Nuestra Cultura
Hace ya muchos a?os que A. L. Kroeber, el gran antrop¨®logo norteamericano (en cuya casa de Nueva York celebr¨¦ mis cuarenta y ocho, obsequiado espl¨¦ndidamente por aquel benigno patriarca y su familia), escribi¨® un libro, en colaboraci¨®n con otros tres del oficio, acerca de conceptos y definiciones en torno a la palabra Cultura. Kroeber era hombre de lucidez extraordinaria. El libro, de 1952, muy ¨²til todav¨ªa. Pero si a m¨ª, hoy, me preguntaran qu¨¦ es la Cultura responder¨ªa r¨¢pidamente, dando la contestaci¨®n que Mark Twain daba como soluci¨®n a un complejo problema f¨ªsico-matem¨¢tico. Una contestaci¨®n clara, concreta y precisa: "Lo ignoro". ?Qu¨¦ m¨¢s se puede pedir! He llegado a esta consecuencia confortante despu¨¦s de haber estudiado Antropolog¨ªa cultural, despu¨¦s de haber escrito un librito que se llama nada menos que An¨¢lisis de la Cultura y de haber le¨ªdo tratados de la ciencia que se denomin¨® "Culturolog¨ªa", traduciendo del alem¨¢n un vocablo que no pongo aqu¨ª para que el cajista, linotipista o "compositor" de EL PA?S no me odien demasiado.Con esto est¨¢ dicho que si no s¨¦ qu¨¦ es la Cultura, tampoco s¨¦ lo que es lo contrario. Es decir, la "Incultura", sobre la que no he escrito An¨¢lisis pretencioso y juvenil. Tampoco he le¨ªdo ning¨²n Tratado de Incultura. Pero me gustar¨ªa saber si alg¨²n maestro germ¨¢nico, de los que tanto he admirado y sigo admirando, se habr¨¢ lanzado alguna vez a la empresa de componer un Lerhbuch der Inkultur-Wissenschaft (?Y que me odien ahora todos los tip¨®grafos de la Tierra hisp¨¢nica). Una Ciencia de la Incultura creo que es la que podr¨ªa darnos mejor la clave y la soluci¨®n del problema de qu¨¦ es la Cultura en s¨ª. Cultura que se relaciona con cultivo, y sobre esto se tejen muchas ideas que nos hacen llegar a la conclusi¨®n de que el hombre culto es una especie de hortelano que aqu¨ª coloca sus cebollas, all¨ª sus tomates, planta a tiempo, riega a tiempo, recoge a tiempo y todo lo hace racionalizado, con arreglo a un fin, el de que su trabajo le rinda lo m¨¢s posible. Luego puede volver alegre a su hogar, como el campesino de la canci¨®n de Schumann. ?Qu¨¦ hermosura! Para algunos la Incultura ser¨ªa el acto de entrar en el huerto o vergel cultivado con viria manada de guarros (con perd¨®n) que lo patearan, hozaran y hocicaran todo. ?Adi¨®s pulidas cebollas, rojos pimientos, alineadlas plantas de lechugas, escarolas y acelgas! Pero no. El s¨ªmil del cultivo no nos vale. Porque la Incultura tambi¨¦n se cultiva. Hoy lo vemos mejor que nunca. Vamos a pensar, por un momento, que una escuela es un huerto bien ordenado y que un licenciado en Historia es como un toinate maduro (cosa dificil de concebir)... ?Pero qu¨¦ es un pub, qu¨¦ es una taberna, qu¨¦ es un partido de f¨²tbol o un hincha de un equipo? ?No son otras tantas cosas cultivadas y con esti¨¦rcoles mucho m¨¢s ricos que los que nutren a una Facultad de Letras? ?No son focos de Incultura? ?No son cultivos en el sentido m¨¢s estricto de la palabra, los de las plantas que producen la droga y la locura? ?No es un rico y productivo cultivo el de los alcoholes mortales? ?No hay que poner mucho esfuerzo, atenci¨®n y ciencia en la fabricaci¨®n de armas mort¨ªferas? Todo esto es cultivo. ?Todo ser¨¢ Cultura? S¨ª. Hasta la Incultura, objeto de grandes siembras, de met¨®dicas siembras, regadas con las aguas (?fecales?) de la propaganda, del mitin y del articulazo del peri¨®dico "doctrinal". Antes se hablaba de las buenas y de las malas lecturas y ten¨ªamos