El Gobierno nicarag¨¹ense levantar¨¢ el vigente estado de emergencia antes de las elecciones del 4 de noviembre
El estado de emergencia que rige en Nicaragua desde marzo de 1982 ser¨¢ levantado antes de iniciarse la campa?a en el momento en que el Consejo Supremo Electoral abra la inscripci¨®n para el registro de votantes. Como fecha indicativa se maneja la del 6 de mayo. Esto supone la cancelaci¨®n autom¨¢tica de la censura de prensa. Los comandantes Daniel Ortega y Bayardo Arce han asegurado este extremo a una amplia delegaci¨®n de la Internacional Socialista que se encuentra en Managua.
Los dirigentes socialdem¨®cratas incluso los que han coqueteado con Ed¨¦n Pastora, no presentaron ninguna objeci¨®n de fondo al proceso electoral nicarag¨¹ense, que se proponen apoyar con firmeza frente al obstruccionismo de Washington.Durante la reuni¨®n mantenida con los dos comandantes sandinistas y el canciller Miguel d'Escoto, los representantes del PSOE, Elena Flores y Miguel ?ngel Mart¨ªnez, reiteraron el ofrecimiento que hizo en su d¨ªa el Gobierno espa?ol, por boca de Alfonso Guerra, de prestar todo tipo de cooperaci¨®n t¨¦cnica en la elaboraci¨®n del registro electoral. Bayardo Arce dijo que esa ayuda-ser¨¢ aceptada de buen grado.
El presidente del Consejo de Estado, Carlos N¨²?ez, por su parte, afirm¨® ayer en conferencia de prensa que es firme voluntad del Gobierno que la campa?a electoral se realice sin ning¨²n tipo de censura. A?adi¨® que las numerosas objeciones presentadas a la ley por las fuerzas opositoras ser¨¢n discutidas en el pleno y que el frente sandinista est¨¢ dispuesto a actuar con flexibilidad.
Las modificaciones introducidas ya en el anteproyecto de ley electoral revelan que el Gobierno nicarag¨¹ense desea que la oposici¨®n participe en los comicios, y para conseguirlo ha aceptado algunos de sus criterios, sin imponer la mayor¨ªa sandinista en el Consejo de Estado.Del texto inicial desapareci¨® la prohibici¨®n de denigrar a la revoluci¨®n, los militares en activo ya no podr¨¢n ser candi datos y el Consejo Supremo Electoral ser¨¢ nombrado directamente por la Corte Suprema de Justicia. Hay en todo ello un prop¨®sito evidente de impedir rupturas internas y garantizar la existencia de partidos pol¨ªticos en el futuro Estado. Seg¨²n frase de Carlos N¨²?ez, "la oposici¨®n forma parte tambi¨¦n del Estado".
La reacci¨®n de los partidos de centro-derecha al discurso de Daniel Ortega ha sido la de mantenerse a la espera. "Ninguno de nuestros planteamientos b¨¢sicos para un proceso electoral democr¨¢tico ha sido contestado", declar¨® Miriam Arg¨¹ello, presidenta del Partido Conservador Dem¨®crata.
Otras exigencias de la oposici¨®n hacen referencia a la confusi¨®n existente hoy entre Estado y organizaciones sandinistas, lo que origina, seg¨²n la oposici¨®n, una fuerte desventaja para ellos. El titular del Consejo de Estado argumenta, por su parte, que en todos los pa¨ªses el partido gobernante se con funde en cierta forma con la maquinaria estatal.
Los representantes de partidos europeos que han estado estos d¨ªas en Managua salieron plenamente convencidos de que el proceso nicarag¨¹ense, aun con todas sus peculiaridades, es homologable a las democracias occidentales, sin que por ahora se aprecien vicios de fondo.
Una vez m¨¢s la discrepancia est¨¢ en Washington. Al t¨¦rmino del discurso de Ortega, el embajador Anthony Quainton se limit¨® a opinar que se conformar¨ªa con que las elecciones fueran tan Ubres como las de El Salvador. El diplom¨¢tico, que permaneci¨® ostensiblemente sentado mientras los altavoces entonaban el himno del frente sandinista, cuya letra califica a los yanquis como enemigos de la humanidad, nada quiso saber sobre las limitaciones que tiene la izquierda para poder presentarse a los comicios salvadore?os.
El gran dilema actual de la oposici¨®n es participar en las elecciones, convalidando as¨ª el proceso sandinista, o boicotearlas. Esto ¨²ltimo equivaldr¨ªa a renunciar a las posibilidades propagand¨ªsticas que abre la campa?a y a una representaci¨®n en la Asamblea que les asegura el sistema proporcional. En suma, est¨¢ en juego su propia supervivencia.
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