Pujol aspira a gobernar hasta 1988 sin demasiadas concesiones a Esquerra Republicana y Alianza Popular
El enconamiento de las relaciones entre Converg¨¨ncia y socialistas bloquea una f¨®rmula de centro-izquierda
A dos meses vista de la disoluci¨®n de la C¨¢mara legislativa catalana y de la finalizaci¨®n, por tanto, de la primera y ¨²nica, hasta el momento, legislatura auton¨®mica que el Principado ha vivido sin sobresaltos excesivos en toda su historia, los cerebros electorales de los principales partidos pol¨ªticos han llegado, por lo menos, a una conclusi¨®n: los dos grandes partidos, Converg¨¨ncia y socialistas, aglutinan y se reparten ellos solitos 80% del electorado potencial.Con este dato en la mano, ¨²nico, por otra parte en el que coinciden todos los sondeos publicados hasta ahora, es evidente que ninguno de los dos candidatos posibles est¨¢ en condiciones de alcanzar la mayor¨ªa absoluta que pueda permitirle la formaci¨®n de un Gobierno monocolor.
En 1980 tras la inesperada derrota del PSC, de Joan Revent¨®s, Converg¨¨ncia i Uni¨® conoci¨® ya la experiencia. Con sus 48 diputados, de un total de 135, y con el rechazo inmediato de. los socialistas a participar en una especie de coalici¨®n constituyente ofrecida por un Jordi Pujol que hab¨ªa ganado por la m¨ªnima diferencia, la estrategia convergente tuvo que aplicarse con ah¨ªnco a formalizar un dif¨ªcil equilibrio de fuerzas con Esquerra Republicana y Centristes-UCD. Dos partidos colindantes, y en muchos aspectos antag¨®nicos, que aportar¨ªan durante cuatro a?os a Pujol los 14 y 18 votos complementarios, respectivamente, que necesitaba Converg¨¨ncia para alcanzar la base suficiente en que apoyar una obra de gobierno.
El pacto no siempre fue f¨¢cil Pero tampoco fall¨® en ninguna de las ocasiones en que fue relacionado por un presidente a quien la oposici¨®n, diagnostic¨® repetidamente fragilidad pol¨ªtica y consiguiente ca¨ªda del poder a lo largo de toda la primera legislatura.
Coalici¨®n imposible
Hoy d¨ªa, objetiva y desapasionadamente, las cosas no parecen haber cambiado demasiado. Al menos por lo que ata?e a las posibilidades de una coalici¨®n entre los dos grandes. El enconamiento de posiciones pol¨ªticas entre CDC y PSC, agravado hasta l¨ªmites inesperados a ra¨ªz de la LOAPA, la teor¨ªa de la alternancia democr¨¢tica en el poder, sustentada por los socialistas, la t¨¦cnica del puente a¨¦reo practicada por Pujol con todos los partidos de ¨¢mbito estatal y, sobre todo, la perplejidad que producir¨ªa en el electorado, parecen haber hecho imposible para siempre la gran coalici¨®n de centro-izquierda. S¨®lo un grave peligro -que deber¨ªa ser, adem¨¢s, mucho m¨¢s consistente que el que supuso el 23-F, cuando Revent¨®s hizo precisamente esta propuesta- permite hoy a los futur¨®logos barajar m¨ªnimamente esta posibilidad. Cabr¨ªa a?adir otro factor que lo imposibilita, tal vez m¨¢s decisivo, de car¨¢cter subjetivo: esperar que Pujol acepte participar en un Gobierno de predominio socialista o que Obiols se siente en un Consell presidido por su principal y, en realidad, ¨²nico adversario es impensable.
