La amenaza de Teher¨¢n /y 2
Si el estrecho de Ormuz fuera cerrado, o los terminales petroleros atacados, entre ocho y nueve millones de barriles d¨ªa (b/d) dejar¨ªan de fluir al mundo occidental, que consume 45 millones diarios y comercializa internacionalmente 25 millones.Esta cifra representa, por tanto, alrededor del 20% del consumo mundial fuera de los pa¨ªses de econom¨ªa planificada. En el supuesto de una interrupci¨®n completa de los suministros, entre 4 y 4,5 millones de b/d podr¨ªan ser sustituidos por petr¨®leo de otro origen, unos tres millones de b/d de otros pa¨ªses productores fuera del golfo P¨¦rsico, y entre 1,2 y 1,3 millones a trav¨¦s del oleoducto saud¨ª que conecta los campos del Norte con la terminal de Yambu, en el mar Rojo.
Quedar¨ªa, por tanto, un d¨¦ficit de unos cuatro millones de b/d, que tendr¨ªan que ser absorbidos por los pa¨ªses consumidores recurriendo a los almacenamientos estrat¨¦gicos.
En 1979-1980, el p¨¢nico que condujo a la triplicaci¨®n de los precios fue originado por la p¨¦rdida de cinco millones de b/d de crudo iran¨ª, que en dicha ¨¦poca representaba menos del 10% de la demanda mundial, por lo que la p¨¦rdida de cuatro millones de b/d que representar¨ªa el cierre de Ormuz -algo m¨¢s del 8% del consumo actual- podr¨ªa producir una reacci¨®n similar, al menos en teor¨ªa.
Situaci¨®n de p¨¢nico
Sin embargo, la repetici¨®n de una situaci¨®n de p¨¢nico como la que condujo a la segunda crisis estaba descartada a finales del pasado a?o por los principales analistas del mercado, en base al fuerte exceso de capacidad de producci¨®n hoy existente (entre un 30% y un 40%) y la pr¨¢ctica imposibilidad de que el cierre de los estrechos, si llega a producirse, se prolongue m¨¢s all¨¢ de unas cuantas semanas.
Hasta ahora el mercado se ha comportado exactamente como estaba previsto. No ha reaccionado en absoluto a las amenazas y enfrentamientos en la zona, y fuera de alguna medida aislada, como la adoptada por Arabia Saud¨ª, que sac¨® 20 superpetroleros del Golfo con crudos pesados (que ser¨ªan los m¨¢s afectados en caso de un cierre) en diciembre pasado y los encamin¨® a marcha lenta hacia Europa y Jap¨®n, nadie ha adoptado medidas especiales; antes al contrario, ha continuado el descenso de almacenamientos en el ¨²ltimo trimestre de 1983, y el proceso se ha acentuado durante las primeras semanas de 1984.
En otras palabras, el mercado no se ha tomado en serio la amenaza de Teher¨¢n. Sin embargo, la situaci¨®n hoy es algo m¨¢s complicada por primera vez en cinco a?os, el consumo de petr¨®leo est¨¢ creciendo (un 4% estimado para el primer trimestre de 1984 en el conjunto de la OCDE) y la demanda de crudos de la OPEP, aunque muy por debajo todav¨ªa de la capacidad de producci¨®n (35 millones de b/d), y por debajo del nivel necesario para la cobertura de las necesidades financieras de los pa¨ªses miembros (24 millones de b/d), tiende a mejorar(v¨¦ase cuadro 1).
Todo lo expuesto, a¨²n dentro de un marco general de normalidad, est¨¢ llevando al mercado a una situaci¨®n ligeramente m¨¢s tensa (el spot igual¨¢ hoy pr¨¢cticamente a los precios oficiales) por lo que si las amenazas y la escalada b¨¦lica se incrementan, la situaci¨®n, sin llegar al p¨¢nico, puede empeorar claramente para los compradores. En todo caso el mensaje para el mundo industrializado resulta muy claro. El pol¨ªticamente inestable Oriente Pr¨®ximo contin¨²a todav¨ªa suministrando la cuarta parte de la producci¨®n mundial y detenta la mitad de las reservas. Con un desbalance de tal magnitud, el petr¨®leo contin¨²a siendo una poderosa arma pol¨ªtica. El actual desaf¨ªo iran¨ª es s¨®lo la m¨¢s reciente advertencia de que tal arma se encuentra ah¨ª y que en cualquier momento puede ser utilizada contra nosotros.
