Liquidaci¨®n de empresas aseguradoras
Los problemas sociales y humanos que originan las liquidaciones deben resolverse con imaginaci¨®n y solidaridad. En cualquier caso, es deseable que la ley de seguros pendiente de discusi¨®n en el Congreso de los Diputados sea pronto una realidad, porque la misma puede ser una de las piezas clave en la reestructuraci¨®n t¨¦cnica y financiera de la instituci¨®n aseguradora.El incremento del n¨²mero de liquidaciones de empresas de seguros que ¨²ltimamente est¨¢ ordenando el Ministerio de Econom¨ªa y Hacienda, aparente y superficialmente pudiera justificarse por la crisis econ¨®mica de car¨¢cter general que a todos afecta, o por un mayor rigor de la Administraci¨®n actual en las exigencias de solvencia a este tipo de entidades. Ambas circunstancias, en algunos casos l¨®gicamente coadyuvantes de estos fen¨®menos liquidatorios, no son, por s¨ª solas, ni las ¨²nicas ni las principales causas que los est¨¢n originando.
En cuanto al primer aspecto, si bien es cierto que el seguro, como cualquier otro sector, no puede sustraerse a las consecuencias de la crisis generalizada que atravesamos, la realidad demuestra que no es el m¨¢s afectado por ella, al menos en aquellas empresas que estaban preparadas para afrontarla, merced a su capacidad financiera, buena organizaci¨®n y aut¨¦ntico profesionalismo, dato este ¨²ltimo muy importante, pues el seguro, que tanto precisa de buenos profesionales, suele ser campo abonado para el deambular de aficionados. Aumentos no despreciables de producci¨®n y bastantes resultados positivos en los dos ¨²ltimos a?os prueban que el desequilibrio de ciertas empresas de seguros no es debido en t¨¦rminos absolutos a las circunstancias coyunturales de crisis.
Corregir situaciones anormales
Por lo que se refiere a la actitud de la Administraci¨®n en torno a este proceso, la reacci¨®n de la misma en la presente etapa est¨¢ fundamentada en una pol¨ªtica realista de claridad y firmeza que ha afrontado el reto de sacar a la luz p¨²blica y corregir situaciones anormales de empresas con dificultades insubsanables, en algunos casos concretos incluso cantadas desde hace tiempo, y que en el propio mercado de seguros se conoc¨ªan sobradamente, aunque s¨®lo fuera a trav¨¦s de simples rumores.
A¨²n m¨¢s; no ha sido infrecuente que alguna de estas situaciones cr¨®nicas estuviesen ya detectadas por la Inspecci¨®n Oficial de Seguros, que, dicho sea de paso, en ocasiones pret¨¦ritas se ha visto obligada a disentir, hasta corporativamente, de criterios posiblemente pol¨ªticos que rehu¨ªan adoptar una actuaci¨®n p¨²blica de medidas rigurosas, ante el temor, a mi juicio infundado, de que las mismas podr¨ªan afectar al prestigio de la instituci¨®n aseguradora, cuando por el contrario, en otros sectores, como por ejemplo el bancario, la aplicaci¨®n del bistur¨ª en casos excepcionales de irregularidad lo que ha hecho precisamente es contribuir a reforzar el sistema.
?Cu¨¢les son, entonces, las causas de estas liquidaciones acumuladas que se est¨¢n llevan do a cabo en el momento presente? Entre otras, y en primer lugar, una estructura atomizada y minifundista en el mercado de seguros, favorecida por la vigente legislaci¨®n, que permite, por ejemplo, ser asegurador simplemente con 12.500.000 pesetas de capital desembolsado e incluso trabajar con, cifras inferiores en los llamados ramos menores; en segundo lugar, la insuficiencia de las actuales garant¨ªas precautorias, cuya laguna justo es reconocer que ha sido paliada, aunque s¨®lo en parte, por la exigencia de unos m¨¢rgenes m¨ªnimos de solvencia establecidos por los de cretos de 2 de marzo de 1978 y 15 de octubre de 1982; en tercer lugar, la aparici¨®n en el mercado, en ciertos casos y al amparo de las citadas facilidades legislativas, de algunos aficionados a empresarios (seudoaseguradores), y, en fin, ?por qu¨¦ no decirlo?, tambi¨¦n a veces ha influido en este proceso un exceso de confianza y apoyo por parte del reaseguro en sus colaboraciones t¨¦cnico-comerciales con esta clase de empresas.