La mejor baza convergente- consiste en estos momentos en mentalizar a la opini¨®n p¨²blica de que, gracias al voto ¨²til, y a algunos otros factores debidamente computados, Pujol puede hacerse con la mayor¨ªa absoluta. La experiencia de estos cuatro a?os ha evidenciado, por cierto, que es posible construir un grupo parlamentario unido y sin fisuras, al margen incluso de los aparatos de gobierno de los partidos que integran la coalici¨®n gobernante. En efecto, Uni¨® Democr¨¢tica, el hermano peque?o de la coalici¨®n, parece ser en estos momentos un reducto ideol¨®gico orgulloso de una identidad te¨®ricamente diferenciada dentro de CiU, pero cuyos diputados act¨²an en un plano indistinto a la del resto del grupo.
La f¨®rmula establecida en la pr¨¢ctica, en 1980, una vez desechada la de potenciar al veterano l¨ªder democristiano Miquel Coll i Alentorn a la presidencia del Parlament, fue la de conseguir una vicepresidencia primera para Concepci¨® Farr¨¦ y tres consejer¨ªas para Uni¨®, una de. ellas para el propio Coll i Alentorn, como adjunto a Presidencia. El sill¨®n presidencial de la C¨¢mara fue finalmente pactado en favor de Heribert Barrera, aprovechando, por cierto, un nuevo error socialista.
El Partit Nacionalista
As¨ª las cosas, la coalici¨®n gobernante empez¨® a actuar con un grupo parlamentario homog¨¦neo en su base, en el que son muchas las voluntades que quieren ver el embri¨®n, de hecho o de derecho, del no nacido Partit Nacionalista de Catalunya.
Consolidar este pacto, ya de por s¨ª bastante consolidado, es, pues, la primera jugada electoral de Converg¨¦ncia de cara al pr¨®ximo 29 de abril. El otro gran flanco que necesita cubrir el partido en el Gobierno para seguir en el poder es, evidentemente, el de Esquerra Republicana. Un partido cuya imagen ha sufrido un evidente desgaste durante la legislatura por su incapacidad de proyectarse como alternativa del proyecto pujolista.
Joan Hortal¨¤ confesaba p¨²blicamente, en el transcurso del ¨²ltimo debate de pol¨ªtica general del mes de septiembre, que Esquerra hab¨ªa hecho grandes sacrificios, que incluso ponen en peligro su superviviencia, a su voluntad pol¨ªtica de hacer posible la "gobernabilidad de Catalu?a". Pero tampoco parece que el caso est¨¦ al borde de tan dram¨¢tica situaci¨®n. Barrera sabe que, por poco necesarios que sean sus futuros diputados para una Converg¨¨ncia virtualmente ganadora, su partido tiene asegurada m¨¢s de un departamento en el futuro Gobierno.
De confirmarse la hip¨®tesis, tres ser¨ªan, pues, los partidos que quedar¨ªan integrados en el grupo que dar¨ªa apoyo al futuro Gobierno de Pujol. Tres partidos. nacionalistas, comprometidos en responsabilidades reales, que actuar¨ªan disciplinadamente como bloque nacionalista y en el que CDC podr¨ªa controlar sobresaltos tales como la petici¨®n de reforma del Estatut, que present¨® ERC el oto?o pasado. De hecho, un embri¨®n, moderado y a salvo de veleidades, tanto de nacionalismo radical como de espa?olismo, del siempre so?ado Partit Nacionalista.
Los restos del centrismo
Con algunas incorporaciones procedentes del malbaratado centrismo, con una aportaci¨®n tranquilizante para un buen sector del electorado, como es la Ant¨®n Ca?ellas. O como Santiago Guill¨¦n. O Vicen? Capdevila. El resto del centrismo, de aquellos cien tristes a quienes la t¨¢ctica pujolista del puente a¨¦reo dej¨® pr¨¢cticamente sin voz ni voto en el Parlamento catal¨¢n, est¨¢ corriendo suerte diversa. Ca?ellas, Guill¨¦n, Capdevila y alg¨²n otro permanecen aparcados en el Grupo Mixto, en espera de ofertas razonables de Pujol. Quienes optaron en su d¨ªa por permanecer. en el CDS esperan acontecimientos, o simplemente que llegue la hora de regresar a casa. Finalmente, quienes se pasaron a AP esperan su momento.