textos como los de los padres Ladr¨®n de Guevara y otros sabios que nos asesoraban sobre punto tan importante para nuestra salvaci¨®n. Pero ahora la desorientaci¨®n es absoluta. Ahora no sabemos distinguir entre el Bien y el Mal, porque hay honrado u honrada vecina de nuestra casa aldeana que est¨¢ en la situaci¨®n del ni?o romano que, en el circo, compadec¨ªa al pobrecito le¨®n que no ten¨ªa cristiano que comer. Acaso este ni?o inocente era un precursor de Nietzsche sin saberlo, pero lo cierto es que ahora hay miles de nietzscheanos de perra gorda, no s¨®lo entre artistas y literatos tan mediocres como altisonantes y despectivos, sino donde menos se piensa: en las cerer¨ªas de los pueblos, en los mercados, vendiendo anchoas o bonito a su tiempo ..., y donde se "cultiva" precisamente. No la Ciencia; s¨ª la T¨¦cnica y la patata. F¨¢bricas de problem¨¢ticas industrias, reconvertibles" o a "reconvertir", y anchas tierras donde, por fortuna para ellas, la patata es igual a s¨ª misma siempre. ?Qu¨¦ suerte en esta ¨¦poca en que todos buscamos afanosos las ra¨ªces de nuestra "identidad cultural"! ?Ser id¨¦ntico a s¨ª mismo! Lo malo es que nosotros en estado de cultivo no lo somos. Por eso digo que no s¨¦ qu¨¦ es "Cultura" con may¨²scula. Tampoco lo que es "Incultura". Son cultivos evidentemente. Pero no como el de la patata. La patata cultural no se ha dado todav¨ªa, que yo sepa, y por eso buscamos, sin hallarla, la forma de nuestra identidad. El modo de llegar a ella tambi¨¦n. Con la droga, el confesonario, la reforma de la ortograf¨ªa o borrando letreros de las carreteras. S¨ª. Esto de los letreros es importante. Porque, volviendo a nuestro s¨ªmil, en un patatal no hace falta ponerlos para saber que se est¨¢ en un patatal. En otras partes s¨ª hay que roturar y subrayar. En gran proporci¨®n. La Cultura y la Incultura parece que son cuesti¨®n de r¨®tulo. No cabe duda de que si en la fachada de un edificio leemos "Facultad de Ciencias" hay que creer que es un centro cultural, y si en otro pone WC, no. Pero hasta en estos casos extremos yo tengo mis dudas. Lo mismo pueden ser centros de Cultura el uno que el otro. Aunque acaso de modo constante sean m¨¢s bien centros de Incultura... Acaso tambi¨¦n pueden serlo de Cultura inculta o de Inculta cultura. Pero, por desgracia, no estamos ya en tiempo de Don Quijote, cuando el hidalgo se deleitaba leyendo aquello de "la raz¨®n de la sinraz¨®n que a mi raz¨®n se hace, de tal manera mi raz¨®n enflaquece, que con raz¨®n me quejo de la vuestra fermosura...". No estamos para cincunloquios. Total: cincuenta a?os escribiendo sobre la Cultura para no saber nada de ella. Es lo que nos pasa a los cortos de mollera por meternos donde no debemos. Adem¨¢s no tenemos el consuelo del viejo Behrisch, el amigo de Goethe, que se pas¨® toda la vida creyendo que cultivaba geranios y cuando los bot¨¢nicos le dijeron que parte de aquellas plantas no eran geranios, sino pelargonias, consider¨® que los tales bot¨¢nicos eran unos majaderos y les mand¨® a paseo. Nosotros hemos cultivado la ciencia de la Cultura y ahora la mitad de esta Cultura o cultivo por lo menos resulta que no da geranios, da pelargonias groseras, y hay inucha gente que en su ordinariez cree que ¨¦stas son bellas plantas de adorno. "Nuestra Cultura" (la de los que hablan en plural) es as¨ª, como las pelargonias de Herr Behrisch. La nuestra (la de los que hablamos m¨¢s bien en singular) parece que es otra, aunque s¨®lo Dios sabe d¨®nde se da.
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