Unas palabras sobre econom¨ªa
El que fue gran primer ministro franc¨¦s durante la guerra, Georges Clemenceau, sol¨ªa rezongar, medio en broma, medio en serio, que la guerra era demasiado seria para dej¨¢rsela a los generales. Cuando leo las declaraciones de los economistas, hablando de productividad, obsolescencia, controles monetarios y curvas de Laffer, sin mencionar nunca en sus ecuaciones factores tales como los preparativos para la guerra lunar, la destrucci¨®n del medio ambiente y la desesperaci¨®n de los desempleados, se me vienen a la memoria las palabras de Clemenceau y pienso que la econom¨ªa es demasiado seria para dej¨¢rsela a los economistas. En la Espa?a democr¨¢tica, de cuya hospitalidad estoy gozando, parece ser que para los economistas de un Gobierno nominalmente socialista las cuestiones prioritarias son "coger el tren" de las revoluciones tecnol¨®gica e inform¨¢tica, comprar aviones para el plan FACA y esperar contra toda esperanza que la industria armament¨ªstica EE UU compre algo espa?ol como compensaci¨®n, competir con la Francia socialista en la venta de armas a los mundos ¨¢rabe y africano, vender bonos del Tesoro a los ricos con la promesa de que no tendr¨¢n que pagar impuestos sobre los dividendos y entrar en el Mercado Com¨²n, cuyos crecientes problemas internos dejar¨¢n a Espa?a casi en la misma situaci¨®n de incapacidad para el mercado internacional que tiene ahora.Sin embargo, no quiero con esto presentar un juicio totalmente negativo de la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno Gonz¨¢lez. Fue algo necesario y pol¨ªticamente valiente la nacionalizaci¨®n de Rumasa, informar sobre el enorme d¨¦ficit de empresas p¨²blicas como Renfe e Iberia e insistir en la reducci¨®n dr¨¢stica de tales d¨¦ficit. Fue algo necesario y valiente la publicaci¨®n del fraude fiscal a la Seguridad Social de numerosos hospitales, bancos y empresas privadas, y reconocer la inviabilidad y de ah¨ª la necesidad de reconversi¨®n de las industrias naval y del acero. Fue alentador saber que los funcionarios tendr¨ªan que presentarse en el trabajo a las ocho de la ma?ana y abrir sus oficinas por las tardes. Y el esfuerzo, cuyos resultados no est¨¢n todav¨ªa claros, por reducir la inflaci¨®n ,raediante un pacto social para lirilitar la subida salarial al 6,5% es asimismo digno de elogio. Esta pol¨ªticia de saneamiento era necesaria desde hace mucho tiempo. Los Gobiernos de UCI) contemporizaron, por miedo a ofender a intereses creados, corrupciones y enchufes, y al Gobierno del PSOE hay que recopocerle el m¨¦rito de enfrentarse de forma realista con los hechos.
Pero el Gobierno socialista parece creer que una vez que haya conseguido hacer m¨¢s funcionales el capitalismo y la Administraci¨®n espa?oles tendr¨¢ garantizado un futuro pr¨®spero al ingresar en el Mercado Com¨²n e invertir en las industrias de alta tecnolog¨ªa y armamento. Es ah¨ª donde yo estoy en total desacuerdo. La econom¨ªa espa?ola no se recobrar¨¢ ni prosperar¨¢ imitando/compitiendo con el capitalismo y militarismo avanzados de Estados Unidos y las naciones del Mercado Com¨²n. Espa?a no puede, a diferencia de Estados Unidos, importar los ahorros de otras naciones para financiar sus d¨¦ficit, consumir sus recursos naturales y seguir prosperando (temporalmente). Espa?a, incluso si consigue grandes, y de momento invisibles, avances de apoyo a la educaci¨®n e investigaci¨®n cient¨ªfica, no estar¨¢ en posici¨®n de acometer con ¨¦xito una tecnolog¨ªa avanzada innovadora. Y, finalmente, Espafla no debe cometer el incomprensible error de Europa y convertirse en el blanco de las amenazas nucleares de EE UU y la URSS.