En principio, tanto los analistas como el frio guarismo de las en cuestas indican un trasvase masivo de votos centristas hacia Pujol. Roca i Junyent, que se juega en es as elecciones nada menos que el futuro de su acariciado Partido Reformista estatal, velar¨¢ por ello. Pero parece que, al cabo de los a?os, Fraga ha conseguido fichar un buen candidato por Catalu?a. Eduard Bueno no entiende demasiado de pol¨ªtica, pero sus electo res tampoco. Tiene, en cambio, buena imagen y posibilidades de hacerse con un resultado digno.
El problema, por tanto, se plantea a Converg¨¨ncia a partir del d¨ªa siguiente a las elecciones. Es obvio que ni Uni¨® Democr¨¢tica ni mucho menos Esquerra Republicana aceptar¨ªan un pacto visible con AP, que podr¨ªa desacreditarles de por vida ante su electorado. Por otra parte, Alianza cuenta con la experiencia de sus antecesores centristas, que de tanto dejarse arrinconar contra las cuerdas del conmigo o contra m¨ª del Gobierno Pujol terminaron tirando la toalla. En estas condiciones, a Converg¨¨ncia, o mejor ser¨ªa decir a Pujol, s¨®lo le quedar¨ªa la alternativa de un siempre complicado pacto secreto, en caso de que finalmente los resultados de primavera de mostraran la necesidad del voto aliancista en el Parlament. Porque la teor¨ªa de las mayor¨ªas alternativas, que sustentan algunos dirigentes de CDC y que tan buenos resultados ha venido dando al Consell Executiu saliente, no da la impresi¨®n de que vaya a ser demasiado bien acogida por las cabezas pensantes aliancistas. Con todo, y pese a los esfuerzos de Obiols por potenciar a Eduard Bueno como candidato, en CDC no preocupa excesivamente el tema.
La patronal no tiene apoyo
En principio, el actual Gobierno espera contar con buena parte del 10,55% que Catalu?a otorg¨® a CC UCD en marzo de 1980.
Por este frente, Converg¨¨ncia s¨®lo puede temer una campa?a de la gran patronal, el Fomento del Trabajo, que nunca ha sido especialmente sensible al nacionalismo de Pujol. Converg¨¨ncia cuenta, en cambio, en este terreno con el apoyo de la c¨²pula de la C¨¢mara de Comercio y con la pr¨¢ctica totalidad de la peque?a y mediana patronal del PIMEC. La Iglesia, poco cohesionada en Catalu?a, podr¨ªa jugar tambi¨¦n alg¨²n papel en instancias pr¨®ximas a determinada jerarqu¨ªa en esta ocasi¨®n.
La imagen convergente, que recientemente ha intentado una t¨ªmida, y muy contestada desde la izquierda, penetraci¨®n entre los inmigrados, trata de proyectarse en este sector con la ecuaci¨®n siguiente: "La Generalitat es ¨²timo s¨®lo para normalizar el catal¨¢n, sino tambi¨¦n para hacer llegar el metro a Santa Coloma". Ecuaci¨®n que se completar¨ªa subliminalmente, y sin herir susceptibilidades nacionalistas particularmente sensibles, con el mensaje de que "Generalitat es igual a Converg¨¨ncia". Todo ello, ali?ado con fuerte crisis econ¨®mica y contrastado con la pol¨ªtica social del Gobierno socialista de Madrid como ejemplo desaconsejable a presentar.
Para el gran sector sociol¨®gicamente pujolista del pa¨ªs, la cuesti¨®n de imagen no presenta mayor complicaci¨®n. Se trata de resaltar al m¨¢ximo los obst¨¢culos antiautonomistas que puedan presentar tanto el Gobierno Gonz¨¢lez como la pertinaz burocracia central para capitalizar adhesiones y entusiasmos poco matizados. Y, finalmente, si todo falla, prepararse para una dur¨ªsima oposici¨®n que haga imposible a Obiols terminar su hipot¨¦tica legislatura.
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