Del esplendor en la hierba: Josep Carner, en su centenario
Cuando en 1907 Josep Carner publicaba, en la revista Empori, el art¨ªculo De l'acci¨® dels poetes a Catalunya, ten¨ªa 24 a?os y cuatro libros importantes para su trayectoria po¨¦tica: El Llibre dels poetes (1904), Primer llibre de sonets (1905), Els fruits saborosos (1906) y Segon llibre de sonets (1907). De l'acci¨® dels poetes a Catalunya es una l¨²cida reflexi¨®n sobre el esp¨ªritu que la lengua impone a la poes¨ªa, actualizaci¨®n ling¨¹¨ªstica de la virtud del poeta. Reflexi¨®n importante y m¨¢s para un escritor cuya lengua literaria, despu¨¦s de 400 a?os de azarosa supervivencia, hab¨ªa renacido, ya en pleno siglo XIX, al impulso de las energ¨ªas que las ideas del romanticismo y el desarrollo industrial despu¨¦s, imponen a toda la vida en Europa.En este ensayo, Carner establece tres etapas de modernidad po¨¦tica en Catalu?a. En la primera, el poeta descubre una lengua dormida y rudimentaria que utiliza para la eleg¨ªa, la expansi¨®n beata de sus sentimientos, o para conmemorar solemnidades de la tribu. En la segunda, recuperada ya una cierta dignidad, la utiliza para la descripci¨®n y para la lucha. En esta fase el poeta es el cantor del ideal pol¨ªtico, el portador de profec¨ªas y de memoriales de agravios, el forjador de un vocabulario capaz de dar forma y figura a una tierra, a un pa¨ªs. En la tercera etapa, el poeta no tiene ya necesidad de conquistar su derecho al canto, ni tampoco de otorgarse finalidades redentoras.
Era necesario fundar una patria moderna y dotarla de una lengua ciudadana, natural y ¨²til para el juego elegante, la tesis cient¨ªfica, el discurso pol¨ªtico, la literatura y el pensamiento modernos. A esta alta operaci¨®n estaban llamados los poetas y ¨¦sta fue la misi¨®n encomendada a los escritores. Era evidente, pues, que la poes¨ªa ten¨ªa una utilidad social y el poeta un papel importante en el esfuerzo de todo un pueblo hacia su modernizaci¨®n cultural y social. Y entonces se empez¨® a describir al pa¨ªs con mirada novecentista, es decir, de hombres que se duchaban, fumaban tabaco ingl¨¦s, practicaban el deporte y ten¨ªan un lugar en el rol de la intelligentsia reconocida.
Una forma cl¨¢sica
Probablemente fue este factor sociol¨®gico, esta necesidad fundacional, la causa de que la po¨¦tica carneriana se apartara, aparentemente, de la de sus contempor¨¢neos m¨¢s pr¨®ximos y que, optando por una forma cl¨¢sica, obtuviera unos resultados figurativos, pura presencia objetiva de una realidad aceptada y deseada conscientemente como cotidiana, que, en principio, parecen distintos a los del simbolismo vigente en los albores del siglo XX.
