Jubany pide respeto a las creencias
"En este mundo nada ni nadie est¨¢ a salvo del rid¨ªculo: ni los personajes m¨¢s encumbrados ni las doctrinas m¨¢s prestigiosas. Tampoco se libran de ¨¦l las personas discretas y modestas; tambi¨¦n ellas pueden ser objeto de mofas y burlas. La malicia sabe encontrar siempre el punto risible en las inevitables flaquezas de la expresi¨®n y del comportamiento humanos"."Existe una manera de ver las cosas que est¨¢ inspirada en el sentido del humor. Esto es saludable, porque aligera el esp¨ªritu y evita tratar las cosas con aquella obsesi¨®n exagerada, que rompe la buena armon¨ªa y quiebra la ecuanimidad ps¨ªquica. Pero hay que tener una gran sensatez para saber ironizar sin llegar a la burla ofensiva, que lleva consigo el desprecio al pr¨®jimo. Viceversa, hay que poseer la suficiente humildad para no sentirse ofendido cuando uno es objeto de una broma ajena. Pero hay una clase de burlas que son temibles por mal¨¦volas y corrosivas. Son las que se utilizan con el fin de desprestigiar una doctrina, un instituci¨®n o una persona. ?Qui¨¦n puede negar que en la descristianizaci¨®n de la sociedad francesa del siglo XVIII, adem¨¢s de la imperante corrupci¨®n de costumbres, las agudas iron¨ªas de Voltaire constituyeron un factor casi determinante? La religiosidad del Siglo de las Luces no resisti¨® las burlas ridiculizantes del autor de Candide. Mucho m¨¢s si se tiene en cuenta que el cristianismo no puede utilizar las armas que violan gravemente la justicia o la caridad. La burla de las cosas sagradas ha hecho un da?o irreparable; porque junto a las cr¨ªticas -algunas veces m¨¢s o menos justificadas- fueron divulgadas calumnias tremendamente destructoras de la credibilidad de la religi¨®n".( ... )
"La decadencia de nuestra sociedad se manifiesta, sobre todo, en el materialismo ambiental que lleva consigo el desprecio de los valores ¨¦ticos, morales y espirituales. Existe una verdadera inversi¨®n: hay quienes se esfuerzan por afirmar que la irreligiosidad y la libertad sin freno constituyen el gran contenido de una cultura progresista. Por ello la decencia, la correcci¨®n y el respeto en el trato social, un comportamiento personal digno y (...) las manifestaciones privadas o p¨²blicas de religiosidad son considerados por no pocas personas como sentimientos primarios y regresivos.( ... ) Los valores ¨¦ticos y morales que dignifican la vida del hombre deben ser defendidos".
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