupado del problema han advertido reiteradamente sobre la especificidad del caso vasco e incluso algunos estudiosos, como Juan Aranzadi, han negado palmariamente que el nacionalismo vasco pueda analizarse desde los esquemas cl¨¢sicos de infraestructura, superestructura y dem¨¢s. Pero, con todo, no parece arriesgado suponer que, si alguna influencia tienen los factores econ¨®micos y de contexto pol¨ªtico general, el momento actual es claramente proclive a la crisis.
El peso de la econom¨ªa
Y ello, por la coincidencia en el tiempo de dos factores. De una parte, la espec¨ªfica incidencia en el Pa¨ªs Vasco de la crisis econ¨®mica, agudizada por las inundaciones de agosto, justo cuando se inicia un proceso de reconversi¨®n industrial. De otra, la creciente dificultad de identificar ese decisivo enemigo exterior -sin cuya existencia, real o imaginaria, la ideolog¨ªa nacionalista ser¨ªa algo muy distinto a lo que es cuando el poder central se hace autonomista y, encima, gobierna en Madrid el partido que durante 40 a?os fue el principal aliado del PNV en el Gobierno aut¨®nomo vasco. Dos conflictos entre la direcci¨®n del partido y el Gobierno de Garaikoetxea, registrados en los ¨²ltimos tiempos, podr¨ªan ilustrar, pero tan s¨®lo como s¨ªntomas, esta nueva situaci¨®n, hace unas semanas, la direcci¨®n del PNV decidi¨®
,sumarse, si no encabezar, una movilizaci¨®n contra los planes de reestructuraci¨®n industrial, y en particular del sector naval, propiciados por el equipo del ministro de Industria, Carlos Solchaga.
Miembros destacados del PNV desfilaron as¨ª, codo con codo, junto a los l¨ªderes de CC OO o los dirigentes de los partidos de extrema izquierda, justamente cuando el Gabinete de Garaikoetxea preparaba planes de reconversi¨®n, no sustancialmente, divergentes con los del Gobierno socialista.
Segundo ejemplo. Hace tres a?os, cuando Garaikoetxea negociaba con Adolfo Su¨¢rez, que resultar¨ªa el mejor interlocutor de todos los posibles, el decisivo acuerdo sobre los conciertos econ¨®micos y la creaci¨®n de la polic¨ªa vasca, la direcci¨®n del PNV lanz¨® una desaforada campa?a contra el entonces presidente del Gobierno, paralizando los ayuntamientos y boicoteando ostentosamente la visita que aqu¨¦l realizaba al Pa¨ªs Vasco.
Progresistas y conservadores
No se trata, sin embargo, de deducir sin m¨¢s que las personas que hoy dirigen el partido representan unos intereses sociales, y quienes est¨¢n en el Gobierno de Vitoria los de otros grupos claramente definidos, pero s¨ª de constatar que, por su espec¨ªfica situaci¨®n en la estructura institucional y pol¨ªtica de Euskadi, cada cual resiente de manera diferente las presiones de uno u otro sector.
Arriesgado ser¨ªa, con todo, otorgar patente de m¨¢s progresistas (o de m¨¢s conservadores) a cualquiera de los dos sectores. por el tipo de presiones a que son m¨¢s sensibles. As¨ª, el radicalismo de quienes subliminarmente reprochan a Garaikoetxea su tibieza con el poder central, no es incompatible con posiciones conservadoras en temas como el de la foralidad o actitudes reaccionarias y xen¨®fobas en otras cuestiones. J. J. Azurza fue secretario del consejo regional del PNV tras su regreso, en 1976 o 1977, del exilio venezolano. Tras tres a?os de enfrentamiento con la direcci¨®n, fue expulsado del partido en febrero pasado. Seis meses despu¨¦s, y a prop¨®sito de la conflictiva elecci¨®n del alcalde socialista de Ir¨²n, public¨® en la Prensa local un art¨ªculo titulado ?Un hombre, un voto?, en el que explicaba dicho conflicto por el hecho de que la ley electoral no consagrase "diferentes grados de valor del voto para nativos y advenedizos", entendi¨¦ndose por tales las personas que "vinieron a estas tierras con posterioridad a la guerra civil" ( ... ), "cuadruplicando la poblaci¨®n de localidades como Renter¨ªa, Usurbil, Urnieta o Hernani y desfigurando el panorama urbano y de composici¨®n humana de esta provincia".
Algunos de los problemas salidos a la luz en la crisis actual constituyen una repetici¨®n de los suscitados hace unos a?os a ra¨ªz del conflicto que enfrent¨® a Arzallus con el sector que se dio en llamar sabiniano y que, a su vez, era bastante heterog¨¦neo. Dicho sector se caracterizaba por su empe?o en recuperar las se?as de identidad ideol¨®gica del primitivo nacionalismo, incluida su filosof¨ªa confederal -Euskadi, como agrupaci¨®n libre de territorios aut¨®nomos, identificados ¨¦stos con las provincias-, por su peculiar radicalismo abertzale, te?ido de cierto foralismo de ra¨ªces carlistas, y por su conservadurismo social y en materia de costumbres (a Arzallus le acusaban de socialista y le tachaban de cura renegado). Sin embargo, en lo concreto, por encima de cualquier consideraci¨®n ideol¨®gica de fondo, el conflicto se desencaden¨® como reacci¨®n de dicho sector frente al ascenso en las filas del partido y de las instituciones p¨²blicas por ¨¦l controladas de personas a las que consideraban reci¨¦n llegadas.
