La Iglesia vasca, de la tradici¨®n clerical a la secularizacion
La pastoral conjunta de los obispos de Pamplona y San Sebasti¨¢n difundida tras el ametrallamiento por los GEO (Grupos Especiales Operativos, de la Polic¨ªa Nacional) de un comando en aguas del puerto de Pasajes y el asesinato en Biarritz de un miembro de ETA, no puede ser analizada al margen de la docena de escritos episcopales sobre el problema de la violencia redactados en los ¨²ltimos a?os. Desde hace al menos un lustro existe una l¨ªnea clara de continuidad, basada en la condena expl¨ªcita de la violencia armada de ETA, as¨ª como de la tortura y otras pr¨¢cticas que puedan favorecer la perpetuaci¨®n de la din¨¢mica de la venganza.As¨ª, el ametrallamiento de Pasajes, con el balance de cuatro personas muertas, es, para los obispos, "un acto m¨¢s, especialmente grave, en la cruel espiral de la violencia". En su opini¨®n, todo el que afirme, en nombre de unos u otros objetivos, que "no tiene m¨¢s remedio que matar", no hace sino "preparar el camino para una revancha de la misma naturaleza". En fin, la amargura de los obispos es grande ante una situaci¨®n en la que "se ense?a al pueblo, por la v¨ªa de los hechos, que es normal, que es necesario, que es inevitable matar".
El tono de los escritos episcopales sobre la violencia ha ido haci¨¦ndose cada vez m¨¢s directo, menos exclusivo en su estilo -en una pastoral difundida en junio de 1978 se acababa hablando de la invasi¨®n de la pornograf¨ªa a la hora de describir las causas de la violencia-, pero no puede decirse que haya existido ambig¨¹edad en cuanto al fondo de la condena. Los obispos de Bilbao, en una homil¨ªa cuyo texto fue difundido por la Prensa en marzo de 1982, hablaban expresamente de los "asesinatos de ETA" y del car¨¢cter terrorista de dicha organizaci¨®n, a la que se calificaba de "enerniga de la humanidad, de la democracia y del pueblo".
Pero si, aparte del lenguaje, no se producen variaciones en cuanto al contenido, s¨ª las hay respecto a sus efectos. Las exhortaciones de los obispos vascos, que todav¨ªa suscitan vivas pol¨¦micas en otras zonas, pasan hoy casi inadvertidas en Euskadi. Ello guarda relaci¨®n seguramente con la creciente secularizaci¨®n -hasta cierto punto- de la sociedad vasca, pero el hecho de que la misma indiferencia rodee a otros pronunciamientos o iniciativas no espec¨ªficamente clericales, como las de los intelectuales, parece indicar que la raz¨®n de fondo se encuentra en otra parte.
En el Euskadi actual, todo lo que no venga a confirmar los puntos de vista previos de cada cual es, en general, contemplado con indiferencia y aun con desprecio.
Religi¨®n y pol¨ªtica
Esta indiferencia contrasta con el peso que lo clerical-religioso sigue teniendo en el Pa¨ªs Vasco. Esta presencia tiene s¨®lidos fundamentos hist¨®ricos. La ideolog¨ªa pol¨ªtica dominante en Euskadi, el nacionalismo, est¨¢ te?ido desde sus or¨ªgenes de concepciones no ya religiosas, sino espec¨ªficamente teocr¨¢ticas. Las obras de Sabino Arana, fundador del PNV, est¨¢n llenas de referencias al ¨¢mbito religioso como fundamento sustancial de la nueva doctrina. La subordinaci¨®n de lo civil a lo religioso, herencia del integrismo poscarlista de fines del siglo XIX, es consustancial al nacionalismo primitivo. El propio Arana precis¨®, al dise?ar la ikurri?a, que la cruz blanca, s¨ªmbolo de la religi¨®n, deb¨ªa figurar "superpuesta al aspa verde y el fondo rojo para representar la supremac¨ªa de Dios sobre la ley y el pueblo".La posterior evoluci¨®n del nacionalismo fue acomodando el integrismo clericalista primitivo a la lenta modernizaci¨®n general de la Iglesia, pero nunca desminti¨® lo sustancial de esa se?a de identidad originaria. Heredero del carlismo, el nuevo movimiento no tuvo mayores dificultades para contactar con el clero local, especialmente el rural, del que salieron sus m¨¢s fervorosos propagandistas.
Pero la clave de la situaci¨®n actual est¨¢ en la actitud mantenida por el clero vasco en relaci¨®n a la guerra civil y al per¨ªodo que sigui¨® a la victoria de Franco. La foto de medio centenar de curas vascos rodeando al socialista Juli¨¢n Besteiro en la c¨¢rcel sevillana de Carmona dio la vuelta al mundo como s¨ªmbolo de lo que el franquismo -y la jerarqu¨ªa eclesi¨¢stica espa?ola- trataban de ocultar: que los curas vascos se hab¨ªan puesto del lado de los vencidos, y que entre ¨¦stos figuraban no pocos cat¨®licos. M¨¢s de 700 cl¨¦rigos vascos fueron represaliados por los triunfadores tras su victoria.