Simult¨¢neamente, con el saneamiento b¨¢sico de la econom¨ªa y Administraci¨®n actuales, Espa?a deber¨ªa analizar sus verdaderos problemas. Uno de ellos es la centenaria cuesti¨®n de la reforma agraria. En los a?os sesenta parec¨ªa que el problema iba a ser resuelto por la emigraci¨®n en masa de los trabajadores andaluces y extreme?os a las zonas industrializadas de la propia Espa?a y a las ciudades industriales de Francia y norte de Europa. Pero la crisis econ¨®mica mundial de la ¨²ltima d¨¦cada ha obligado a volver a muchos de esos trabajadores a sus lugares de origen, y en la actualidad hay cerca de 400.000 desempleados en el sur de Espa?a. Esa parte tiene un clima parecido al de California, un Estado que produce m¨¢s de la mitad de las frutas y verduras consumidas por los m¨¢s de 200 millones de norteamericanos. El Gobierno espa?ol proyecta gastar 45.000 millones de pesetas en la creaci¨®n de empleos temporales para aliviar el desempleo rural del sur de Espa?a. ?Por qu¨¦ no desarrollar un programa de arrendamiento de explotaciones agr¨ªcolas 4amiliares, proporcio-
Pasa a la p¨¢gina 12
Unas palabras sobre econom¨ªa
Viene de la p¨¢gina 11 nar semillas e informaci¨®n t¨¦cnica como la que ofrecen los agentes de extensi¨®n agr¨ªcola de Estados Unidos o las cooperativas agr¨ªcolas de pa¨ªses como Holanda y Dinamarca? ?Siguen siendo tan sacrosantos los latifundios improductivos como para que un Gobierno democr¨¢tico con una fuerte mayor¨ªa legislativa no pueda ofrecer la explotaci¨®n de unas tierras que permitir¨ªan autoalimentarse a millones de personas?Otro eterno problema, y que ha sido muy estudiado, es el de la distribuci¨®n del agua, la pol¨ªtica hidr¨¢ulica. Joaqu¨ªn Costa, en 1880; Manuel Lorenzo Pardo, en los a?os veinte del presente siglo, y Juan Benet, en la actualidad, han demostrado con datos palpables que los recursos totales de agua de Espa?a son m¨¢s que suficientes para una econom¨ªa agr¨ªcola e industrial pr¨®spera. Lo que se necesita es la construcci¨®n de una red de canales, embalses, reservas y t¨²neles para distribuir el exceso de agua de las regiones lluviosas a las regiones que disponen de tierra y sol, pero que carecen de agua. Tal empresa requiere mucho capital, .pero se dispone de los materiales, la t¨¦cnica y la mano de obra necesarios, y los resultados a largo plazo convertir¨ªan a Espa?a en un jard¨ªn del Ed¨¦n. Es indudable que, al igual que sucede con la reforma agraria, habr¨ªa que combatir muchos intereses creados y mucha inercia, y el capital habr¨ªa que deducirlo de la compra de mort¨ªferos juguetes militares.
Varios estudios econ¨®micos recientes realizados en el Reino Unido y Estados Unidos indican que las grandes empresas actuales crean relativamente pocos puestos de trabajo nuevos y que, por el contrario, las peque?as empresas que utilizan recursos locales y un capital relativamente peque?o crean muchos puestos de trabajo. Un ejemplo esperanzador de tal tipo de empresas en Espa?a es el desarrollo de las granjas pisc¨ªcolas (tambi¨¦n defendidas hace un siglo por Joaqu¨ªn Costa).
En varias r¨ªas gallegas se cultivan en la actualidad miles de toneladas de moluscos, crust¨¢ceos, algas y peces. Dentro de unos cuantos a?os, este tipo de empresa ser¨¢ factible en todas las costas espa?olas del Atl¨¢ntico y el Mediterr¨¢neo, proporcionando miles de puestos de trabajo y una forma de ganarse la vida agradable y sana.
He de reconocer que mis propuestas de reforma agraria, pol¨ªtica hidr¨¢ulica y peque?as industrias tiene ciertos graves inconvenientes desde el punto de vista del capitalismo avanzado. No proporcionar¨¢n unos beneficios r¨¢pidos e inmensos. No amenazar¨¢n con la destrucci¨®n en masa a los enemigos de nadie. Y, en la mayor¨ªa de los casos, no contribuir¨¢n a la contaminaci¨®n atmosf¨¦rica. Lo ¨²nico que conseguir¨¢n ser¨¢ crear puestos de trabajo y alimentar a la gente. Tengo que disculparme por esos inconvenientes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.