Pintinho y 'Magico' y due?os de la noche
Los dos vienen del otro lado del oc¨¦ano. Los dos saben guardarla, pisarla, burlarla y esconderla. A los dos les gusta m¨¢s la noche que la ma?ana, m¨¢s la farra que el entrenamiento. Sen M¨¢gico Gonz¨¢lez y Pintinho, a ratos gozo y a ratos dolor de sus directivas y sus aficiones. Ahora se enfrentan a sendas multas por indisciplina continuada, por ser devotos de una idea: la genialidad no se cultiva en los entrenamientos ni en la vida monacal, sino en la libertad del esp¨ªritu y en alegr¨ªa del cuerpo. Pintinho, irregular delantero (del Sevilla, y M¨¢gico, irregular delantero del C¨¢diz, son dos f¨²tbolistas due?os de las noches andaluzas.
SevillaLa minidirectiva del Sevilla se reuni¨® con car¨¢cter de extrema urgencia. El equipo anda mal en las competiciones, el club est¨¢ en la ruina, el presidente se ha tenido que ir. Y encima, Pintinho discute con el entrenador. Total, un mill¨®n largo de pesetas de multa en concepto de la cuarta parte de su ficha anual, m¨¢s el sueldo de un mes. Adem¨¢s, apartado del equipo, pero bajo la disciplina del club, sometido a los entrenamientos que para ¨¦l quiera dictar el segundo entrenador de la plantilla.
Hasta entonces se le hab¨ªa perdonado todo. Eran otros tiempos. Entonces el equipo pitaba, se clasificaba para la Copa de la UEFA, al presidente no le echaban la bronca en el palco, sino que le saludaban con respeto por toda la ciudad. Pintinho jugaba con esa gracia que s¨®lo pueden poseer los negros brasile?os. Se entend¨ªa bien con la pelota y lo mejor posible con sus compa?eros, el p¨²blico pagaba por verle y nada hubiera justificado que se reprimiese su afici¨®n a las discotecas: "Que corran los malos. ?ste, que la juegue. Con eso nos basta".
De Pintinho ya se supo que no iba a ser un jugador normal, en el mismo momento de ficharle. Hab¨ªa estado el Sevilla en tratos con el rub¨ªsimo Lauridsen, hoy feliz centrocampista del Espa?ol, pero al final pudo m¨¢s la nostalgia de Biri Biri, que ha dejado en el club un recuerdo entra?able y su nombre a la m¨¢s bulliciosa y fiel de las pe?as sevillistas, y el secretario t¨¦cnico volvi¨® un d¨ªa de Brasil hablando de un tal Pintinho.
Si adem¨¢s de negro era brasile?o, el ¨¦xito estaba asegurado Avanzaba ya la temporada cuando se dijo que la operaci¨®n estaba cerrada: Carlos Gomes Pintinho centrocampista, nacido en R¨ªo de Janeiro el 25 de junio de 1954, jugador del Vasco da Gama, ante del Fluminense, internacional con Coutinho y con Tel¨¦ Santana. La cosa sonaba la mar de bien. Negro, brasile?o, con apodo que incluye la nh y centrocampista. De repente, la sorpresa. Pintinho no llega porque est¨¢ mala su abuela.
Y el Sevilla esper¨® pacientemente a que se curara la abuela. Luego se supo que no era la abuela, sino la mujer que le hab¨ªa recogido de cr¨ªo, cuando era un huerfanillo abandonado. La trajo, la dej¨® en casa, cerquita del estadio, y se baj¨® a la discoteca m¨¢s pr¨®xima.
Primer tropiezo
A Miguel Mu?oz, a la saz¨®n entrenador del Sevilla, aquello empez¨® a molestarle enseguida. Y a Pintinho empez¨® a parecerle que acostarse a as cinco y levantarse a las nueve era malo para el cuerpo. Que lo que hac¨ªan sus compa?eros en el entrenamiento no era tan vital. Al fin y al cabo, el movimiento para recortar a un cazatobillos enceguecido de los que pululan por nuestro f¨²tbol se puede ensayar en una pista de baile. Piernas ligeras y cintura insinuante. Eso era todo lo que Pintinho necesitaba para que las tarascadas le rozasen sin alcanzarle. Y eso lo practicaba muy bien en la pista de baile, sin necesidad de madrugones.
Mu?oz se plant¨® un d¨ªa. Dijo que Pintinho ten¨ªa que venir al entrenamiento aunque fuera arrastras, y mand¨® a un directivo del club a su casa. Un Pintinho somnoliento abri¨® la puerta tras sufrir ¨¦sta repetidos ataques del enviado:
-Que ya ha empezado el entrenamiento.
-Lo siento, no puedo ir porque el m¨ªster me ha dicho que tengo que dormir por lo menos nueve horas de un tir¨®n, y como me he acostado a las cinco, hasta las dos de la tarde no me toca.
Para Mu?oz fue demasiado. Le dej¨® sin jugar un domingo y exigi¨® a la directiva una decisi¨®n. La directiva medit¨®: "Que corran los malos. ?ste nos basta con que la juegue". Y Mu?oz tuvo que irse. Hab¨ªa ganado el crack. El Sevilla desempolv¨® a un t¨¦cnico de la casa, Manolo Cardo, un cazurro de Coria de poco brillante pasado como futbolista, que no tuvo inconveniente en volver a alinear a Pintinho. Y el negro volvi¨® por la puerta grande: en su retorno marcaba cuatro goles fuera de casa, en Zaragoza, y el Sevilla ganaba 0-4
Durante los dos ¨²ltimos a?os, el Sevilla se ha clasificado para la Copa de la UEFA. Y, por supuesto, ha quedado por delante del Betis. Encima, el a?o pasado elimin¨® al Betis de la Copa. Nadie en el club se preocupaba del horario de Pintinho. "Que corran los malos ?ste nos basta con que la juegue"
Ahora han cambiado las cosas El equipo no va. Est¨¢ fuera de la Copa del rey, est¨¢ fuera de la Copa de la UEFA, est¨¢ descolgado en la Liga, est¨¢ sin presidente y, en trampado hasta las cejas. Hay que buscar culpables, el mas claro, Pintinho.