La influencia del clero en la sociedad vasca se asent¨®, durante los 40 a?os, en dos pilares fundamentales: su apoyo a la contestaci¨®n social y pol¨ªtica al r¨¦gimen y su protagonismo en el terreno cultural, en particular en el campo de la lengua vasca. La contestaci¨®n al r¨¦gimen tuvo dos fases. Hasta 1960 se expres¨® mediante cartas colectivas de denuncia (como la enviada en 1944 al Vaticano), la publicaci¨®n clandestina Egiz y la predicaci¨®n. En el per¨ªodo posterior se hizo patente en el desarrollo de los movmientos apost¨®licos y en la participaci¨®n conspirativa directa en las filas de la oposici¨®n organizada. El papel de la JOC (Juventud Obrera Cat¨®lica) y la HOAC (Hermandades Obreras de Acci¨®n Cat¨®lica) en el desarrollo del nuevo movimiento obrero de Euskadi, simbolizado por el auge de Comisiones Obreras a partir de 1962-1963, es hoy un¨¢nimemente reconocido. El papel de su equivalente rural -Herri Gaztedi, juventud popular- en la extensi¨®n del nacionalismo radical, simbolizado por ETA, a amplias zonas, en particular de Guip¨²zcoa, a partir del primitivo embri¨®n bilba¨ªno, es tambi¨¦n evidente. Desde finales de los a?os sesenta, numerosos curas pasaron ya a militar directamente, y a veces organicamente, en las actividades pol¨ªticas antifranquistas, en particular como infrestructura de ETA.
En el campo de la cultura vasca esa influencia fue a¨²n m¨¢s determinante. La ausencia de una universidad p¨²blica favoreci¨® el repliegue de los estudios vascos a los conventos y seminarios. Seg¨²n un estudio de Ibon Sarasola, el 75% de los escritores vascos era, en 1963, formado por cl¨¦rigos. Una d¨¦cada despu¨¦s, ese porcentaje hab¨ªa descendido al 47%, pero, a su vez, el 21% de los escritores laicos eran personas que hab¨ªan pasado por el seminario.
La crisis de la religiosidad tradicional, efecto de los cambios sociol¨®gicos producidos a partir de 1960, se expresar¨ªa en una r¨¢pida disminuci¨®n del n¨²mero de cat¨®licos practicantes, en una profunda crisis de reclutamiento de aspirantes al sacerdocio y en un espectacular proceso de secularizaci¨®n de curas menores de 40 a?os.
Crisis de religiosidad
A mediados de los a?os cincuenta, el Pa¨ªs Vasco figuraba a la cabeza de las listas sobre la pr¨¢ctica religiosa en Espa?a. En Vizcaya, seg¨²n un estudio del soci¨®logo franc¨¦s M. Boulard, el 40% de los ciudadanos cumpl¨ªa con el precepto pascual (confesar y comulgar por pascua florida). El porcentaje era del 100% en localidades rurales y semirrurales, como Durango y otras. Aunque no existen datos precisos, se considera que hoy cumple el preceptq dominical entre el 5% y el 10% de la poblaci¨®n como mucho. Todav¨ªa en 1966 se ordenaron en Bilbao 32 nuevos sacerdotes. Diez a?os despu¨¦s la cifra se hab¨ªa dividido por cuatro. Actualmente la media es de una ordenaci¨®n al a?o. En 1960 cursaban sus estudios en el seminario de Derio 649 aspirantes a la ordenaci¨®n. Desde 1979, la media anual es de unos 40 sen¨²naristas. La media de edad de los sacerdotes vizca¨ªnos en activo supera actualmente los 55 a?os. Tales son los datos de la crisis.El per¨ªodo 1968-1969 constituye el punto de m¨¢xima tensi¨®n entre el clero de base y la jerarqu¨ªa. El obispo de Bilbao, Pablo Gurpide, suspendi¨® de su ministerio, en octubre de 1968, a 60 sacerdotes que se hab¨ªan encerrado en el seminario para denunciar la represi¨®n franquista y solicitar la dimisi¨®n del prelado. ?ste fallecer¨ªa en medio de la crisis, contribuyendo a aumentar el dramatismo de la situaci¨®n. Durante el encierro naci¨® el grupo Gogor (Firmeza), llamado a tener una gran influencia social en el futuro. En 1969, seis curas encerrados en huelga de hambre en el obispado ser¨ªan detenidos por la polic¨ªa y condenados (por rebeli¨®n militar) a penas de entre 10 y 12 a?os de c¨¢rcel.
Unos meses despu¨¦s, en v¨ªsperas de la jornada pro amnist¨ªa del 2 de noviembre de 1969, se firmaba en Par¨ªs un documento contra el r¨¦gimen, en el que aparece como signatario, junto al PCE y ETA, el Colectivo de Curas Vascos.
Gran parte, seguramente casi todos, de los miembros de aquel colectivo, como de los del grupo Gogor o de las decenas de ellos que a partir de aquella fecha cumplir¨ªan diversas condenas en la c¨¢rcel especial para cl¨¦rigos abierta por el r¨¦gimen en Zamora, abandonar¨ªan los h¨¢bitos a partir de 1970.
Los ex curas constituyen hoy un grupo no s¨®lo numeroso, sino muy influyente en el Pa¨ªs Vasco, en particular a trav¨¦s de su presencia en los medios de comunicaci¨®n ligados a la izquierda abertzale y en el campo de la ensa?anza de la lengua vasca.
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