Paseo por el amor y la muerte de la familia Salom¨®-Mestre
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Mar¨ªa Teresa Mestre Guit¨® descansa en la misma tumba del cementeri¨® de Riudoms en que fue enterrado su padre, Jaume Mestre Guinart, hace ahora 28 a?os, y no lejos del lugar en que reposa tambi¨¦n su suegro, Enric Salom¨® Vidal, muerto apenas hace un a?o. Dos familias, los Mestre y los Salom¨®, y tres muertes, ninguna de ellas lo suficientemente convencional como para pasar inadvertida. La de Mar¨ªa Teresa Mestre es la m¨¢s reciente y tambi¨¦n la m¨¢s atroz.Tiempo atr¨¢s, nadie hubiera dudado de que estas familias eran v¨ªctimas de una extra?a maldici¨®n. Hoy, todo el mundo sabe lo que es un infarto y un crimen, por muy misterioso que sea, de modo que apenas queda ya lugar para las supersticiones. Y, sin embargo, una sensaci¨®n extra?a embarga a quienes explican los avatares de estas familias, dos sagas de aceiteros unidas por el matrimonio de Teresa Mestre y Enrique Salom¨® Caparr¨®, el 22 de junio de 1961. No fue ¨¦ste, sin embargo, un matrimonio por inter¨¦s, sino un matrimonio por amor en el que el interes se daba por a?adidura.
Los Salom¨®
En Riudoms siguen los troncos principales de ambas familias, y tambi¨¦n, testigo muda, la anciana madre de Enrique Salom¨®, Antonia Caparr¨® Torrens, aturdida por tanta desgracia: la terrible muerte de su nuera se ha producido apenas un a?o despu¨¦s de que le llevaran a casa el cuerpo inerte de su marido, muerto en circunstancias absurdas, cuando discut¨ªa de precios en la c¨¢mara agraria. Enric Salom¨® Vidal, hombre temperamental, se acalor¨® durante la discusi¨®n: "Para ver las cosas que tengo que ver, m¨¢s valdr¨ªa que el Se?or me llevase consigo", dijo, y su coraz¨®n octogenario qued¨® inm¨®vil.
El viejo mas de los Salom¨®, Can Salat¨®, construido en un recodo de la carretera que conduce a Vinyols, es hoy, fruto del esfuerzo de tres generaciones impetuosas, una mansi¨®n custodiada por dos grandes mastines, con pista de tenis, rosales y bancales de olivos y avellanos hasta donde se pierde la vista. La saga de aceiteros la inici¨® el abuelo del procesado, Pere Salom¨® Folch, a principios de siglo, con una simple prensa de aceite.
El abuelo Salom¨® era un hombre de s¨®lidas convicciones religiosas y mentalidad reaccionaria. Quiso que sus hijos tuvieran una educaci¨®n moral sin fisuras y los intern¨® en la escolan¨ªa de Montserrat, donde ten¨ªa un hermano monje. Con este bagaje continuaron luego el negocio familiar, que naveg¨® con las velas desplegadas al viento del desarrollismo. El procesado Enrique Salom¨® tuvo sobre los dem¨¢s j¨®venes de Riudoms la ventaja de llevar siempre alg¨²n billete en el bolsillo, cuando el dinero no corr¨ªa f¨¢cilmente. Su Montesa y su Ossa fueron de las primeras motos que circularon por las calles empedradas del pueblo.
En una de sus correr¨ªas motorizadas ocurri¨® el primer suceso tr¨¢gico. Disputaba una carrera con un amigo en el camino que conduce a la ermita de San Antonio cuando, en un desafortunado adelantamiento, aparecieron de improviso tres ni?os que jugueteaban en la calzada. Uno de los peque?os muri¨®. Su amigo el motorista, tambi¨¦n.
Los Mestre
Por aquella ¨¦poca, Mar¨ªa Teresa Mestre pasaba todas sus vacaciones en Riudoms, de donde era hijo su padre adoptivo, Jaume Mestre Guinart, un industrial emprendedor y del R¨¦gimen de toda la vida, que hab¨ªa logrado montar en Zaragoza una pr¨®spera empresa de transformaci¨®n de grasas y aceites en la que fabricaba jabones y productos de farmacia.
