Antonio Aguilera Torres
Construy¨® durante 30 a?os, antes de quedarse ciego, una casa de cinco pisos en la que hasta los muebles son de piedra
Antonio Aguilera Torres, casado, 58 a?os, es el cicerone ciego de la Casa de la Piedra de Porcuna (Ja¨¦n). Hasta que le estall¨® un barreno hab¨ªa trabajado con su padre, durante 29 a?os, en la construcci¨®n de este peculiar edificio de cinco plantas, levantado piedra a piedra, "sin hierros ni cemento, con dovelas sin argamasa, como el acueducto de Segovia". Antes de jubilarse compaginaba su tarea de gu¨ªa de visitantes con la de vendedor de cupones de la ONCE.
Ten¨ªa Antonio Aguilera seis a?os cuando su padre, en lo que antes era un vertedero p¨²blico, empez¨® a construir "una casa como no hubiese otra en el mundo, porque es bonito hacer algo que no ha hecho nadie". Solo, con la ayuda de una burra blanca, "que cost¨® s¨®lo 25 reales, pero ten¨ªa m¨¢s talento que Salom¨®n", llev¨® el material desde una cantera de su propiedad, en la que trabajaba extrayendo material para hacer panteones y mausoleos.La casa fue tomando forma y la fama de loco del constructor se transform¨® en la de artista y testarudo. Sin apenas usar argamasa, sin planos y sin maestros, El Gronz¨®n, como se le conoc¨ªa en el pueblo, y su hijo Antonio fueron colocando los enormes bloques de piedra viva. Con la habilidad de marmolistas, esculp¨ªan las barandas de las escaleras, las chimeneas y, sobre todo, las grandes losas de los techos, cincelando la roca hasta imitar lonas sujetas por cuerdas o artesonados neocl¨¢sicos. Las mesas, macetas, l¨¢mparas, algunas puertas, sillones y fuentes fueron esculpidos en bloques de piedra.
En 1947, un alcalde, "sin saberse bien por qu¨¦", cuenta Antonio Aguilera, "quiso paralizar las obras que llevaban ya 16 a?os, y mi padre, que era muy brutote, le dio una paliza de la que se alegr¨® todo el pueblo. A ¨¦l le cost¨® dos meses de c¨¢rcel, pero al alcalde se le quit¨® la idea de la cabeza". Gronz¨®n ya hab¨ªa estado durante toda la guerra en la c¨¢rcel de Alicante y entonces las obras se paralizaron, "pero al terminar la guerra, como hab¨ªa menos trabajo, nos dedicamos m¨¢s a la casa y cundi¨® mucho en aquellos a?os".
Antonio Aguilera pas¨® toda su adolescencia y su juventud entre la cantera y la construcci¨®n de aquella casa que obsesionaba a su padre. Los Aguilera estuvieron siempre solos en todas las tareas, excepto cuando hubo que transportar una losa de 7.000 kilos; entonces, 400 voluntarios echaron una mano. Aquella losa se convirti¨®, junto a 13 voluminosos sillones de piedra, en un s¨ªmbolo de la Santa Cena, que preside el jard¨ªn de la casa.
Finalizaron las obras en mayo de 1960. Cuatro meses despu¨¦s ocurr¨ªa la explosi¨®n del barreno, en la cantera de Hoyo Mendo, que dej¨® ciego a Antonio. "Entonces" dej¨® escrito El Gronz¨®n, su padre "decidimos que fuera cicerone de la Casa de Piedra, para a?adir una segunda originalidad a esta obra de artesan¨ªa, para hacerla m¨¢s extravagante".Antonio Aguilera se conoce el edificio como la palma de la mano y lleva 24 a?os ense?¨¢ndolo a los turistas, movi¨¦ndose jovial y ¨¢gil por las cinco plantas -tres de ellas, subterr¨¢neas- de la Casa de la Piedra. "Aunque por mi desgracia, he recibido propinas de hasta 1.000 pesetas", afirma, "este trabajo no me daba para vivir y tuve que compaginarlo con la venta de cupones". Recuerda con especial emoci¨®n el d¨ªa en que Licinio de la Fuente, en 1971, entreg¨® a su padre la medalla de oro del Trabajo, en reconocimiento a la labor de la familia Aguilera. Quedaba as¨ª subrayado el esfuerzo de 30 a?os acarreando piedras y coloc¨¢ndolas hasta lograr lo que es hoy uno de los monumentos m¨¢s caracter¨ªsticos de Porcuna.
En la actualidad habita la casa Encarnaci¨®n Torres, de 81 a?os, madre de Antonio y viuda de Gronz¨®n, que falleci¨® hace tres. Tuvo siete hijos, de los cuales . uno se me qued¨® ciego, y otra, que tambi¨¦n era una artista, muri¨® de las bombas en la guerra". Rebosa orgullo de haber tenido un marido y unos hijos que "me han construido la casa m¨¢s bonita del mundo", y echa en falta, como su hijo Antonio, una mayor afluencia de visitantes.
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