Es curioso que Josep Carner marque distancias respecto del romanticismo, ¨¦l que, en pleno siglo XX, realiza una operaci¨®n semejante a la realizada, en el XVIII, por los grandes rom¨¢nticos. Pues, ?puede haber actitud m¨¢s rom¨¢ntica que la de creer posible convocar el esp¨ªritu de Grecia, aunque fuera a trav¨¦s de la Alemania goethiana, para dar forma a la Catalu?a del reci¨¦n iniciado novecientos? Carner es un rom¨¢ntico en la medida que es un poeta moderno que siente intensiamente la nostalgia de la mirada y la naturaleza cl¨¢sica. Esta mirada y esta naturaleza iluminan Els fruits saborosos, libro publicado en 1906, donde unos poemas parnasianos, te?idos por una est¨¦tica de la cotidianidad, pudieron representar la imagen arquet¨ªpica de una Catalu?a ideal y de la poes¨ªa noucentista. Despu¨¦s, abandona el arquetipo y extraer¨¢ de la realidad lo que ella sola segrega: la angustiante pero entra?able repetici¨®n de loshechos que componen la vida de los hombres y de los pueblos. Auques i ventalls (1914), Bella terra, bella part (1935), La primavera al poblet (1935) son ejemplos fastuosos donde act¨²an sabiamente las dos pasiones cl¨¢sicas: la piedad y el terror -¨¦ste en su forma moderna de iron¨ªa-. En esta tesitura, la poes¨ªa de Josep Carner evidencia un gran talento para revestir con brillos pur¨ªsimos los hombres las cosas reales de cada d¨ªa. Porque no se trata s¨®lo de describir tina realidad, sino de conseguir una presencia figurativa capaz de ser- experiencia y apariencia al mismo tiempo, de formalizar un mundo: los cuerpos, los escenarios, la virtud de las gentes que en ¨¦l viven y mueren. Los ecos ancestrales y la presencia de una tradici¨®n vigente que d¨¦ sentido y medida a la voluntad de poder ser m¨¢s perfectos, m¨¢s modernos.
Tradici¨®n y talento
Para conseguirlo, la po¨¦tica de Josep Carner pone en funcionamiento dos fuerzas que, en su poes¨ªa, se a¨²nan la una a la otra: el conocimiento ole la buena tradici¨®n po¨¦tica y el talento individual capaz de, a partir de la primera, dar el salto cualitativo que representa toda obra nueva y original. Y as¨ª, Carner es hoy, como todo gran poeta, nuestro estrictolcontempor¨¢neo, de lectura obligada para todo aquel que piense que la poes¨ªa es, adem¨¢s de la expresi¨®n de sentimientos, un¨¢nimes, una forma de cultura. Alcanzada una plena madurez po¨¦tica con La paraula en el vent (1914), la poes¨ªa de Josep Camer prosigue en su proceso de perfecci¨®n asimilando e interiorizando, creando obras po¨¦ticas capaces de, siendo origiriales, hacer resonar en ellas la gran poes¨ªa de todos los tiempos. L'oreig entre les canyes (1920), La in¨²til ofrena (1924), El cor quiet (1925), El veire encantat (1933), son libros en los que la tradici¨®n gen.uina, prefigurada por una lengua ya sin secretos, ha sido forjada y cultivada para entrar, ller¨ªa de naturalidad, gracia y dignidad, en la gran tradici¨®n po¨¦tica universal doride todas las fronteras y peculiaridades desaparecen para formar parte de otro tipo de figura: la de la gran literatura, sin adjetivos locales. Ejemplo de ello es su gran poema moral, expresi¨®n honda de la lucha de la persona humana con su destino, Nab¨ª, escrito en 1935 y publicado, en castellano, en M¨¦xico, el a?o 1940, y en catal¨¢n, en Buenos Aires, el a?o 1941. Cuando, en 1957, publica Poesia, volumen que recoge 703 poemas publicados entre 1904 y 1953, todos ellos revisados, cuando no rehechos dr¨¢sticamente, m¨¢s 148 in¨¦ditos, Josep Camer parece querer insinuar que es un nuevo libro, el definitivo, el v¨¢lido para el juicio de la posteridad. Pues no se trata de una compilaci¨®n, ni de una obra completa. Escribir¨¢ a¨²n tres libros m¨¢s: Museu zool¨®gic (1963), en versi¨®n catalana y castellana; Bestiari (1964) y El tomb de l'any (1966) recogidos, junto a su volumen Poesia, de 1957, en sus obras completas publicadas en 1968, dos a?os antes de su muerte. Pero es a este libro de 1957, Poesia, publicado por editorial Selecta, y editado, en ausencia del poeta, gracias al esfuerzo de otro gran poeta, Mari¨¤ Manent, al que debemos referirnos para intentar una s¨ªntesis de la po¨¦tica carnerianaque sea, al mismo tiempo, explicaci¨®n de su modernidad.
