La elipse
24 martesHan desaparecido m¨¢s de mil cuadros del Museo del Prado. Y hay en los s¨®tanos otro millar sin carnet de identidad entre los dientes como perlas de los neocl¨¢sicos. M¨¢s cuatrocientos pendientes de localizaci¨®n. Hace m¨¢s de diez a?os que no se reedita el cat¨¢logo de todo este material y nadie parece llevar la contabilidad de Morenocarboneros y Pantojas. Soubrier atribuye esto a las reformas. Yo lo atribuyo m¨¢s bien a las formas: a la forma francouniforme que tuvo la cultura durante: cuarenta a?os cuarenta, de modo y manera que uno iba al Museo, sacaba un cuadro, lo vend¨ªa en Flandes y nadie ten¨ªa derecho a decirle nada, que para eso est¨¢bamos en una democracia org¨¢nica.
Se iba al Prado y se sacaba un cuadro como se va al Banco y se saca un tal¨®n. En mis lontanas Memorias Trilog¨ªa de Madrid, explico c¨®mo el Prado tiene mucho de una especie de Rastro barnizado, y el Rastro tiene algo de Museo del Prado por donde ha pasado la horda/hidra de los tiempos. En cuanto a dibujos, el director del Museo, se?or P¨¦rez, dice en un libro de 1972 (aquello del tardofranquismo es que es que era un recochineo) que los dibujos, concretamente, "ser¨¢n una masa de unos cuatro mil".
Ni son cuatro mil ni son una masa, claro. Pero as¨ª va el tema. Los 40/40, tan conservadores, es que no conservaron nada. Los francofranquistas se levantaban por la ma?ana, se pon¨ªan lazos, cruces y medallas de Brunete o de ex/combatientes, y hale, a expoliar un poco. Volv¨ªan a casa con "El ¨¢ngelus" de Millet (r¨¦plica), envuelto en un Ya, que es m¨¢s grande, a la hora de la sopa unida: "Hale, hijo!, comed, comed, que pap¨¢ ya se ha ganado, el sustento".
25 mi¨¦rcoles
Voy a un concierto. De Mahler, inevitablemente. La moda Mahler es la prolongaci¨®n musical de la moda Visconti. Cuando nuestra middle/middle/class ve una cosa as¨ª, fina y como de ebanista, dice que es un Visconti. Manolo Summers lanz¨® hace mucho el grito ¨¢crata m¨¢s subversivo:
-?Antes de Franco viv¨ªamos mejor!
Antes de Visconti, las cosas refinadas, perfumadas, atrasadas, eran "puro Proust". Ahora, estas generaciones que no leen y s¨®lo van al cine, creen que tedo lo fino es "puro Visconti". Vivimos una cultura de nuevos ricos del v¨ªdeo. De Proust, ya ni se habla. Pradera lo ha sacado repetidamente en su editorial, en paperback, y se ha vendido bien, pero pasa con Proust lo que ime dec¨ªa Manolito Vidal, viejo tronco de los d¨ªas de vino y rosas a¨²n no rojas:
-Mira, Paco, creen que en este pa¨ªs no se fornica, y lo que pasa es que fornicamos siempre los mismos con las mismas.
A Proust lo hemos le¨ªdo sic inpre los mismos: Luis Escobar y yo. Incluso su gran traductora, Consuelo Berg¨¦s, me confiesa que le gusta m¨¢s Stendhal. Le pone los cuernos a un franc¨¦s con otro franc¨¦s. En Francia son as¨ª. Por eso no se arregla lo de las mandarinas ni lo de los ctarras, que tienen mandarinas.gomad¨®s. Veamos por este proceso c¨®mo la cultura espa?ola se va degradando: el personal desciende de Proust/Mahler a Visconti. Visconti muri¨® sin filmar A la busca del tiempo perdido, que era su ¨²ltimo proyecto. Hay que decir, aunque resulte blasfematono, que muri¨® a tiempo, por suerte para Proust. Somos todos unas se?oritas de escasos medios. O¨ªmos a Maliler por Visconti -como lo he observado/ comprobado en el concierto-, y le hacemos a Proust una lectural diagonal, a lo Fraga. Conocemos a Gald¨¦s y a Torrente Ballester por la tele. La referencia mostrenca de la cultura nacional es el cine, ahora minimizado por la TVE, como la TVE por el v¨ªdeo. Llegaremos a la aspirina cultural. Y L¨®pez Cobos y todos nuestros directores e int¨¦rpretes viviendo de Mahler/Visconti, viviendo de una pel¨ªcula.
28 s¨¢bado. La elipse de los d¨ªas nos trae una pareja/despareja en pintura: Antonio L¨®pez y Naranjo, o sea el hiperrealismo. Antonio L¨®pez, con quien ceno a veces en casa de Gin¨¦s Li¨¦bana, es un Vel¨¢zquez con todo el lirismo (angustia einsteniana del tiempo) que le faltaba a Vel¨¢zquez, por razones personales o por raz¨®n de ¨¦poca. Naranjo es un artista de calendario de la modernosidad que algunos peque?os burgueses se compran, en sus bodas (a todos los casa Bertolt Brecht), creyendo que es el hiperrealismo a tope, y encima con el morbo del desnudo, que siempre ayuda en el d¨¦bito conyugal, tan penoso. Hay todo un hiperrealismo espa?ol que conviene denunciar porque es, ya digo, como aquellos calen darios de la Uni¨®n Espa?ola de Explosivos, s¨®lo que, en vez de la gitana canastera, nos sacan la ni?a de Serrano en bolas. Contra Naranjo no tengo nada. Lo uso s¨®lo como un s¨ªmbolo/s¨ªntoma del caso. Tras ¨¦l, Isoe, Borr¨¢s, Moreno, B¨¦Jar, Viera, Fuentetaja, Garc¨ªa G¨®mez, Puertollano, Pardo Gafindo y un infecto etc¨¦tera. (No incluir jamas a ?rculo en este lote, que ?rculo nos da la tinta plana de la iron¨ªa, a m¨¢s de la t¨¦cnica, y ¨¦stos que digo, y otros, van de erotismo trascendental). Cuando entran en el tema del desnudo femenino ya es que son como un demasiado, s¨ª. Se ve que van a vender t¨ªas buenas en crudo, socapa de hiperrealismo y modernos¨ªt¨¦ que ya hizo Fortuny (l¨¦ase a Gimferrer para m¨¢s completa referencia). T¨ªas en bolas y ya est¨¢, como fotos iluminadas. Subrepticias Venus del espejo de Isoe. Pardo Galindo y Borr¨¢s van de Turner cachondo. O Vargas Ruiz. Naranjo intenta la coalici¨®n hiperrealismo/surrealismo. Hay que estar al loro de todo lo que pasa y vender lo que pide el personal. Antonio L¨®pez, que, a mi entender, jam¨¢s ha hecho un desnudo, sigue en lo suyo, pinta edificios y colchones, pinta las ciruelas de su peque?o huerto, al Norte de Madrid, antes de que se las piquen los p¨¢jaros. Es, en fin, un creador inmenso, a salvo del desnudo y el calendario.
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