El control de la Exposici¨®n Universal de Sevilla de 1992, importante fuente de problemas para el presidente andaluz
La batalla en torno al control de la Exposici¨®n Universal de 1992 es un factor m¨¢s en la dif¨ªcil situaci¨®n pol¨ªtica a la que ha llegado el presidente de la Junta de Andaluc¨ªa, Rafael Escuredo. El l¨ªder andaluz cree ver la mano oculta de alg¨²n dirigente socialista tras las investigaciones period¨ªsticas sobre los motivos de su oposici¨®n al candidato gubernamental al comisariado de la Expo-92, Ricardo Bofill, seg¨²n coment¨® recientemente a dos periodistas de EL PAIS.
En esa conversaci¨®n, Escuredo se abstuvo de mencionar el nombre de su supuesto enemigo pol¨ªtico, Esa tesis coincide, no obstante, con la expresada posteriormente por algunos medios informativos andaluces, que, a ra¨ªz de los informes publicados por este peri¨®dico en torno a la pol¨¦mica sobre la Expo-92, se?alaron al vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, como autor de la supuesta filtraci¨®n de datos comprometedores para Escuredo.En dichos informes -centrados en hechos y no en especulaciones- se expon¨ªan una serie de datos sobre los intereses econ¨®micos existentes en torno a la Expo-92; la configuraci¨®n de un grupo promotor de la concesi¨®n a Espa?a de dicha exposici¨®n, realizada sobre la base de un proyecto que exigir¨ªa inversiones superiores a los 300.000 millones de pesetas (m¨¢s que el programa FACA, por ejemplo); el "trato preferente" dado por la compa?¨ªa Dragados y Construcciones a Rafael Escuredo para la construcci¨®n de su nueva residencia privada, y la pugna pol¨ªtica en el seno del Gobierno y del partido socialista sobre la designaci¨®n de Ricardo Bofill.
Cinco a uno
La existencia de esta pugna entre Escuredo y otros dirigentes socialistas (al parecer, Alfonso Guerra y Luis Y¨¢?ez) sali¨® a la luz precisamente como consecuencia de la posici¨®n p¨²blica adoptada por el presidente de la Junta de Andaluc¨ªa en la cuesti¨®n del comisario de la Expo-92. Las investigaciones realizadas permitieron determinar que seis dirigentes del socialismo andaluz, situados en los m¨¢ximos cargos del Gobierno central, de la autonom¨ªa andaluza y de la ciudad de Sevilla, trataron durante meses de encauzar los problemas relacionados con la organizaci¨®n de la Expo-92.Cinco de dichas personas (Felipe Gonz¨¢lez, Alfonso Guerra, Luis Y¨¢?ez, Jos¨¦ Rodr¨ªguez de la Borbolla y Manuel del Valle) llegaron a un consenso sobre el nombre de Ricardo Bofill; Escuredo fue el ¨²nico que se opuso, siempre en privado. Al aplazarse el nombramiento del Consejo de Ministros, Escuredo rompi¨® su mutismo p¨²blico y calific¨® de "error pol¨ªtico" la posibilidad de que Bofill fuera designado para el cargo, al tiempo que lament¨® coincidir en ello con la derecha.
Al inter¨¦s y curiosidad despertados por esta coincidencia lamentada se uni¨® la confusi¨®n sobre si el Gobierno hab¨ªa aprobado o no el reglamento general de la Expo-92, que concede plenos poderes al comisario general. Seis d¨ªas despu¨¦s de celebrado el Consejo de Ministros en el que se aplaz¨® el nombramiento, Escuredo afirmaba que dicho reglamento no hab¨ªa sido aprobado y que iba a ser una batalla "a¨²n mayor" que la del candidato. Sin embargo, el 9 de febrero fue promulgado dicho texto y la batalla por el mismo qued¨® en nada. Para algunas personas, un comisario investido con plenos poderes relegar¨ªa a segundo plano las decisiones de la comunidad aut¨®noma y establecer¨ªa un nuevo poder, subordinado s¨®lo al Gobierno central.
Escuredo march¨® ayer a Madrid con la intenci¨®n de colocar al Gobierno central ante el dilema de apoyarle o enfrentarse al peligro de una p¨¦rdida devotos andalucistas -seg¨²n fuentes del PSOE andaluz-, lo cual podr¨ªa suceder si Escuredo abandona la presidencia de la Junta.
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