Exaltada la expresividad subjetiva por la libertad y la originalidad -fuerzas b¨¢sicas de la creaci¨®n rom¨¢ntica-, la poes¨ªa comienza una lucha fren¨¦tica para buscar una forma de explicar todo aquello que, siendo inherente a la experiencia humana, la raz¨®n y la ciencia olvidan, o por desinter¨¦s o por voluntad consciente de negar su existencia. La ret¨®rica tradicional parece haber perdido esta capacidad, y se establece una cierta oposici¨®n entre la forma cl¨¢sica, dotada de un dise?o previo, y la forma moderna que depende del propio proceso creativo. As¨ª, la poes¨ªa, a partir del romanticismo, deviene investigaci¨®n y comienza la crisis del yo omnipresente y sentimental que hab¨ªa iniciado el proceso. Carner, hijo de esta tradici¨®n y formado en la lectura de sus mejores representantes, escoge, d¨ªscola y cr¨ªticamente, una posici¨®n distinta frente a su referente po¨¦tico. Con generosa objetividad elige sus motivos en la realidad cotidiana eludiendo, con inocente sabidur¨ªa, aquel yo rom¨¢ntico que, ensimismado, ofrece su experiencia sublime como ¨²nico objeto de inter¨¦s. Por otra parte, esquiva discretamente la que ser¨¢ expl¨ªcita soluci¨®n al subjetivismo, ya sentido como vergonzante, en este nuestro siglo: la fe en la pureza formal de la palabra y en su capacidad para revelar el proceso de creaci¨®n entendido como forma del conocimiento. Creo innecesario advertir que, llegados a este punto, la crisis de personalidad que el autor siente y provoca en su obra, no es m¨¢s que un esfuerzo fren¨¦tico para seguir cultivando un yo que, al sentirse en peligro, necesita todav¨ªa m¨¢s cuidados. Que el ¨¦nfasis en la t¨¦cnica y la importancia absoluta de la materia formalizada no son m¨¢s que una manera de seguir demostrando una libertad y una originalidad cada vez m¨¢s imposibles o, quiz¨¢, ya in¨²tiles. De todo esto creo que se ha dado cuenta el artista de hoy y,como consecuencia, asistimos a la tan aireada crisis de las vanguardias.
Absolutamente moderno
Pues bien, la operaci¨®n carneriana, sin el suplemento de triste y resignada lucidez de nuestros coet¨¢neos, encuentra una posible soluci¨®n al problema saltando, aparentemente, hacia atr¨¢s. Como dice Juan Ferrat¨¦ en el pr¨®logo a La primavera al poblet de su edici¨®n publicada por editorial 62 en 1978: "Este salto lo situ¨®, de hecho, en la gran l¨ªnea de la tradici¨®n po¨¦tica occidental que comienza en Te¨®crito y Cal¨ªmaco, hacia el 300 a.C., y se pierde en la pura inanidad en el curso del siglo XVIII, justo antes de que surjan Blake y los primeros rom¨¢nticos alemanes". Sin embargo, aun siendo una opini¨®n exacta en referencia al problema de la relaci¨®n del autor con su obra, tambi¨¦n es cierto que, en Josep Carner, tanto los recursos de figuraci¨®n, como los motivos, o incluso su inherente carga sentimental y reflexiva, son los de un poeta absolutamente moderno. De manera que, en su poes¨ªa, el dominio del lenguaje aparece como elegante naturalidad; la inspiraci¨®n como resultado de las dos pasiones fundamentales, el terror y la piedad, matizadas y cinceladas por el talento po¨¦tico individual; y la experiencia, algunas veces ir¨®nica y muchas veces pat¨¦tica, siempre parece como verdad. Por todas estas condiciones, m¨¢s la presencia de una tensa perfecci¨®n y de una radiante armon¨ªa, la lectura, hoy, de la poes¨ªa de Carner es una fiesta.
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