Abuso de autoridad
Le enviamos esta carta porque quisi¨¦ramos poner en conocimiento p¨²blico lo que nos sucedi¨® el d¨ªa 25 de marzo en la calle del General Oraa de Madrid, frente al cine D¨²plex, cuando, c¨®mo ciudadanos de un Estado de derecho, nos dispon¨ªamos a pasar sanamente la tarde del domingo.El caso que exponemos ocurri¨® cuando fuimos abordados bruscamente por la dotaci¨®n del coche zeta n¨²mero 152 de la Polic¨ªa Nacional, que nos requiri¨® la documentaci¨®n. Mientras comprobaban nuestros datos, les indicamos a los n¨²meros de la Polic¨ªa Nacional que nos hab¨ªan asustado al pedirnos de manera tan brusca nuestros documentos nacionales de identidad. Comprobada y devuelta dicha documentaci¨®n, pedimos permiso a los polic¨ªas para marcharnos, a lo que uno de ellos contest¨®, agarr¨¢ndonos por el brazo, que nos ir¨ªamos "si a ¨¦l le daba la gana".
La gente se arremolin¨® alrededor y el encargado de una sala de m¨¢quinas que frecuent¨¢bamos sali¨® y, respetuosamente, indic¨® a los polic¨ªas que nos conoc¨ªa y que le constaba que ¨¦ramos buenas personas. Uno de los polic¨ªas reaccion¨® violentamente, indic¨¢ndole que quedaba detenido, al igual que nosotros y un soldado que sali¨® en defensa de dicho encargado. Ante la cantidad de gente que all¨ª se arremolinaba, fueron llamados tres coches zeta m¨¢s. Posteriormente, fuimos introducidos violentamente en ellos y llevados a la comisar¨ªa de Buenavista, donde fuimos insultados, golpeados y pateados, aunque nuestra conducta fue siempre del todo correcta y en ese momento nos encontr¨¢ramos esposados.
Al llegar a este punto s¨®lo tengo que decir que nosotros, junto con el encargado de la sala de m¨¢quinas, fuimos tratados como vulgares delincuentes, fichados en la Direcci¨®n General de Seguridad y pasados a disposici¨®n judicial por, seg¨²n ellos, "obstrucci¨®n a la labor policial" y "desorden p¨²blico", mientras que del soldado se hac¨ªa cargo la Polic¨ªa Militar, y no pudimos salir a la calle hasta 25 horas despu¨¦s de que se nos pidiera la documentaci¨®n.
Creemos que merecemos algo mejor que esta polic¨ªa que, al fin y al cabo, pagamos nosotros mismos para nuestra seguridad y no para que se nos fiche como a delincuentes. Sentimos que a¨²n haya polic¨ªas que no sepan cu¨¢les son sus obligaciones y atribuciones (respetando a los que sean verdaderos profesionales), pero ante hechos como los relatados, no nos queda m¨¢s remedio que decir que no queremos pagar a alguien que nos trata de una manera tan incivilizada y nos mete en el calabozo s¨®lo porque ese d¨ªa estaba de mal humor o por que no sirven para la tarea que se les ha encomendado: deben velar por nosotros y nuestra seguridad, pero no han de golpearnos ni patearnos.
Sin m¨¢s, y esperando que los polic¨ªas citados se den por aludidos y comprendan que esa labor no es la id¨®nea para ellos, firmamos los detenidos. / y Juan Ignacio Monreal Requena. .
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