Tambi¨¦n ella estaba marcada por un tr¨¢gico suceso, pero el luto no le imped¨ªa ser una chica jovial y decidida, encantadora a los ojos de todos. Hab¨ªa nacido en Barcelona en octubre de 1940, pero viv¨ªa en Zaragoza desde que ten¨ªa pocos a?os y gozaba plenamente su condici¨®n de hija ¨²nica de una familia acomodada en r¨¢pido ascenso social.
Su padre era un hombre tenaz, como lo hab¨ªa sido el abuelo Mestre. La f¨¢brica, Cogisa, lleg¨® a tener 500 trabajadores al final de la d¨¦cada de los cincuenta. Fue en Nochebuena de 1958 cuando ocurri¨® la desgracia. Un empleado de la empresa, ex combatiente, de los del cupo de contrataci¨®n obligatoria, esper¨® a que Jaume Mestre acabara su discurso de Navidad a los empleados del turno de noche, para descargar un martillo sobre su cabeza, ofuscado por haberse visto degradado y acusado de ladr¨®n. Jaume Mestre muri¨® a las pocas horas y fue enterrado en Riudoms, en el mismo lugar donde ahora descansa su hija.
Todo Riudoms recuerda a Mar¨ªa Teresa Mestre como una especie de flor venerada, especialmente ahora, tras su muerte. Sus amigas de entonces la recuerdan casi con devoci¨®n. Era simp¨¢tica, alegre, decidida, no excesivamente hermosa, pero muy atractiva. Y ven¨ªa de la capital. Era rubia natural en un tiempo en que los tintes se consideraban un lujo extravagante s¨®lo al alcance de las estrellas del cine, y segu¨ªa la moda con celosa puntualidad. Una de las primeras minifaldas que se pase¨® por Riudoms fue la suya.
Comenz¨® a festejar con Enrique Salom¨® con apenas 16 a?os y se cas¨® a los 20. Para entonces ya se hab¨ªa trasladado con su madre al chal¨¦ de la calle de La Salle, 6, en Tarragona, despu¨¦s de la muerte de su padre, que proyectaba instalarse all¨ª con su familia en cuanto hubiera trasladado a Reus su f¨¢brica de Zaragoza.
Fue su yerno, Enrique Salom¨®, quien levant¨® la f¨¢brica en Reus, la misma que poco antes de ser detenido fue pasto de dos pol¨¦micos incendios en los que se quemaron todos los archivos. En esta f¨¢brica comenz¨® el joven matrimonio Salom¨® sus negocios de transformaci¨®n de grasas y aceites, que pronto se extendieron al suministro de suelas de zapato para las f¨¢bricas de Elche, la producci¨®n de piensos compuestos y abonos en una f¨¢brica instalada en el propio Riudoms, y al refino de orujo de aceite, en l'Ametlla de Mar.
Por la pendiente
Despu¨¦s de casados, la vida del matrimonio Salom¨® transcurri¨® en Tarragona primero y en Cambrils despu¨¦s, con una intensa relaci¨®n social que acab¨® formando un importante c¨ªrculo de amistades influyentes. Mar¨ªa Teresa Mestre sigui¨® proyectando de casada la misma imagen que de soltera: una se?ora moderna, atractiva, de acusada personalidad. Todo iba bien, el negocio crec¨ªa, los hijos tambi¨¦n, su posici¨®n se consolidaba. Hasta que le sali¨® un bulto en el pecho. C¨¢ncer. Hasta que detuvieron a su marido. Colza.
De repente, comenz¨® la pendiente. Con su marido en prisi¨®n, los negocios dejaron de funcionar. Se hab¨ªa operado, pero tuvo miedo. Visit¨® curanderos y m¨¦dicos naturistas, recurri¨® a procedimientos curativos no convencionales. El c¨¢ncer se reprodujo, pero los m¨¦dicos le dijeron que su vida no corr¨ªa peligro. Ella sigui¨® visitando curanderos, mediums, gentes que profesan extramuros. Nadie cree, sin embargo, que formara parte de ninguna secta.
A pesar de tanta contrariedad, Mar¨ªa Teresa Mestre trat¨® de mantener el ritmo de vida que hab¨ªa llevado siempre y no dej¨® de frecuentar las playas de la Costa Dorada. Batall¨® legalmente con tenacidad para sacar de la c¨¢rcel a Enrique Salom¨®, y en eso estaba cuando desapareci¨®. En el apartamento de Cambrils permanecen sus dos hijos y su anciana madre, Teresa Guit¨® Felip, inv¨¢lida sobre su silla de ruedas, con la memoria saturada de infortunios y sin fuerza apenas para cerrar los ojos.
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