La situaci¨®n de Espa?a
Los grandes pa¨ªses importadores del golfo P¨¦rsico son actualmente siete: Jap¨®n, Francia, Italia, Estados Unidos, la Rep¨²blica Federal de Alemania (RFA), Espa?a y el Reino Unido. Pero si esta clasificaci¨®n se hiciera en t¨¦rminos de dependencia energ¨¦tica, es decir, en peso de las importaciones de petr¨®leo de ese origen en la demanda de energ¨ªa total, Espa?a se situar¨ªa en tercer lugar, detr¨¢s de Jap¨®n e Italia (v¨¦ase cuadro 2).
Las consecuencias de esta dependencia son obvias. El posible cierre de Ormuz ser¨ªa grave para Occidente, pero para Espa?a la incidencia ser¨ªa mayor que para la media del mundo industrializado. Adem¨¢s, el 96% del crudo producido por Hispanoil en el exterior procede de Dubai, en el interior del golfo P¨¦rsico, por lo que los crudos de producci¨®n propia que dar¨ªan igualmente afectados, as¨ª como las importaciones de GLP por Butano, SA, que proceden en un 60% del golfo P¨¦rsico, y de los que s¨®lo la mitad podr¨ªan ser sustituidos f¨¢cilmente por importaciones de otro origen en caso de crisis. En forma inmediata el problema no ser¨ªa muy grave, siempre por supuesto en el escenario de crisis moderada que hemos comentado en el punto anterior.
Al principio podr¨ªamos arreglarnos con nuestros almacenamientos. Sin embargo, si la situaci¨®n se prolonga, depender¨ªamos completamente del sistema de seguridad de la Agencia Internacional de la Energ¨ªa (IEA), y m¨¢s en concreto del manejo de la reserva estrat¨¦gica por Estados Unidos, que posee el 80% de la misma, unos 400 millones de barriles de un total de 500. En este sistema d¨¦ seguridad, que posee unos mecanismos perfectamente claros de entrada en funcionamiento, s¨®lo queda la inc¨®gnita de que nunca ha sido puesto a prueba, es decir, puesta a prueba la solidaridad de los pa¨ªses de la IEA. Si esta solidaridad se mantiene, el golfo P¨¦rsico puede estar cerrado dos o tres meses sin que ocurra nada especial. Los crudos pesados subir¨ªan tal vez entre cuatro y cinco d¨®lares por barril, y algo menos los ligeros, y una vez abierto todo volver¨ªa gradualmente a la normalidad, en funci¨®n de los da?os materiales que un posible conflicto podr¨ªa originar en los terminales de carga.
La lecci¨®n para Espa?a es, sin, embargo, muy clara: somos muy vulnerables energ¨¦ticamente, m¨¢s que la media del mundo industrializado, y hemos hecho menos que la media por remediar esta situaci¨®n. Por ello se hace imprescindible poner en marcha cuanto antes un programa de ahorro energ¨¦tico que coloque nuestros consumos espec¨ªficos, tanto en el sector dom¨¦stico como en las industrias, el transporte y los servicios, a los niveles ya alcanzados por el resto del mundo industrializado.
Programa de ahorro energ¨¦tico
Somos el ¨²nico pa¨ªs de este grupo que todav¨ªa consume la misma energ¨ªa por unidad de producto que en 1973. Y es preciso, igualmente, el seguir reduciendo nuestra dependencia petrolera, que es, y continuar¨¢ siendo todav¨ªa durante muchos a?os, una de las principales fuentes de limitaciones e incertidumbre para nuestro crecimiento econ¨®mico.
Los pr¨®ximos a?os pueden ser de relativa reactivaci¨®n econ¨®mica, pero nunca podemos perder de vista que una crisis energ¨¦tica imprevista puede hacernos perder en pocos meses el trabajo y el esfuerzo de a?os. Nuestra debilidad energ¨¦tica es un aut¨¦ntico tal¨®n de Aquiles para nuestra econom¨ªa; por ello siempre ser¨¢ poco todo lo que se haga para evitarla, pero en todo caso ese poco deber¨¢ ser, como m¨ªnimo, lo que ya han hecho todos los dem¨¢s.
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