El que todav¨ªa en la asamblea de ayer el problema general de la disciplina del candidato se haya sustanciado en el debate concreto sobre la autonom¨ªa de aqu¨¦l para nombrar a sus consejeros y colaboradores, parece bastante revelador de que no han cicatrizado las heridas -y la amargura- de quienes, habiendo sostenido al partido en la clandestinidad, no alcanzan a entender su posterior marginaci¨®n. Pero el hecho de que las acusaciones de hace unos a?os tuvieran como principal objetivo al mismo Xabier Arzallus, que ahora ha aparecido como principal contradictor de Garaikoetxea, indica hasta qu¨¦ punto la situaci¨®n es todav¨ªa demasiado fluida como para arriesgar la adjudicaci¨®n a uno u otro sector de las corrientes de fondo subyacentes.
Fuentes muy pr¨®ximas al actual consejo nacional han filtrado estos d¨ªas diversas insinuaciones sobre el eventual protagonismo que en la crisis, podr¨ªan haber tenido sectores ajenos al partido, como el Opus o los antiguos sabinianos, que estar¨ªan apoyando a Garaikoetxea para favorecer un giro a la derecha. Pero tales insinuaciones resultan contradictorias con las posturas adoptadas por unos y otros respecto al problema que dio origen al desacuerdo b¨¢sico entre partido y Gobierno: la ley de Territorios Hist¨®ricos.
A no ser que la oposici¨®n de izqu¨ªerda en el Parlamento vasco haya estado deliberadamente favoreciendo una opci¨®n derechis
Pasa a la p¨¢gina 15
Viene de la p¨¢gina 14
ta, parece l¨®gico aceptar que, en general, han sido los sectores m¨¢s conservadores y m¨¢s predispuestos a un acercamiento paulatino a las posiciones de centro-derecha a escala estatal (PDP) quienes m¨¢s han presionado por el recorte en favor de las instituciones provinciales de las competencias de los ¨®rganos comunes de la comunidad aut¨®noma (Gobierno y Parlamento).
De hecho, cualquier planteamiento progresista y de racionalidad econ¨®mica y administrativa exige, seg¨²n todos los expertos, el fortalecimiento de dichos ¨®rganos comunes, que constituir¨ªan el nivel m¨¢s adecuado para una planificaci¨®n modernizadora (otra cosa es que, subjetivamente, los sentimientos provincialistas sean todav¨ªa en la poblaci¨®n vasca, incluido su sector nacionalista, m¨¢s arraigados que la conciencia de Euskadi como un todo). Sim¨¦tricamente, por lo dem¨¢s, hay indicios de que los sectores m¨¢s regresivos de la sociedad vasca consideran que la defensa de sus intereses de grupo se garantizar¨ªan mejor desde unas diputaciones poderosas y con dinero que desde un Gobierno vasco con gran capacidad de intervenci¨®n.
Otro de los problemas ahora suscitados es el de la organizaci¨®n interna del PNV. En el momento fundacional el complejo sistema electoral interno permit¨ªa en la pr¨¢ctica la cooptaci¨®n de todos los dirigentes por los hermanos Luis y Sabino Arana. Desaparecido el fundador, las juntas municipales pasaron a ser los ¨®rganos de base sobre los que se asentaba toda la vida partidaria. Sin embargo, a partir de la paulatina aceptaci¨®n por el PNV del juego electoral, el poder fue concentr¨¢ndose en los ¨®rganos superiores, que controlaban fundamentalmente la elaboraci¨®n de las listas. Hasta cinco estatutos diferentes, tendentes a favorecer dicho control, fueron sucesivamente aprobados entre 1906 y 1916.
Las posteriores reformas parciales, la ¨²ltima hace dos o tres meses, han ido adaptando los estatutos a la cambiante realidad pero han dejado casi inc¨®lume el car¨¢cter paritario, no proporcional, de la representaci¨®n de cada instancia en la inmediatamente superior. Eso explica que, por ejemplo, la asamblea regional de ?lava haya votado una resoluci¨®n contraria a los planteamientos de Garaikoetxea, pese a que las asambleas locales de Vitoria y Llodio, que agrupan al 90% o 95% de los afiliados de la provincia, se hubiesen pronunciado en favor del Iendakari. La influencia de los sectores rurales en la configuraci¨®n de la opini¨®n del partido puede, as¨ª, llegar a ser infinitamente superior a su peso proporcional.
Por lo dem¨¢s, el hecho de que, a tenor con lo establecido en el art¨ªculo 18 de los estatutos, la organizaci¨®n de, por ejemplo, Navarra, que cuenta con apenas un millar de afiliados, disponga en la asamblea nacional de id¨¦ntica representaci¨®n que Vizcaya (cuya afiliaci¨®n es 25 veces superior), introduce un factor de distorsi¨®n, que espont¨¢neamente tiende a ser compensado con mecanismos ajenos a los estatutarios.
Por ejemplo, el recurso al carisma personal. Actualmente, sin embargo, esa legitimaci¨®n carism¨¢tica es compartida por Arzallus y Garaikoetxea. Si este ¨²ltimo ha resultado vencedor se debe, probablemente, entre otros factores, a que supo adelantarse a apelar directamente (y personalmente, merced a la televisi¨®n) a las bases. De ah¨ª seguramente los intentos de evitar que la retransmisi¨®n se llevase a efecto.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Adolfo Su¨¢rez
- Nacionalismo
- PDP
- Carlos Garaikoetxea
- Jos¨¦ Joaqu¨ªn Azurza
- Xabier Arzalluz
- Comunidades aut¨®nomas
- Congresos pol¨ªticos
- EAJ-PNV
- Gobierno auton¨®mico
- Parlamentos auton¨®micos
- Pol¨ªtica auton¨®mica
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Ideolog¨ªas
- Elecciones
- Conflictos pol¨ªticos
- Pa¨ªs Vasco
- Parlamento
- Espa?a
- Partidos pol¨ªticos
- Pol¨ªtica
- Administraci¨®n p¨²blica