La gesti¨®n empresarial aseguradora ha constituido en ocasiones una aventura sin demasiados riesgos, cuando parad¨®jicamente estamos ante una instituci¨®n cuyo objetivo fundamental es cubrirlos; y ello sin que el ordenamiento legal del seguro contemple todav¨ªa normas rigurosas para- exigir responsabilidades personales espec¨ªficas a administradores y directivos aseguradores (compatibles, aunque diferentes, con las de car¨¢cter penal o civil), como existen en otras legislaciones for¨¢neas, y que, afortunadamente, est¨¢n previstas en el proyecto de ley de seguros, actualmente pendiente de aprobaci¨®n en el Congreso de los Diputados.
Detener la bola de nieve
Por las razones anteriores se comprender¨¢ que, aun sin haberse producido la crisis actual, las ca¨ªdas de algunas entidades aseguradoras, como las ha calificado alg¨²n diario, antes o despu¨¦s se hubieran producido indefectiblemente, porque alguna vez era preciso detener la bola de nieve.
Esto es, justamente, lo que est¨¢ haciendo ahora la Administraci¨®n, mediante la reestructuraci¨®n y potenciaci¨®n de los servicios y funciones inspectoras de la Direcci¨®n General de Seguros, respetando al m¨¢ximo, como es obligado? el principio de s¨¦guridad jur¨ªdica a favor de las empresas liquidables o sometidas a un r¨¦gimen especial de vigilancia cautelar, que en todo caso disponen de un amplio margen de audiencia a su favor, en los respectivos expedientes administrativo de disoluci¨®n o aplicaci¨®n de medidas cautelares, a trav¨¦s de tr¨¢mites acaso excesivos o al menos demasiado lentos para resolver con eficacia y prontitud este tipo de situaciones anormales.
Cuesii¨®n distinta es, reconocer que, lamentablemente, las liquidaciones justificadas por una insoslayable pol¨ªtica de saneamiento del mercado, ejecutada, principalmente en defensa de los consumidores-aseguradores, plantean dolorosos problemas sociales y humanos (posibles impagos de siniestros, p¨¦rdida de puestos de trabajo, perturbaciones en el campo operativo de los agentes de seguros, etc¨¦tera), que solamente en el seguro obligatorio de autom¨®viles resultan aminorados al asumir el Consorcio de Compensaci¨®n de Seguros, por imperativo legal, las obligaciones contra¨ªdas por las entidades liquidadas.
En este punto va a ser necesario un gran esfuerzo imaginativo y solidario de todos los estamentos afectados por el problema, incluidas, por supuesto, las empresas aseguradoras, que no pueden permanecer insensibles ante un estado de cosas que, se quiera o no, afecta al prestigio de la tercera instituci¨®n financiera del pa¨ªs.
Todo lo expuesto lleva a la conclusi¨®n de mantener la esperanza en que el proyecto de ley de seguros, pr¨®ximo a debatirse en el Congreso de los Diputados, llegue a buen puerto, suministrando a la Administraci¨®n y al mercado asegurador instrumentos m¨¢s eficaces que los actuales, para evitar situaciones como las descritas o para corregirlas a tiempo cuando comiencen a aflorar.
Esto no quiere decir que los problemas del seguro espa?ol, algunos cr¨®nicos, se tengan que solucionar exclusivamente por la v¨ªa legislativa o utilizando por sistema instrumentos estatales intervencionistas incompatibles con una econom¨ªa de mercado.
Pero lo que s¨ª es cierto es que en la reestructuraci¨®n t¨¦cnica y financiera del sector asegurador habr¨¢ de tener gran influencia, si es aprobada por las Cortes, la futura ley de seguros, pues como ha dicho recientemente el ministro de Econom¨ªa y Hacienda, se trata de una pieza clave para el equilibrio del sistema financiero y del seguro espa?ol.
es director del Gabinete de Estudios y Relaciones Internacionales de la Direcci¨®n General de Seguros y presidente de la Asociaci¨®n Profesional de Inspectores de Seguros del Ministerio de Econom¨ªa y Hacienda.
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