La somnolencia de 'M¨¢gico'
M¨¢gico es un salvadore?o que brillaba como un diamante entre el carb¨®n en la selecci¨®n de su pa¨ªs que vino al Mundial-82 a llevarse diez goles de los h¨²ngaros. Algunos de los clubes grandes se interesaron por ¨¦l, pero al final el ¨²nico que se arranc¨® y puso los 30 millones encima de la mesa fue el C¨¢diz. Estaba entonces en Segunda y hab¨ªa que busc¨¢rselas para ascender. Adem¨¢s, tambi¨¦n hab¨ªa otra nostalgia que matar, la del chileno Carvallo, un exquisito que hab¨ªa dejado en la afici¨®n ga¨ªta un regusto por el buen f¨²tbol, que lo que en ese momento hab¨ªa en la plantilla no pod¨ªa satisfacer.
-Oiga, m¨ªster, que M¨¢gico no ha, venido a entrenar.
Y Milosevic, hasta no hace mucho entrenador, se resignaba. ?Qu¨¦ vamos a hacerle?, pensaba el hombre. El domingo, M¨¢gico ten¨ªa puesto seguro. A veces no daba golpe, estaba ab¨²lico. De repente se disparaba, cog¨ªa el bal¨®n y organizaba un alboroto espectacular.
-Es un fen¨®meno.
-Una fiera. Casi tan bueno como Maradona.
-Pero no va a los entrenamientos.
-Es que tiene el sue?o cambiado, terciaba el presidente, Irigoyen. Y para s¨ª pensaba: "Que corran los malos. ?ste nos basta con que la juegue".
Y en quince galopadas de M¨¢gico el C¨¢d¨ªz se meti¨® en Primera Para entonces ya hab¨ªa habido que ponerle alguna multa, por el qu¨¦ dir¨¢n, pero se aprovech¨® el ascenso para indultarle.
Ahora las cosas van peor. El equipo carga ya con un mont¨®n de negativos. Los empleados del club tienen ya los nudillos despellejados de llamar a la puerta de M¨¢gico. ?Pero d¨®nde se mete de noche este hombre, si todo cierra aqu¨ª a las cuatro?, se preguntan algunos. Es un misterio. Irigoyen insiste: "Es que tiene el sue?o cambiado. Ya se acostumbrar¨¢".
Un d¨ªa protagoniz¨® un hecho sin precedentes en la historia de? f¨²tbol. Jugaba el C¨¢diz en el Manzanares, contra el Atl¨¦tico. En el descanso, Milosevic trataba de arengar a sus jugadores: Usted, Vojinovic, me aguanta atr¨¢s, y cuando suba Arteche en los c¨®rneres, se ocupa de ¨¦l. Deje a Votava para Padilla. Los laterales, Chano y Amarillo, no se compliquen; si no pueden jugarla, la tiran largo para Mej¨ªas o M¨¢gico.
Todos escuchaban con atenci¨®n y pensaban: Si arranc¨¢ramos hoy un puntito aqu¨ª, todo puede cambiar. Milosevic segu¨ªa: Usted, Mejias, me para el bal¨®n en el medio campo; tranquil¨ªcese y no lo arriesgue mucho. Mejor lo guarda hasta que vea jugada. Y usted, M¨¢gico...
Busc¨® a M¨¢gico con la mirada y, cuando le encontr¨®, se qued¨® estupefacto. Estaba tumbado en la mesa de masajes, durmiendo pl¨¢cidamente. Una especie de bochorno cubri¨® a entrenador y jugadores. Milosevic pens¨®: Madre, ?y c¨®mo salgo yo de ¨¦sta ahora?. Y sali¨® como ten¨ªa que salir, cesado.
Vino Joanet y M¨¢gico segu¨ªa con el sue?o cambiado. "M¨²ltenlo". Y le multaron, pero sigui¨® con el sue?o cambiado. Un d¨ªa visitaba un piso que se propon¨ªa comprar, amueblado y todo, en compa?¨ªa de otros dos miembros de la plantilla. La due?a del inmueble se lo ense?aba atentamente: Aqu¨ª, la cocina; aqu¨ª, el ba?o; aqu¨ª, el sal¨®n; aqu¨ª, el office: aqu¨ª.... Y, de repente, M¨¢gico ha desaparecido. ?D¨®nde se ha metido este hombre?. Naturalmente, en el dormitorio, donde le encontraron dormido.
Ahora sufre un tir¨®n. Le dijeron que fuera al m¨¦dico a tratarse, y ¨¦l decidi¨® que el mejor tratamiento era quedarse en casa. Por fin dejar¨¢n de darme la lata con los entrenamientos, pensar¨ªa. Y la directiva se reuni¨®. "Tenemos deudas, el p¨²blico no va al campo, nos vamos a Segunda, nos gastamos el doble en entrenadores y encima M¨¢gico no quiere ir al m¨¦dico. Pues, un cuarto de mill¨®n de pesetas de multa".
Pintinho y M¨¢gico se sienten incomprendidos. Ellos saben que la genialidad no se practica, sino que nace de uno mismo cuando la mente est¨¢ relajada, el esp¨ªritu es libre y el cuerpo se siente alegre. Pero ?c¨®mo explicarles eso a sus directivos?
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